“Buena vida y poca vergüenza” es el disco de la artista trans sudaca Susy Shock. En su contratapa compartió una anécdota con su abuela, que resultó en una inspiración para ella y para muchxs: “Una vez le pregunté a mi abuela Rosa, la tucumana, que cómo hacía para estar tan guapa y ella me dijo: buena vida y poca vergüenza”.

En este día de las infancias, segundo consecutivo en medio de una pandemia que limitó aún más las libertades de les niñes, recordamos este consejo de la abuela Rosa como inspiración y grito de esperanza para infancias de todos los colores.

“Van estas palabras para las travitas, para lxs niñxs trans…
que ojalá les hagamos de una buena vez, los postres, los abrazos
y las canciones de cuna necesarios para que vuelen sus alas”
Susy Shock, Crianzas.

¿Seño, vos apoyas a LGBT? Con los ojos atentos a la reacción de la maestra, Cami esperó la respuesta. “Si, si”, le contestó la docente. Según la niña de 8 años “estaba nerviosa”. Pero te dijo que sí, le comenté. “Y si, obvio, qué me va a decir”, me replicó. “¿Cómo no va a estar de acuerdo con que cada uno elija lo que quiere ser?”.

Lxs pibes, pibas y pibis andan diciendo más de lo que les preguntamos. Cuando les adultes andamos pidiendo más ESI, otro taller acá, otra clase allá, ellxs ya fueron y vinieron desde la simpleza construyendo otros sentidos. Nadie puede afirmar que todas las infancias partan de un mismo conocimiento de sus derechos, y claro que queda mucho por trabajar, porque si a las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries se las piensa desde sus culturas, etnias, nacionalidades y clases sociales, las infancias también exigen ajustar esa lente para mirar mejor. Sin embargo, ya sea por la impunidad que les otorga andar por la vida con una cara traviesa o un sonrisa con ventanita, les pibxs ponen la palabra justa y otras veces, cuando la palabra no aparece, los sentires afloran desde otros planos posibles. A veces encuentran silencios, otras empatía y muchas veces indiferencia. 

La existencia de las infancias está atravesada por el adultocentrismo, un “aprendizaje social sobre cómo entender y tratar a un niño, niña, adolescente y joven” según la guía de UNICEF llamada “Superando el adultocentrismo”. Este aprendizaje parte de valores, actitudes y conductas inspiradas en la superioridad del adulto sobre los grupos etarios jóvenes. Así como nadie nace siendo mujer según Simone de Beauvoir,  se puede decir que nadie nace adultocéntrico, sino que se trata de un proceso que “surge como producto del vivir (habitar) en una sociedad adultocéntrica”, según amplía el cuadernillo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

Para Agustina Iglesias, filosofa, feminista y educadora popular, el adultocentrismo “es un sistema de jerarquías sociales, económicas y culturales de nuestra sociedad, en donde se le da jerarquía a la palabra y a los deseos de los adultos por sobre las infancias y las adolescencias, como si no tuvieran nada que decir cuando en realidad, este no tener nada que decir es una imposición”. Para ella se trata de un sistema que “está basado en pensar que tanto la infancia como la adolescencia son un tránsito a algo, a otra etapa y no se lo piensa como un momento en sí mismo que tiene sus propias dificultades, problemáticas y deseos”. 

Marlene Wayar plantea que “el interés superior del niño debe plantearse de manera radical, en primera persona, en voz de la niña y el niño expresando lo que les duele. El interés real del niño o la niña nos guía en qué es lo que va a ser mejor». La activista travesti y autora de “Travesti: una teoría lo suficientemente buena”, propone desde hace años la importancia de entender que les niñes están atravesades por el patriarcado tanto por el adultocentrismo. En una entrevista realizada por la Universidad San Francisco de Quito y la Universidad Autónoma de Barcelona afirmó: “Se nos obliga a que aprendamos a meternos en los clósets y salgamos bien vestidos de hombre y de mujer, pues estas son las únicas maneras legítimas de transitar la humanidad, nuestra humanidad, nuestra mismidad de ser. Pero nuestra humanidad es esta y tenemos derecho a ejercerla”.

Mulán


Dibujo de Astor, en un trabajo del jardín

“Desde muy chiquito me han contado que decía que era mujer porque tenía vagina, pero que si no fuera así sería varón porque me gustaba correr”, cuenta Astor V. Ortiz y se ríe un poco de los estereotipos que traen esas anécdotas. Mirando la película infantil Mulán a los 9 años recuerda que tuvo una revelación porque “ahí me rescaté de que soy trans”. Al ver a la protagonista transicionar (en un momento de la pelicula Mulán se hace pasar por un guerrero) se preguntó “qué pasará con las personas que transicionamos y no volvemos a la etapa anterior de mujer: ¿Los varones cis nos seguirán gustando? ¿Nos van a seguir queriendo?”. Todas esas preguntas para Astor fueron encontrando respuestas en la vida adulta, pero asegura que esas ficciones permiten la “posibilidad del juego y ahí las infancias pueden comprender su libertad. Cualquier estímulo nos puede hacer dar cuenta de lo que tenemos guardado por la heteronorma”. Astor tiene 23 años, comenzó su transición hace muy poco y decidió hacer este proceso desde lo político antes que desde lo físico. “No tengo tratamientos hormonales, pero ya hice mi cambio de DNI. Quería hacer un cambio político para que me puedan entender y que no sea todo hostil desde el principio”.

Durante muchos años, desde la infancia lo habla con su entorno pero “sin ponerlo en palabras”, cuenta. Hace dos años inició su transición y asegura que este momento histórico le hizo pensar “que no te podes quedar en tu casa enclosetado mientras en la calle están pasando otras cosas”. Astor participa de Trans Argentinxs y es docente del “Fines Disidente” de Avellaneda, una iniciativa de la Universidad Popular Barrios de Pie. 

De la infancia y de los comienzos adolescentes recuerda su entrada al mundo del animé. “Me descubrí también trans dentro del mundo del animé y de los videojuegos. Ahí, a los 14 años, me enteré de la existencia del binder, que es una faja de pecho. No lo pude conseguir hasta que fui mucho más grande. Obvio que cuando lo tuve me puse re a llorar”.


Dibujo de Astor, en un trabajo del jardín

Un encuentro del destino en la Estación

A. es mamá de M., una adolescente trans de 16 años. Desde el inicio de la conversación con Cordón, ella llora. Cuenta que hace dos años llegaron a la Asociación Unidos por la Diversidad Villa España gracias a un perrito perdido. “Fue medio loco el encuentro con Micaela Casas, la referente”. Un día, A. y M. encontraron un perrito ciego que andaba perdido cerca de la estación de Villa España, en el partido de Berazategui. Luego de publicar sus fotos, apareció su dueña para recuperarlo: Micaela, referente de ATTTA (Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina) y fundadora de la Asociación Unidos por la Diversidad de Berazategui.

Hace dos años, M. encontró ayuda en ese espacio. “Nos asesoraron con los tratamientos hormonales, con el DNI, con acompañamiento psicológico. Nos sentimos bien ahí, compartiendo”, asegura su mamá. 

Los recuerdos la emocionan y remueven dolores que aún está asimilando. “Hace dos años M. vino y me dijo: ‘mamá te tengo que contar algo’. Me contó que quería ser una nena. Me costó, no te voy a mentir. Pero enseguida lo entendí y acá estamos, ¿no?”


Asociación Unidos por la Diversidad Berazategui

Esa revelación identitaria de M. trajo también la confesión de un abuso en la infancia. El progenitor de M. abusó de ella durante su niñez, y ese dolor está presente en este recuerdo. “En la Asociación me ayudaron a mí como mamá también a saber qué hacer con eso. Esa contención que encontré en Micaela no la encontré en el Juzgado, por ejemplo. Todavía estoy esperando una cámara gesell por la denuncia”.

Hubo una época en que M. estaba “bajoneada. No quería salir, que la vean”, cuenta su mamá. La respuesta del entorno la afectó pero A. recuerda que le dijo: “Mira M., vos tenés que salir, al que no le gusta que no te mire y listo. Y acá estamos ¿no? Luchando por sus derechos”.

El proceso de transición fue duro, asegura A. Hubo discrimiancion de compañeras de la escuela y también algunas dificultades con docentes, pero A. relata que fue “hablando con docentes, directivos, hasta el Consejo Escolar, y hoy todos la nombran con su nombre autopercibido y la tratan bien”. 

M. hace cinco meses que está en tratamiento hormonal y para sus mamá, después de dos años duros, lo importante es que ella es “una chica más”. La adolescente hace videos de Tik Tok y algo del animé está entre sus gustos. Cuando Cordón le preguntó si tendría que darle un consejo a alguien que está repensando su identidad, qué le diría, ella no dudó:  “Para alguien que está iniciando su transición les diría que estén seguros y confíen en sus sentimientos. La vida es una, se vive una sola vez. Lo que diga la gente no importa, hay que estar seguros y no dejar que los comentarios nos afecten. El consejo que les daría es que se animen”.

Micaela Casas es referente de ATTTA y fundadora de la Asociación Unidos por la Diversidad de Berazategui. Consultada por Cordón sobre el trabajo territorial que desarrollan, cuenta que recuperó la experiencia de todas las diversidades del distrito. En 2019 formaron la asociación y el trabajo se intensificó cuando llegó la pandemia. En ese momento, “nos vimos involucrades en dar asistencia a las poblaciones más necesitadas, sobre todo la trans y travesti que es la más vulnerable”. Durante el 2020 hicieron un merendero para la población LGBT y todo ese recorrido les permitió madurar distintos proyectos específicos para la comunidad. 

A Micaela la experiencia de niñes y adolescentes que forman parte de la Asociación le traen recuerdos de la propia infancia. “Recuerdo la falta de acompañamiento, de comprensión. Esto es algo que me marcó mucho. Incluso mi madre me sigue llamando con mi nombre anterior”, cuenta. Ni la escuela ni la familia le brindo compañía y eso la sumergió en el “famoso closet”, afirma. “Todo eso me motivó a estar en esta lucha, todas esas burlas y discriminacion. Todo lo que yo no tuve pienso que puedo lograr que sí lo tengan las niñeces y adolescencias que pasan por nuestro espacio”.

De esas adolescencias, recuerda a M. “Todo lo que pudimos darle de herramientas a ella y a su mamá las ayudó, y me alegra que ellas sean parte de nuestra comunidad. Me alegra que la mamá le de apoyo y amor a su hija, que es algo que yo no tuve y muches compañeres tampoco.” Hoy M. es una de las referentes jóvenes de la Asociación.


Muestra de arte de adolescentxs en la Asociación Unidos por la Diversidad

El Estado escucha

Valeria Pavan es psicologa, activista de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) y autora de “Niñez trans: Experiencia de reconocimiento y derecho a la identidad”, un libro que brinda testimonio sobre las experiencias y alternativas que acompañaron el inédito caso del reconocimiento legal de una niña trans de cinco años llamada Luana, que se convirtió en un hito fundamental para pensar las infancias desde una perspectiva de géneros. 

Actualmente está a cargo de la Coordinación de Políticas de Salud Inclusiva en el ámbito de la Dirección Nacional de Políticas Integrales de Diversidad Sexual y de Géneros en el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación. Desde allí afirma que es “fundamental el diálogo con las organizaciones para elaborar políticas públicas”. Consultada por Cordón sobre el rol del Estado en la articulación con las organizaciones de LGBTIQ+, afirma que desde la Coordinación que tiene a su cargo intentan hacer eso, “en el encuentro con la organizaciones y familias enriquecemos las agendas y contemplamos las intersecciones, las cuestione regionales, y desde las militancias reclaman el lugar fundamental que debe ocupar el Estado y esto es así: debe ocupar un lugar en esa agenda”.

Pavan fue parte del  equipo interdisciplinario que acompañó a Lulu y a su mama Gabriela Mansilla, hoy referente y fundadora de la Asociación Civil Infancias Libres, en el proceso de adquisición de un DNI que respetara su identidad autopercibida. “Se requiere fundamentalmente poner la escucha a disposición de las infancias, tanto en relación a sus expresiones sobre la identidad de género como también sobre sus orientaciones sexuales, que es algo que aún cuesta que se les preste escucha desde les adultes. Es necesario que esta escucha habilite la posibilidad de transitar a un paradigma más amplio de ser en el mundo”.

Para la funcionaria del primer Ministerio de las Mujeres “es necesario que se amplíe la mirada. Estamos en un momento de ampliación paradigmática pero aun el binarismo está muy instalado, por eso es necesario que el estado impulse políticas que garanticen el ejercicio de derechos y que nos permita reflexionar sobre la necesidad de la aceptación y de escuchar al otro”. Sobre la escucha, coloca atención a que debe tratarse de “una escucha despatologizada”, porque según ella “la tendencia en general es que, cuando cualquier niñe expresa algo por fuera de la norma, enseguida se consulta a médicos, y ahí estamos impulsando la patologización”.

En cuanto a los roles de les adultes, asegura que “en realidad somos los adultos quienes tenemos que reflexionar y dejar de poner esa carga sobre las infancia y adolescencias. Se trata de un déficit del mundo adulto”.