Abuelas de Plaza de Mayo cumple 44 años de existencia. Hallaron 130 nietos, pero la búsqueda sigue y es larga. Delia Giovanola, una de las fundadoras del organismo, repasa su historia y sus desafíos.

Por Luciana Bertoia
Foto: Educación y Memoria

Cuando le preguntan cómo está, Delia Giovanola responde “bien, pero vieja” y se ríe. Hace 45 años salió a la calle a buscar a su único hijo, Jorge Ogando, y a su nuera, Stella Maris Montesano, que estaba embarazada de ocho meses cuando los secuestraron el 16 de octubre de 1976. Delia, por entonces, se dedicaba a la docencia, pero dejó todo por la búsqueda y para cuidar a Virginia, su nietita de tres años que había quedado durmiendo cuando se llevaron a sus padres. Fue una de las doce mujeres que, en 1977, advirtieron que la estrategia para hallar a los nietos/as sería distinta de la que debían llevar adelante para dar con los hijos e hijas, y conformaron lo que sería Abuelas de Plaza de Mayo, la institución que este 22 de octubre conmemora sus 44 años de existencia.

En 2011, Delia perdió a Virginia, pero siguió caminando hasta encontrar a Martín, el bebé que, según pudo reconstruir por testimonios de sobrevivientes, nació el 5 de diciembre de 1976 en el centro clandestino de detención conocido como Pozo de Banfield. Y lo encontró: el 5 de noviembre de 2015, apareció. Hacía casi quince años que vivía en Estados Unidos. “Martín es el nieto que hubiera deseado, digno hermano de Virginia, que fue la nieta que siempre soñé y la nieta que realmente fue. Martín era toda expectativa: ¿Cómo será el día que lo encuentre? Bueno, exactamente igual a su hermana y hasta parecidísimo al padre”, dice Delia en una conversación con Revista Cordón, canalizada por tecnologías más avanzadas, como las videollamadas, y a través del noble – y siempre efectivo – teléfono de línea.

– ¿Cómo enfocan la búsqueda ahora que Abuelas está cumpliendo 44 años?
– Cuarenta y cuatro años en los que tuvimos que renovarnos porque todavía tenemos muchos nietos que estamos buscando. Nos faltan alrededor de 300 y estamos viendo la forma de que todo el país esté compartiendo la búsqueda. Hemos iniciado varias actividades, con la ayuda de la juventud y de los organismos de Derechos Humanos dentro y fuera del país. Estamos siempre buscando una forma distinta. Este año, lo hacemos con Florece Identidad, con distintas actividades en toda la Argentina. Cada uno lo organiza y lo desarrolla poniendo toda su creatividad. Es maravilloso ver los resultados. Tenemos todo un futuro por delante. Nosotras ya somos figuritas decorativas. Mientras haya una Abuela, va a estar presente, pero los trabajos los hace la juventud. Es impresionante cómo los hijos de desaparecidos y la gente que trabaja con nosotras están llevando adelante la institución. Nosotras los vemos y nos sentimos abuelas de todos.

– Los nietos ya son adultos y ahora aparecen también los bisnietos, ¿ustedes apuestan a que sean ellos quienes, con sus dudas, motoricen la búsqueda de sus padres y madres?
– Nosotras llevamos 45 años sembrando y dando charlas en los colegios. Hoy en día, las charlas son en universidades, porque en los colegios la nueva generación ya sabe todo, no ignora lo que pasó en el país.

¿Y cómo fue la tarea de Abuelas durante la pandemia?
– Después de la pandemia, hemos aprendido a utilizar la computadora y a dar charlas, sobre todo fuera del país. Es importante porque en Estados Unidos encontramos a Martín, en Holanda encontramos a Fedora (Baratti de la Cuadra), y a otra nieta en España. La acción de Abuelas traspasó las fronteras. Acá se hicieron juicios y se condenó, y en otras partes del mundo, nada, ni siquiera se busca a los desaparecidos. En el mundo nos admiran en muchos sentidos, aparte del análisis de ADN y de los chiches que vinieron aparejados con Abuelas. Hemos sido únicas en el mundo. Hemos sido ejemplo de fuerza, de voluntad, de constancia.

– Mencionaba el proceso de justicia en la Argentina y ahora se está llevando adelante el juicio por crímenes en el llamado Pozo de Banfield, ¿qué expectativas tiene?
– Que condenen a los culpables. El ideal sería qué diga dónde están, dónde se encuentran para poder arrimarles una flor, pero no lo van a decir. Han hecho un juramento y lamentablemente, hasta ahora, ninguno lo ha dicho.

– Para el aniversario de la Noche de los Lápices estuvo en el Pozo de Banfield junto con su nieto, Martín. ¿Qué significó esa visita, especialmente para él, que era la primera vez que ingresaba a ese lugar?
– Fue impactante para él, más que para mí. En mi caso, estoy muy fogueada. Es la tercera vez que voy al Pozo de Banfield. La primera vez, lo recorrí en las condiciones en que quedó, en crudo. Ahora ya está reparado, arreglado, aunque sigue siendo impactante porque las paredes hablan. El lugar es tétrico. Hasta el olor había quedado. Para una persona como Martín, saber que allí nació y que allí falleció su madre, y que allí torturaron a la madre y al padre, tiene que haber sido tremendo. Nosotras estamos fogueadas. Desde 1976, que se llevaron a mi único hijo, salí a buscarlo.

A lo largo de su historia, las Abuelas fueron investigadoras, se disfrazaron para acercarse a los nietos y a las nietas que estaban buscando, se preguntaron si la sangre de ellas serviría para identificarlos. Y sirvió. Después, vinieron el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) y los análisis de ADN. Su búsqueda, incluso, impulsó a la ciencia, pero la continúan porque son muchos los que faltan. Hasta ahora, encontraron 130 nietos y nietas, pero restan alrededor de 300.

Durante la pandemia no hubo encuentros, aunque hubo gente que se acercó con dudas. Para el 22 de octubre, Día Nacional por el Derecho a la Identidad, las Abuelas lanzaron una campaña para que se replique en todo el país, Florece Identidad, con la idea de que las imágenes de flores aparezcan en cada rincón del territorio. Así, buscan que florezca una búsqueda en cada lugarcito.

Junto a ellas, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que conduce Horacio Pietragalla Corti – el nieto 75 encontrado por Abuelas –, inició otra campaña para colaborar con la tarea, #ArgentinaUnidaTeBusca, que, a través de distintas piezas de comunicación y acciones territoriales, busca llevar la búsqueda a todo el territorio argentino. “La idea de la campaña es interpelar a los hombres y mujeres que tienen una duda y decirles que es el momento de acercarse, que todo el Estado argentino está para apoyarlos y hacer algo tan simple como acompañar la búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo


Luciana Bertoia estudió periodismo en TEA y Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Tiene una maestría en Derechos Humanos y Democratización en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Trabajó en redacciones como el Buenos Aires Herald y El Cohete a la Luna, donde se ha dedicado a los temas judiciales y derechos humanos, especialmente, a aquellos vinculados a la memoria. Actualmente, trabaja en Página/12, es columnista en Desiguales por la TV Pública, y es docente en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa).