Milei tiene parte de su gabinete y su programa económico intervenido por Macri. Tensa relación antes de asumir y condicionamientos para la gobernabilidad. El peronismo acéfalo y un horizonte puesto en Kicillof. La rosca antes del 10D.
Por Pablo Lapuente*
Pese a haber triunfado en una elección histórica -casi 14 millones de personas pusieron en las urnas una boleta de La Libertad Avanza-, el hoy presidente electo, Javier Milei, no logra ahuyentar de la opinión pública, ni en muchos de los dirigentes incondicionales que lo escoltaron en la campaña, el fantasma de un Mauricio Macri interviniendo su motosierra y las principales áreas del próximo gobierno. Aun así, ese acuerdo entre ambos líderes que se cerró en la casa que el egresado del Cardenal Newman tiene en Acassuso y que le permitió vencer al peronismo unido en el balotaje, muestra también el lado más pragmático del economista de la Universidad de Belgrano, que parece dispuesto a todo con tal de llevar adelante sus políticas de shock con gobernabilidad macrista.
La dolarización sin dólares, el levantamiento del cepo desde el primer día que no será, la quimera del fin de las relaciones con China y Brasil, o incluso los gastos en políticas sociales por parte del Estado deberán esperar, probablemente en nombre de un modelo que no estalle por los aires en tres meses.
Aun así, se puede advertir también que la postergación de algunas de estas políticas o, incluso, la suspensión de otras sean parte de una estrategia mayor, por la cual es necesario contar con ciertos consensos para que el ajuste y el desguace del Estado no se diluya como ya le sucedió a Macri, más si hay cierto resurgimiento del liberalismo como política económica. Al menos, de acuerdo a la plataforma de gobierno del liberal, se advierte una línea histórica con José Alfredo Martínez de Hoz durante la dictadura, Domingo Cavallo durante el menemismo y, por supuesto, con el gobierno de Cambiemos entre 2015 y 2019.
En búsqueda de la gobernabilidad
De esos lazos históricos que parecen tejer continuidad con la próxima gestión de Milei, es que sus diseñadores estén buscando incorporar caras conocidas de otras tradiciones políticas para edulcorar la idea de “cambio”, aunque muchas de ellas no se confirmen. Por caso, el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, que fue ratificado en su cargo por Diana Mondino; el exministro y excandidato a vicepresidente, Florencio Randazzo, que suena como posible presidente de la Cámara de Diputados impulsado por Guillermo Francos; o el gobernador de Córdoba y excandidato a presidente, Juan Schiaretti, que copó con distintos dirigentes suyos algunas secretarías, como la de Transporte, que presidirá Franco Mogetta, responsable de la misma cartera en su gobierno provincial.
Además de la sociedad, quienes también padecerán los recortes son los gobiernos provinciales y locales, muchos de ellos probables aliados de Milei en un futuro, como los 10 gobernadores que tendrá Juntos por el Cambio desde el 10 de diciembre, o los 17 intendentes del PRO bonaerense, que se muestran dispuestos a garantizar parte de la gobernabilidad.
A cambio, esperan ser recompensados en términos económicos por la Casa Rosada, y con lugares claves en la gestión y en los principales sillones del poder. Uno de los casos más emblemáticos, además de la posibilidad de que Patricia Bullrich regrese al frente del Ministerio de Seguridad, es el de Cristian Ritondo. El diputado nacional del PRO, y garante de buena parte de la fiscalización en territorio bonaerense durante el balotaje, también suena como próximo presidente en Diputados, si logra ganarle la pulseada política a Francos. El nombre de Ritondo es operado en persona por el propio Macri, y también por muchos de los gobernadores y legisladores -en ejercicio y electos- de este sector de la oposición.
Es que detrás de él, colocan el volumen parlamentario que necesitará Milei en su ejercicio del poder. De hecho, quienes conocen los movimientos en los pasillos legislativos sacan cuentas desde el 10 de diciembre: Ritondo, si la coalición no se fractura entre radicales y lilitos en fuga, contará con 83 bancas cambiemitas; Unión por la Patria, con 105, y LLA, apenas con 37. El resto se completará con 5 escaños de la izquierda, y otros 17 sillones que responden a fuerzas provinciales, de las cuales sólo 5 respaldan a Randazzo.
No son pocos los que creen que la intención del mileísmo de poner a Randazzo en la presidencia del cuerpo se deba al temor que le tienen al macrismo si las cosas se complican a futuro, en un contexto de crisis creciente: el exministro de Seguridad de María Eugenia Vidal tendrá el sillón más codiciado del Congreso, que está en la línea de sucesión presidencial, detrás del presidente, la vicepresidenta y el presidente provisional del Senado de la Nación.
Que Francos, y el propio Milei, quieran a Randazzo por sobre Ritondo es uno de los puntos de mayor tensión con el expresidente. Los íntimos que suelen oírlo con regularidad hablan de la “decepción” que siente por el líder de LLA, a quien apoyó sin fisuras tan sólo 48 horas después de la derrota electoral de su espacio político y hoy, dicen, no le paga como hubiera esperado.
Más allá de eso, las tensiones al interior de JxC tampoco se hacen esperar. El santafesino Maximiliano Pullaro, que se levantó de manera pública como uno de los abanderados de los gobernadores que no comulgan de manera directa con Milei, aseguró que “el desafío de Juntos por el Cambio es no cogobernar”, e insistió con la necesidad de mantener la unidad opositora.
El peronismo, de vuelta en el llano
Frente a este panorama aún irresuelto, en el que el ingeniero queda como diseñador de una motosierra a imagen y semejanza suya, el peronismo también debe resolver sus propias problemáticas: la contradicción de levantar consignas de movilidad social ascendente después de cuatro años de caída del salario real y una inflación descontrolada, y el desafío de volver a construir un liderazgo después de haber quedado once puntos por debajo de un candidato sin estructura propia, y con apenas dos años de carrera encima.
Por orden natural, quien está mejor posicionado para ponerse al frente de los nuevos desafíos del peronismo es Axel Kicillof, el gobernador que logró retener la provincia de Buenos Aires por un amplio margen, aunque no pudo aportar lo suficiente para contrarrestar la ola mileísta del interior del país en la segunda vuelta electoral. Los pases de factura justicialista corren para todos.
Así, con un peronismo acéfalo de conducción -a ocho días de la derrota electoral, Sergio Massa todavía no se pronunció- y desmovilizado, es más probable que Milei avance sin obstáculos con su programa de gobierno antipopular, aunque con el nuevo gobierno en marcha habrá que esperar por el reacomodamiento del justicialismo y la definición, tal vez, de nuevos liderazgos. De momento, los únicos impedimentos que tiene el próximo presidente son las internas en las sombras entre su equipo y el macrismo, pero lo que está claro, como lo reiteró en numerosas oportunidades desde que ganó, es que el ajuste comenzará desde el día uno.
Pablo Lapuente es redactor acreditado en la Legislatura de la provincia Buenos Aires. Licenciado en Periodismo (UNLZ), productor en radio y televisión. Trabajó en medios de comunicación bonaerenses y nacionales.
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