El 20 de marzo de 2020 comenzaba el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio en todo el territorio de la Argentina por la pandemia de coronavirus. La medida se había anunciado el día anterior por la noche. Ese 19 de marzo fue el último día antes de que, como decía la cuenta regresiva de Crónica TV, se cerrara el país. Poco a poco, nuestra cotidianidad se fue llenando de nuevas imágenes: las que nos rodeaban en las 4 paredes donde íbamos a pasar una cantidad de días impensados, las de la calle si te tocaba seguir saliendo a trabajar, las del barrio a donde ibas a comprar con infinitas reglas y costumbres nuevas.

Y también había imágenes en los medios. Que nos mostraban países lejanos, medidas, comparativas, soluciones, problemas. Más cerca, tomas de una CABA vacía, llamativa, como nunca antes la habíamos visto, y un Conurbano maldito, como ya estábamos acostumbrados. Esta vez nos tocó ser foco, fiesta clandestina, barrio militarizado. El principal lugar que debía aislarse y, por sobre todo, controlarse.

En el medio, un día a día con escenas que comenzaron a formar parte de nuestras vidas. Nuevas rutinas, nuevos comportamientos, nuevas formas de relacionarse. A 3 años del inicio de lo que fue ese pasado que ahora nos parece distópico, un recuerdo de lo que fueron esas escenas por algunos rincones del Conurbano.

 

Redescubrimos nuestros balcones, terrazas, ventanas. Cada pedacito que daba al exterior y cada vista se convirtió en el paisaje más preciado. Nos asomábamos a ver una calle desierta y a esperar que pasaran los 15 días de cuarentena, aun sin saber que se multiplicarían.


Últimas salidas antes del anuncio de la cuarentena. Un gato hogareño asustado siendo paseado en el exterior por su humana parecía ser una especie de chiste, a solo horas de que todas y todos tuviéramos que quedarnos adentro.


La noche del 19 de marzo fue de hacer manualidades. Preparar los carteles para abrir al día siguiente. Cadena nacional transcripta al papel, explicaciones y porqués para los clientes y para uno mismo.


Fue tendencia el #QuedateEnCasa en Twitter, pero si las redes no eran lo tuyo había maneras de aportar al hashtag de manera tradicional.


Un nuevo objeto se sumó a nuestras caras, bolsillos. Y también a nuestras veredas.


Las compras pasaron a ser online para quienes manejaban esos medios, o en los negocios de proximidad. Mientras tanto, los grandes estacionamientos se vaciaron y se detuvieron en el tiempo.


“Les recordamos que se permite el ingreso de una persona por grupo familiar y es obligatorio el uso de tapabocas en las instalaciones. Gracias por su colaboración. Entre todos nos cuidamos”. En constante repetición sonando por los pasillos del supermercado.


 

La figurita más buscada de la pandemia. Contagios masivos de masa madre, panificados, tortas y recetas de TikTok hicieron que la levadura desapareciera de las góndolas y almacenes. Tanto que se convirtió en la estrella de esos carteles que se cuelgan con la esperanza de que ya nadie más pregunte.


La búsqueda implacable de ese juego de Play que no llegó todavía, pero la semana que viene quizás estará. Pero la semana que viene terminan los 15 días de cuarentena, lo necesito ahora.


Los carteles con explicaciones diversas invadieron cada rincón de los comercios, estuvieran abiertos o cerrados. Dónde comprar online los productos, cómo comprar, nuevos horarios, cantidad de personas permitidas. Y por las dudas, una aclaración de porqué un local de calzados estaba con la persiana levantada.


Calles vacías y persianas bajas hay en todas partes, incluso en esta imagen. Pero en algunos puntos del Conurbano uno puede encontrarse aviones que parecen decirles “te entiendo, hermano” a los que ya no despegaban en los aeropuertos.


3 meses después quedan indicios del día en el que el tiempo se detuvo. Recuerdos de últimas salidas y devolución de entradas de shows que nunca fueron.


A la espera de entrar en movimiento de nuevo, juegos y atracciones donde, con un poco de imaginación, casi que se podían escuchar los sonidos de una época mejor.


¿Acaso una foto sacada al paso de la pantalla de la computadora es digna de estar en esta serie? Quién hubiera dicho que parte de registrar lo que sucedía por estos días iba a incluir fotografiar o hacer capturas a monitores, celulares y ventanitas de Zoom. Y no hay nada más conurbanopandémico que la lucha que tuvimos con las videollamadas y el huevero.


La llegada de las vacunas hizo que de a poco fuéramos recuperando la esperanza. Las imágenes estáticas y vacías comenzaron a moverse y llenarse al ritmo de los frasquitos que se iban usando.


Una vez más, de las redes a la realidad. Superficies de expresión de ideas y pensamientos, esta vez improvisado en un objeto móvil para lograr más alcance.


También, de la realidad a las redes, una de las fotos más felices que nos sacamos en el 2021. 


Empezábamos a salir con recelo y creamos nuevos espacios de ocio. Si la plaza no estaba cerca, inventábamos una en cualquier metro cuadrado de pasto, como el que estaba al lado de la vía del tren.


Ya vacunados, ya en movimiento nuevamente. Y una gran pregunta justo antes de cruzar la General Paz: ¿a dónde vamos ahora?

 


Martina Rico es fotógrafa y creadora audiovisual, trabaja generando contenidos para diferentes clientes y marcas de forma independiente. Un poco de cada punto cardinal: de San Justo de toda la vida, Licenciada en Relaciones Públicas egresada de la Universidad Nacional de La Matanza, docente de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y recientemente mudada a la capital de la industria, San Martín. Googleadora compulsiva, saca el celular en cualquier circunstancia para buscar lo que sea. Sueña con conocer el mundo, pero también sabe que en cada esquina hay un mundo para conocer.