El 10 de diciembre se cumplieron dos años de gestión del gobierno de Javier Milei. El oficialismo abandonó la confrontación permanente para pasar a la negociación. La oposición se dispersa en liderazgos locales. El modelo de estabilidad macroeconómica no contempla la recuperación homogénea.
Por Gabriela Granata*
La política y la economía parecen marchar en dos velocidades. Ya no se trata solo de las variables financieras versus las variables de la economía real, sino que ahora se suma también una divergencia entre cómo se acomodó rápidamente el oficialismo y cómo se demora la recomposición de un sector opositor articulado para resistir algunas reformas que el Gobierno viene atropellando y -mejor aún- para empezar a pensar una propuesta alternativa.
En términos tiempistas, está claro que La Libertad Avanza es quien mejor capitalizó el resultado electoral favorable al gobierno de Javier Milei. La victoria en la última elección de 2025 -la elección parlamentaria general de diputados y senadores nacionales- encontró al oficialismo en un camino ascendente, en el cual consiguió no solo fortalecer su presencia parlamentaria, sino también generar un polo de atracción política. Muchas veces no se trata solo del resultado, sino de qué se hace con él.
La diferencia está clara respecto de lo que ocurrió en la elección de la provincia de Buenos Aires, 45 días antes, cuando un exitoso Axel Kicillof -que obtuvo una amplísima ventaja en el territorio que gobierna, con 14 puntos de diferencia sobre La Libertad Avanza- no pudo capitalizar ese triunfo ni en su propio territorio ni como convocante de otros líderes opositores para construir una red que empezara a instalar la idea de que la oposición al gobierno de Milei se iba a organizar. Claro que Kicillof no tiene un camino fácil: su principal obstáculo es, además, su mentora política, la expresidenta y titular del Partido Justicialista a nivel nacional, Cristina Kirchner, quien recién ante la evidencia de la derrota nacional le dejó un poco de oxígeno al gobernador bonaerense.
Las urnas hablaron y ordenaron. El resultado electoral del 26 de octubre ya es historia, pero las consecuencias de ese resultado son el presente. Así, el oficialismo rápidamente encaró una reconversión de su gabinete político, diluyó las internas entre Karina Milei y Santiago Caputo, colocó a su principal vocero, Manuel Adorni, como jefe de Gabinete, e incorporó a Diego Santilli, quien todavía dice reportar al PRO, como ministro del Interior, una cartera clave para articular el circuito de visitas con gobernadores propios, afines y un poco más lejanos.
A esta altura está claro que ese esquema le dio resultados, en contraste con la desgastada figura de Guillermo Francos, quien venía cerrando conversaciones que luego no se traducían en la mesa concreta donde se definen los números entre las provincias y la Nación.
Una receta con muchos ingredientes y pocos comensales
El 10 de diciembre de 2025 trae consigo una paradoja, o, como diría el ministro de Economía, Luis Caputo, hechos derivados de la causalidad. El equipo económico lanzó un bono en dólares con una tasa impensada hace un año atrás, luego de una sucesión de medidas que en el Palacio de Hacienda se anotan bajo el título de “éxitos”: triunfo electoral en la ciudad de Buenos Aires, salida (todavía parcial) del cepo, renegociación de la deuda con el Fondo Monetario, respaldo del gobierno de Estados Unidos y victoria en las elecciones parlamentarias generales. La derrota en las elecciones de la provincia de Buenos Aires no está claro si anotarla como fortaleza de la oposición o como debilidad del oficialismo, ya veremos.
Horas antes, se había conocido el índice de actividad industrial, que mostró dos meses seguidos de caída, una retracción de casi cinco puntos desde que comenzó el año y, para asombro de muy pocos, una pérdida de puestos de trabajo.

Algunos datos lo explican: en dos años de gestión libertaria hay 138.573 empleos registrados menos en el sector privado. De ese total, 42.406 corresponden a la industria y, si se suman minería y construcción, la pérdida asciende a 111.747, es decir, el 80% del total, de acuerdo con un informe realizado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA). El reporte agrega que, entre las empresas, hubo 1.974 casos de cierre en el sector industrial y 1.790 en el sector de la construcción.
Si se deja de lado el estudio de un centro privado, los datos del Indec apuntalan la tendencia: en octubre de 2025, el índice de producción industrial manufacturero muestra una caída de 2,9% respecto del mismo mes de 2024 y 11 de las 16 divisiones de la industria manufacturera presentaron bajas interanuales.
Energía, agro y minería muestran dinamismo; el resto de la economía espera. La Casa Rosada aceleró su agenda: cambios tributarios, laborales y el Presupuesto 2026, con la convocatoria a sesiones extraordinarias de diciembre, y construyó una primera minoría en cada cámara. Para las mayorías, falta. Y para eso necesita a los gobernadores.
Economía y política, el hilo de Caputo
Al ministro de Economía le viene gustando mechar anuncios económicos con análisis políticos, algo que hace con más frecuencia desde que su colaborador Pablo Quirno partió rumbo a la Cancillería. “Hay muchos medios dominados por la izquierda y ven en Milei una amenaza”, dijo Caputo en un encuentro reciente con financistas. Según el ministro, ese escenario influye en la percepción pública y en la discusión sobre las reformas económicas… además de mantener resistente a la baja el índice de riesgo país, central para la toma de deuda.
Sin nombrar a ningún funcionario (Diego Santilli) ni exfuncionario (Guillermo Francos), apuntó al corazón de la gobernabilidad: “Los gobernadores saben lo difícil que es sacarme plata, pero los ayudo en lo que puedo y lo valoran”, aseguró, ratificando su rol de guardián de la caja nacional. Esa relación es central: los gobernadores controlan a 28 de los 72 senadores y a 64 diputados, un poder decisivo para cualquier reforma estructural.

Aquí también hay dos velocidades. La Libertad Avanza se movió rápido para convocar a gobernadores en busca de consenso. No a todos, claro: dejó fuera de la conversación a los referentes provinciales más cercanos a Cristina Kirchner, que se mantiene en segundo plano, aun con otra causa judicial en marcha en la que está acusada. Nadie tomó su lugar como voz predominante en la oposición. No lo hizo el Axel Kicillof triunfante de septiembre ni el Axel Kicillof golpeado de octubre, cuando la ciudadanía comienza a buscar un referente sobre el cual depositar expectativas de cambio. Tampoco lo hicieron los mandatarios de ese agrupamiento denominado Provincias Unidas, convertido en una diáspora que ni siquiera sostuvo la ilusión de un bloque común. Ni los sindicatos, inmersos en su proceso de cuasi renovación dirigencial y más preocupados por cómo atajar los embates del Gobierno Nacional que por construir alternativas.
Es probable que sea demasiado pronto y que la victoria electoral le otorgue a LLA el derecho de tomar las riendas de la agenda. Las propuestas alternativas escaseaban antes de la elección. Y en eso, no hubo cambios.

*Gabriela Granata es Licenciada en Periodismo de la Universidad de Lomas de Zamora y cursa una Maestría en Comunicación Digital e Interactiva en la Universidad de Rosario. Es docente de las materias de Taller de Redacción Periodística (UNLZ) y de Periodismo Político, Introducción al Periodismo y Prácticas profesionales en las Universidades Católica Argentina (UCA) y de Belgrano (UB). Realizó cursos de posgrado en Comunicación Política en FLACSO.
Se desempeñó como redactora y editora en agencias de noticias NA y Télam, en el diario Crítica y dirigió la revista de actualidad Veintitrés. Actualmente, es la directora periodística del diario especializado en economía BAE Negocios baenegocios.com y conduce el programa de radio Números primos, los viernes de 17 a 18 por AM Con Vos.



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