Por Gabriela Granata*

 

 

Argentina ingresa al período electoral inmersa en crisis superpuestas que abren las discusiones larvadas en tiempos de bonanza. El escenario cambió rápidamente desde el último comicio presidencial. Puede haber sido la pandemia o tal vez la velocidad exponencial con la que se acomodó la tecnología en las prácticas cotidianas, pero la materialización de las quejas de la ciudadanía cambió de forma y dejó de tomar las calles para abundar las redes. El sistema político no es ya el lugar de la transformación, de la “revolución” para un gran número de ciudadanos y se percibe más fácilmente que se puede perder que ganar: en la economía doméstica, en el empleo, en los vínculos sociales, en los derechos.

Esos tres puntos – representación, movilización y pérdida de poder adquisitivo- están presentes en los discursos de los principales aspirantes políticos, aunque un poco escondidos detrás de las disputas internas previas a las elecciones primarias.

Con una inflación por encima del 100 por ciento, la caída de ingresos, el pluriempleo –y además precario-, la pobreza que afecta a casi la mitad de la población, la falta de acceso a vivienda y el deterioro de la salud y la educación, no hay mucho tiempo para perder. Si es la economía el ordenador electoral, la política es la que debe dar la discusión.

 

Tres tercios, dos modelos

“Las preferencias por soluciones rápidas en contextos de crisis es mayor”, sostiene la politóloga Ana Iparraguirre, especialista en campañas electorales. Se refiere, claro, a la figura de Javier Milei – diputado por la denominada derecha libertaria- que es la atracción de todos los sociólogos y encuestadores para indagar hasta dónde puede llegar y, sobre todo, por qué llegó hasta donde lo hizo.

Milei se adueñó de una porción del electorado en base a propuestas extremas, movimientos grandilocuentes y unas pocas propuestas, poco consistentes con los objetivos, pero que le sirve de listín para posicionar su marca. “Los que entienden las propuestas económicas de Milei, salen corriendo. Los que no las entienden, lo votan”, sintetizó la economista Marina Dal Poggetto, economista de la UBA y de la Universidad Torcuato Di Tella, crítica del discurso de dolarización y simplificación económica que pregona el libertario.

Mientras, Juntos por el Cambio –hoy principal oposición- se debate en las internas, y en el Gobierno del Frente de Todos apuran más las urgencias económicas que una visión estratégica. Recién en la última semana, ante las fotos reiteradas del respaldo que está cosechando, los economistas de Juntos por el Cambio (Martin Tetaz y Eduardo Levy Yeyati) comenzaron a esbozar sus críticas a los esquemas de dolarización. Milei les compite en su propio electorado.

 

Con la economía no se puede, pero sin la política no alcanza

En los últimos 20 años, los discursos y las pasiones políticas se alinearon en torno al “kirchnerismo” o el “antikirchnerismo” pero esas categorías de antagonismo electoral ya no alcanzan para explicar la dinámica de oficialismo-oposición. Puede ser un poco lineal, claro, pero es también ordenador que la grieta divida solo en dos y no tener un esquema multifragmentado en cada espacio interno y dividido, por lo menos en tercios, por preferencias. Pero, ¿y el modelo?

La voz más poderosa para discutir el proyecto económico se escuchó con la reaparición de la vicepresidenta Cristina Kirchner el jueves 27 de abril en el Teatro Argentino de La Plata, donde empezó a cerrar el círculo para configurar desde dónde puede hablar el oficialismo para disputar las elecciones generales.

Convocada para presentar un centro de estudios justicialista que lleva el nombre del ex presidente Néstor Kirchner, Cristina recogió todos los guantes dispersos en el revoleo de las últimas semanas y desgranó un discurso político pero con centralidad económica. La vicepresidenta dice siempre más que lo que verbaliza y sus tonos son significativos. En La Plata volvió a señalar la necesidad de “alinear precios, salarios y tipo de cambio”; es decir que si la economía está con variables aceleradas, deben acelerar del mismo modo. No habló de políticas anti-inflación, ni de bono o paritarias ni de devaluación. Sólo indicó que deben seguir el mismo sendero.

 

Cuando reclamó esa misma receta en dos oportunidades anteriores, fue en tono mucho más enérgico, sobre todo en tiempos en que Martín Guzmán era el ministro de Economía de Alberto Fernández. Pero los tiempos se acortaron y la vicepresidenta lo sabe, al punto que hasta le tendió una mano al presidente al pedir que no lo cuestionen porque “el bastón de mariscal” que empodera a la militancia “no debe ser para pegarle a otro compañero”. Bueno, también son otros tiempos y el jefe de Estado ya ni siquiera es candidato.

También definió al país como “injusto” y se metió en el corazón del debate: la distribución de la riqueza, que empeoró durante el gobierno del Frente de Todos a fuerza de acuerdos salariales por debajo de la inflación y ventajas para las empresas que controlan sectores estratégicos, oligopólicos o cartelizados, como en el caso de los alimentos, los “cuatro vivos que se la llevan”, en el diccionario cristinista.

No habrá tregua de aquí en más. Cristina en el campo de juego se convierte en un factor desequilibrante. Ya dijo que no va a ser candidata. Lo reiteró en La Plata con su frase “ya dí todo lo que tenía para dar”, pero mantiene fuerza discursiva y esa combinación racional-pasional que caracteriza a muy pocos dirigentes. La vicepresidenta se lleva la marca, y se convierte en el foco de los ataques de la oposición, para que el resto del Gobierno avance como puede en recomponer la red económica deteriorada.  Contra la “política enlatada e inflacionaria del FMI”, en búsqueda de los jóvenes desencantados para recuperar el valor de la política y contra las recetas milagrosas. No hay magia.

 


Gabriela Granata es Licenciada en Periodismo de la Universidad de Lomas de Zamora y cursa una Maestría en Comunicación Digital e Interactiva en la Universidad de Rosario. Es docente de las materias de Taller de Redacción Periodística (UNLZ) y de Periodismo Político, Introducción al Periodismo y Prácticas profesionales en las Universidades Católica Argentina (UCA) y de Belgrano (UB). Realizó cursos de posgrado en Comunicación Política en Flacso.

Se desempeñó como redactora y editora en agencias de noticias NA y Télam, en el diario Crítica, dirigió la revista de actualidad Veintitrés, y actualmente es la directora Periodística del diario especializado en economía  BAE Negocios baenegocios.com