Dialogamos con Adriana Laura Massidda, investigadora, docente en la Escuela de Arquitectura de Leicester (Leicester School of Architecture, De MontfortUniversity, Reino Unido) y doctora en arquitectura por la Universidad de Cambridge (2017).
Entre 2017 y 2019 fue becaria postdoctoral en el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR/CONICET), donde profundizó y expandió su trabajo doctoral sobre la historia de las villas del sudoeste del Gran Buenos Aires. Ambos trabajos -doctoral y postdoctoral- analizaron las transformaciones espaciales generadas por villas y actores estatales durante el período 1958-1972. En 2019 obtuvo una beca de la organización Canning House y la universidad King’sCollege London para desarrollar un proyecto sobre liderazgos femeninos y autoconstrucción en pueblos jóvenes en Lima, Perú, durante los años ’80 y ’90 del siglo pasado. Su trabajo actual analiza la producción social del hábitat en relación a dinámicas de género, identidad cultural y ecología urbana, especialmente problemáticas de agua potable, inundaciones, contaminación y forestación.
En esta entrevista la investigadora nos introduce a su mirada sobre el Conurbano y su campo de especialización en el área geográfica que nos ocupa.
– ¿Cómo definís el Conurbano?
– Lo pienso bastante básico, tiene que ver con ese modo de pensar la ciudad dividida en dos: Conurbano y Capital. Conurbano es lo que queda fuera de la frontera de Capital. Definirlo por la negativa no está bueno, pero lo hacemos, lo tenemos muy naturalizado. Me estoy dando cuenta mientras te lo digo pero pienso a la ciudad como un todo. El entorno construido conurbano termina siendo lo que queda en otros partidos a nivel frontera administrativa que lo llamamos Ciudad de Buenos Aires o Capital Federal
– Desde una perspectiva histórica, ¿cómo se fue modificando su mapa?
– Para mi doctorado hice una pequeña exploración de las leyes que definían lo que era Gran Buenos Aires y hay una de 1947 que incluye menos partidos que los que hoy establece el lNDEC. Cuando pienso el Conurbano también está en disputa esta cuestión de hacer una sumatoria de partidos que tienen límites espaciales arbitrarios para poderlos gobernar, administrar y cruzo eso en mi trabajo con lo que es la “mancha construida”, la ciudad donde realmente viven, trabajan personas, donde realmente hay ciudad y metraje cuadrado cubierto de construcción. Entonces cuando pienso el Conurbano tengo presente qué cambió a lo largo del tiempo y en general traslado mi pensamiento a lo que era en ese momento.
– ¿Cómo empezó tu trabajo?
– Cuando empecé el doctorado encontré dos tipos de trabajos en relación a lo espacial geográfico. Por un lado, aquellos que se quedaban en la frontera administrativa de Capital. Esto me parecía que no le hacía justicia a la escala y a la dinámica del problema, porque en realidad, ya desde la época que yo estudio las cosas que estaban pasando en Conurbano a nivel transformación urbana, eran igualmente significativas que las puramente capitalinas. Hoy me parece que sí, que en el Conurbano es donde se disputan temas más creativos, como la transformación del territorio, la relación con la naturaleza, la generación de distintas centralidades, de distintas identidades más locales. Aquellos eran estudios que solo se remitían a Capital y me parecía que no estaban abordando el problema porque la ciudad es un todo y la mayor parte de su población y de las cosas que pasaban estaban fuera de ese límite. Por otro lado, existían trabajos que intentaban describir la totalidad del AMBA pero que nunca llegaban a abarcar ni la complejidad ni la dispersión geográfica del territorio dada su enorme escala.
En el Conurbano es donde se disputan temas más creativos, como la transformación del territorio, la relación con la naturaleza, la generación de distintas centralidades, de distintas identidades más locales.
– ¿Cuáles fueron tus líneas de investigación?
– Lo que hice para mi doctorado fue tomar las inmediaciones del Riachuelo/Matanza. La llamo la “cuenca media”. No coincide exactamente con lo que ACUMAR llama “cuenca media” sino que corre alrededor de un tramo rectificado desde Puente Alsina hasta pasando Puente La Noria: una planicie de inundación del Riachuelo que fue ampliamente transformada en los años que yo estudié (entre 1950 y principios de la década de1970). En mi recorte crucé Capital y Conurbano porque mi trabajo era de historia urbana y, sin que lo supiera en ese momento, también era de historia ambiental. Limitarse a las fronteras administrativas no tenía mucho sentido, con lo cual establecí una zona de “estudio de fronteras borrosas”, cruzando Capital –Soldati, Lugano y Riachuelo–, Lanús–Lanús Oeste–, Lomas de Zamora – Budge y Fiorito–y La Matanza –Celina–, pero no la totalidad de estos partidos. Mi conocimiento es acerca del primer cordón. Como académica soy consciente de que Conurbano tiene una complejidad y una extensión que no voy a poder abarcar y tampoco lo ambiciono.
– Si hablamos de espacios informales en Conurbano y Capital como lugares contrapuestos, divididos. ¿Cuáles son las diferencias?
– En las villas las diferencias se fueron acentuando a lo largo del tiempo. En la época que estudio hay distintas villas y distintas modalidades. A la vera del Riachuelo había tres villas grandes -Villa Jardín, Villa Tranquila y la Isla Maciel- y no había mucho más. Al comenzar la investigación, para convencerme de que no había más que estas villas, fui al territorio porque las fuentes sobre espacios informales siempre son muy escurridizas (en general registradas de modo parcial por el Estado o la prensa), y aún más en perspectiva histórica. No había fuentes escritas sobre otras villas por esa zona en los años ‘50 y ’60 del siglo pasado, pero eso no me aseguraba que no hubieran existido dado que podrían no haber quedado registradas en las fuentes de las que yo disponía. Era importante hablar con les habitantes y ver si conseguía otros registros que no estuvieran en las fuentes, pero no: de verdad no había. Para esto es importante aclarar la definición de villa que trabajamos en Argentina: agrupaciones de viviendas en terreno ocupado, terreno que no fue ni comprado ni alquilado por sus ocupantes. Lo que había en Conurbano eran loteos. Entonces a nivel histórico siempre distinguimos lo que son las villas miseria de lo que son esos loteos de terreno sin urbanizar, que se hacían por especulación pero donde las personas sí habían comprado los lotes.
– ¿Qué problemáticas compartidas existen?
– La problemática en común en estos dos tipos de barrios es la falta de servicios, el hecho de que les vecines tengan que agruparse para construir, juntar fondos, peticionar a la municipalidad, etc. y el hecho de que sean en general laburantes. También hay dos diferencias: la más importante es que como les villeres no tienen un título que les respalde su presencia en el terreno tienen una capa más de conflicto por luchar y negociar con la municipalidad que es la misma permanencia en los terrenos, acceder al agua, la recolección de la basura, las inundaciones y el relleno de los terrenos. Entonces elegí estudiar a las villas porque me interesaba esa conjunción de problemas. La otra diferencia es que en general les villeres tenían un poco de menos plata que aquelles que compraban terrenos que eran todes laburantes. Aunque no es bueno generalizar, aquelles que vivían en villas no tenían la plata para comprar un terreno a una distancia manejable de sus lugares de trabajo, al menos manejable de lo que se consideraba en ese momento porque hoy en día la gente viaja hasta dos horas para ir a su trabajo pero en esa época lo que se consideraba razonable o tenían un terreno mucho más lejos o la amplia mayoría no tenía ningún terreno.
– Pensando en el rol del Estado, ¿cuáles son las leyes que existen y otorgan uno de los derechos esenciales como es el acceso a la vivienda?
– Con el tiempo fueron cambiando mucho las legislaciones que aplican a Capital Federal y a Provincia de Buenos Aires. En la actualidad es relevante diferenciar entre lo que pasa adentro y afuera de esa frontera. En Capital se fueron sumando ya desde los ‘90 o el 2000 una cantidad de leyes que le dan derechos a les villeres sobre la transferencia dominial y urbanización. Hay leyes incumplidas pero hay todo un paquete de legislaciones. Contrariamente en Provincia que se maneja todo a nivel de negociaciones grupales o interpersonales. La legislación en Provincia cambió durante la última dictadura militar y prohibió vender terreno no urbanizado. Entonces esos loteos baratos, sin servicios, ya no existen más. Por otra parte, la dictadura implementó un operativo masivo de erradicación de villas sólo en Capital. Esa población se desplazó a Provincia y así surgieron nuevas modalidades de asentamientos. Investigadores como María Cristina Cravino marcan esa diferencia muy fuerte entre villas históricas y asentamientos, que van de los 80 a esta parte y principalmente en Provincia.
– ¿Cómo pensás actualmente a este territorio?
– Soy muy cautelosa sobre generalizar acerca de algo tan complejo como Conurbano pero alentaría todos los trabajos que tengan que ver con este espacio. Me gustan aquellos que abarcan un área específica, me parece muy acertado. Hay que sumergirse en el Conurbano desde todos los lugares, localizarse en un barrio o en algunos barrios pero no en la totalidad de la conurbación ya que es inabarcable. Está todo por hacer y sería hermoso ver que surjan o que circulen más obras de arte que tengan que ver con Conurbano porque creo que esto también concentra mucho la atención en Capital. Sería interesante observar la creación más lúdica de Conurbano: música, pintura, cine, etc.: más material que nos plantee una multiplicidad de miradas sobre Conurbano tanto como objeto de representación, de discusión o simplemente como el espacio habitado.
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