Los ecos de la alianza Macri-Milei y la reconfiguración de la oposición de cara al balotaje del 19 de noviembre, que plantea nuevos desafíos para el peronismo.

Por Pablo Lapuente*

 

El expresidente Mauricio Macri renació entre los escombros de Juntos por el Cambio, la alianza que ayudó a fundar en 2015 – bajo la denominación de Cambiemos – y que este mismo año se encargó de demoler con la misma pericia. Lo hizo al oficiar de interventor de la campaña del candidato libertario Javier Milei, al poner sobre la mesa no sólo su agenda de políticas de gobierno, sino también el aparato político que le responde de cara al balotaje del 19 de noviembre. Siempre como gestor, con un rol pragmático y que le devuelve parte del liderazgo de un sector relevante de la oposición, mató en una misma jugada a los radicales que siempre detestó y a la rabia del candidato de La Libertad Avanza. “Es todo, o es nada”, dice.

Lo que en un principio fue un rumor -el respaldo en las sombras de Macri hacia Milei aún en plena campaña, cuando su candidata Patricia Bullrich todavía peleaba para entrar a la segunda vuelta- se convirtió en una certeza 48 horas después de las generales del domingo 22. De hecho, según pudo saber Cordón, hubo dos reuniones privadas en las que se terminó de tejer una nueva alianza electoral en Argentina, que significa, de hecho, la ruptura de Juntos por el Cambio tal como se la conocía hasta ahora.

La primera se llevó adelante la noche del martes 24, cerca de las 21, en la casa que el egresado del Cardenal Newman tiene en Acassuso, en el distrito de San Isidro. A puertas cerradas, a solas, estuvieron Macri, Milei y se sumó luego Patricia Bullrich, un encuentro del que no trascendieron demasiadas conversaciones más que dejar atrás las furibundas peleas que tuvieron en público y que se vieron, incluso, en el debate presidencial. Cerca de una hora y media más tarde, por invitación del anfitrión a través de Whatsapp, se sumaron Cristian Ritondo y Diego Santilli, los diputados que llegaron para el postre sin saber que del otro lado se encontrarían con el economista ultraliberal. “Los llevaron de las orejas, bien de calabrés”, remarcó una voz que conoce a ambos dirigentes de origen peronista.

La segunda se llevó adelante esta semana. También con una cena de por medio, se reunieron dirigentes de la mesa chica de Bullrich y algunos referentes políticos que alguna vez respondieron a Horacio Rodríguez Larreta y hoy buscan refugio en otro sector. Analizaron el caótico momento que los involucra, dieron por hecho la fractura de la alianza que unía hasta ayer al PRO, la UCR y la CC y se plantearon un nuevo escenario: “Tenemos que formalizar un nuevo esquema después del 19”.

La frase, que según pudo saber este medio soltó un hombre del bullrichismo, y a la que adhirieron buena parte de los comensales, hace referencia a que están dispuestos a conformar un nuevo frente electoral con el PRO y La Libertad Avanza “sin importar el resultado del balotaje”. ¿Los radicales, larretistas y lilitos?: “Afuera”.

 

Reacomodamientos en marcha

Muchos observan que dirigentes de segundas y terceras líneas, como Joaquín de la Torre, que no estuvo en la reunión, también están trabajando desde hace algunas semanas en este sentido. Lo percibieron, primero, cuando hizo algunas llamadas para mostrarse molesto por no tener un rol definido en la campaña de Bullrich – incluso por debajo de dirigentes más jóvenes como Damián Arabia o Sebastián García de Luca, con quien mantiene una larga pelea política – y, después, dicen, al operar en contra del que fuera el candidato a gobernador bonaerense, Néstor Grindetti, a través de un reconocido periodista que editorializa cada semana en el prime time de la televisión.

Estos movimientos que De la Torre todavía no confirmó, toman volumen si se narra el contexto. El senador provincial y exintendente de San Miguel ya había tanteado a Milei a mediados de 2021, cuando lo invitó a almorzar en el Club Indio del distrito que comanda políticamente, un lugar que oficia como su búnker en el oeste del Conurbano, y donde analizó entonces la posibilidad de trabajar juntos. Finalmente no sucedió y luego Milei hizo una elección sin precedentes para un liberalismo sin estructura que dejó a Juntos por el Cambio relegado a un tercer puesto que le puso fin a sus ocho años de historia.

Como sea, el nuevo supuesto “apoyo incondicional” del ala dura del PRO al candidato a presidente ultraliberal pareciera no ser tal. Armadores y operadores amarillos prometen dar respaldo de fiscalización y estructuras en la segunda vuelta sólo si los violetas financian económicamente ese despliegue, y lo mismo pasa con dirigentes que amenazan con no moverse un centímetro si no les prometen lugares en áreas de gobierno en un eventual gobierno de Milei. De hecho, un excandidato planteó este tema en una reunión de mesa chica en las últimas horas, aunque quienes lo escucharon especulan que su pedido de ayudar sólo si le garantizan integrar un eventual gabinete esconde, en realidad, su enfrentamiento con Guillermo Sánchez Sterli, exlegislador, quilmeño y operador del ritondismo que se quedó a cargo de la fiscalización en el territorio bonaerense. Desde ahí, comentan también, Sánchez Sterli buscará quedarse con la presidencia del PRO en su distrito. Una muestra del desorden que se vive por estas horas en la que supo ser la principal coalición opositora en estos años de regreso del peronismo al poder.

Más allá de eso, Macri, que vuelve a mostrarse como gran árbitro de la crisis que él mismo desató y como posible fundador de un nuevo espacio, puso a disposición de la ultraderecha los votos que aún retiene y el favor de sus principales hombres de confianza: por caso Grindetti y Ritondo, y detrás de ellos Martín Yeza, Adrián Urreli y Hernán Lombardi, al igual que los medios de comunicación afines.

Así las cosas, Milei compra no sólo una pesada herencia de casta y macrismo que aún no sabe si le será útil en la segunda vuelta en la que enfrentará al peronista Sergio Massa, sino también un bozal que apaga sus rugidos y lo muestra, otra vez, como la marioneta de un poder que busca, a través suyo, implantar un modelo político y económico de intereses concentrados desde el 10 de diciembre. Detrás de todo eso, asoma Macri, su nuevo líder.

Si la ultraderecha gana, cosa que hoy no parece imposible, se abre un abanico de preguntas. ¿Qué lugar ocupará Macri en una presidencia de Milei? ¿Lo manejará, como hasta ahora, desde Acassuso o desde el country Cumelén, en Villa La Angostura? ¿Le copará los lugares en ministerios, embajadas y áreas de gobierno? ¿Será este el segundo tiempo con el que siempre soñó Macri? ¿Y si pierden? ¿Lograrán conformar, pese a todo, un nuevo espacio electoral como planificaron esta semana bullrichistas y exlarretistas?

A 15 días de las elecciones, y de cara a un nuevo esquema político, lo que sí está claro es que el triunfo contundente del peronismo en las generales, inesperado por momentos en un contexto de crisis, dejó a sus plantas rendido a un León que amenazaba con devorar todos los sistemas partidarios. Habrá que ver si con nuevo dueño, Milei logra retomar el protagonismo que alguna vez tuvo, o quedará relegado a cuidar los intereses de Macri desde la oposición.


Pablo Lapuente es redactor acreditado en la Legislatura de la provincia Buenos Aires. Licenciado en Periodismo (UNLZ), productor en radio y televisión. Trabajó en medios de comunicación bonaerenses y nacionales.