Conurbano y residuos

¿Cómo hace una persona que quiere empezar a separar residuos cuando en su municipio no hay recolección diferenciada? ¿Cómo se invita a un individuo a tomar conciencia si en su entorno no existe una estructura en la que pueda apoyarse? ¿Cómo se pueden aprovechar las vías existentes si no las conocemos? Preguntas que, en el Conurbano, no tienen una sola respuesta ni una sola solución: para poder abordar esta problemática, es necesario conocer y entender la realidad de cada municipio.

Por María Natalia Mazzei (@ecointensa)*

Como generadora de contenido ambiental en redes sociales, muchas veces, me llegan preguntas pidiendo orientación respecto de la gestión de residuos: “¿Qué hago con el telgopor?, ¿Adónde puedo llevar el aceite usado?, ¿Dónde reciben residuos electrónicos?”. Y mi respuesta es siempre una pregunta: “¿De dónde sos?”.

Dependiendo de nuestro lugar de residencia, las posibilidades que tenemos para gestionar los residuos son muy diferentes, por lo tanto, para quienes comienzan a entender la importancia de separar residuos en origen, es fundamental conocer la realidad de su barrio.

No es lo mismo decidir separar residuos en San Isidro que en Lanús, y por eso, el esfuerzo que tendrán que hacer los vecinos dependerá de la localidad y de las facilidades que se brindan desde los municipios. No es lo mismo sacar los reciclables todos los viernes en una bolsa verde y dejarlos en la vereda, que tener que ir hasta otro municipio para poder entregarlos.

Cuando decidí empezar a separar residuos, en marzo de 2019, el gran problema con el que me encontré fue que en Lanús, municipio en el que vivía, no había recolección diferenciada de residuos, ni tampoco puntos verdes a donde llevar los reciclables, ni información oficial respecto de qué podía hacer con esos materiales.

Fue entonces que pregunté en mi cuenta personal de Instagram: “¿Alguien sabe a dónde puedo llevar reciclables en zona sur?”. Las primeras veces no obtuve respuesta, pero finalmente, dos personas me informaron que recientemente habían visto un punto verde en la plaza de la estación de Banfield. Si bien este punto quedaba a 4,2 kilómetros de mi casa, saber de su existencia fue el empujón que me faltaba para poder llevar a cabo la separación de residuos.

Sin embargo, al tiempo, me di cuenta de que muchos de los residuos que acopiaba, cargaba en el auto y llevaba hasta Banfield, podía entregarlos en mano, a una persona en la puerta de mi casa. No era porque se hubiera implementado la recolección diferenciada de residuos de un día para el otro, sino porque uní mi necesidad de entregar materiales reciclables con la necesidad de los recuperadores urbanos de obtenerlos para luego venderlos.

El primer paso para romper con el mito de que en el Conurbano no se pueden separar residuos porque no hay donde llevarlos, es reconocer el trabajo de los miles de recuperadores y recuperadoras urbanas que, desde la crisis de 2001, caminan las calles levantando cartones, papeles, plásticos y otros reciclables para generar ingresos económicos.

Ese trabajo, durante décadas menospreciado, está empezando a ser reconocido, valorado y lentamente, dignificado. En CABA, explica María Castillo (@maricastillo.ok), directora nacional de Reciclado del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, “hay más de 5.000 cartoneros y cartoneras que son reconocidxs, a través del pago de sueldos, la entrega de  indumentaria y la disposición de camiones”. Todos elementos que le dan estructura y seguridad al trabajo de miles de personas.

Un Conurbano, múltiples realidades

Pero, ¿por qué en CABA y no en el Conurbano? En primer lugar, Castillo enfatiza que “cada municipio es muy distinto” y que “por eso, hay que estudiar el campo en cada caso para buscar la solución que se adecúa a cada uno”. “En base a eso, se ordena y se planifica”, agrega. Dicho esto, reconoce que uno de los obstáculos en el Conurbano es la falta de presupuesto, pero que esto podría resolverse articulando a los municipios con el programa Argentina Recicla, que tiene recursos propios.

Este programa, impulsado por la dirección a su cargo, “viene a vincular al sector de recuperadores urbanos con el Estado Nacional y los municipios”. Asimismo, María explica que para que se pueda avanzar con la separación de residuos diferenciada en los distritos, “es fundamental que tengan predisposición y contemplen la voz de los recuperadores” y dice que una de las principales falencias es la falta de comunicación con lxs ciudadanxs: “No es solamente mostrar un programa, sino decir quiénes lo conforman y qué están haciendo”. Lo cierto es que resulta muy difícil para los vecinos y vecinas gestionar sus residuos reciclables si desde las vías oficiales no hay información clara y actual que les permita entender el funcionamiento de los mecanismos activos.

Por eso, mientras los engranajes que vinculan al Estado con las cooperativas se aceitan, es importante el rol de los ciudadanos, la difusión de la información con la que contamos, el boca a boca que echa luz ante la falta de certezas. También, hay que entender que, muchas veces, las respuestas a nuestras preguntas están a la vuelta de la esquina y que basta con hablarle a quien pasa levantando cartones para liberar el centro de acopio casero y colaborar con el trabajo de ese vecino.

Con el fin de profundizar en esta problemática, hablé con Agustina Grasso (@cronistamillennial), periodista ambiental y directora del documental interactivo “Trash, el camino de la basura”, en el que muestra las distintas aristas del conflicto y cómo en muchos casos, por más que haya buena voluntad de los vecinos, la realidad resulta mucho más compleja. En este sentido, explica que “en CABA, al tener la Ley de Basura Cero, está todo más reglamentado, mientras que el Conurbano es una red de entramado complejo”  y advierte que, en este territorio, “muchas zonas son zonas de sacrificio”. “Dentro del ecofeminismo, se plantea que el capitalismo y el sistema industrial necesitan zonas de sacrificio para subsistir. Por ejemplo, la provincia de San Juan lo es en relación a las minas y al extractivismo. Lo mismo pasa con los municipios del Conurbano: para que alguien de San Isidro pueda gozar de una ciudad limpia, hay otras localidades que se sacrifican y acumulan la basura”, grafica.

Cuando hablamos de “zonas de sacrificio”, estamos hablando de los municipios más pobres, en los que los vecinos no tienen dinero para mudarse o contratar un servicio jurídico que los defienda frente a los problemas de salud que, muchas veces, son causados por los basurales a cielo abierto y por la quema de basura.

A fin de entender por qué dichas prácticas resultan perjudiciales, consulté a Paz González (@soypazgonzalez), licenciada en Ciencias Ambientales, quien explica que “muchas veces, la falta de sistemas eficientes de recolección o el difícil acceso para los recolectores, empuja a lxs vecinxs a quemar la basura”. En ese contexto, “la quema es la solución que encuentran frente a la problemática por falta de alternativas”, pero “libera gases tóxicos”. “Dependiendo de lo que se queme, genera distintos compuestos que, en su mayoría, son cancerígenos”, agrega.

Como casi todo lo que sucede en el Conurbano, la problemática es compleja y tiene miles de aristas. De hecho, Agustina Legasa (@blondaverde), economista y activista ambiental en redes sociales, remarca que “no contamos con estadísticas oficiales que informen cuál es el sistema de gestión de residuos reciclables en cada municipio, ni cuántas personas trabajan en su recuperación, ni cuáles son las zonas donde se recurre a la quema de basura, ni dónde se asientan los basurales clandestinos”.

A pesar de eso, hay luz al final del túnel. La toma de conciencia de la ciudadanía es cada vez mayor, el acceso a la información es cada vez más sencillo y tanto el reclamo de soluciones a los municipios, como el reconocimiento al trabajo de los y las recuperadoras urbanas, crece día a día. Cada vez contamos con más puntos verdes y con más espacios de diálogo. En su complejidad, el Conurbano tiene las herramientas para lograr el cambio que, según María Castillo, requiere de tres elementos: “Voluntad, predisposición y organización”.


*María Natalia Mazzei, oriunda del partido de Lanús, es abogada egresada de la Universidad Católica Argentina y diplomada en el Programa de actualización de Políticas Públicas y Cambio Climático en la Universidad de Buenos Aires. Desde mayo de 2019, es activista ambiental y generadora de comunidad en redes sociales. Su trabajo puede encontrarse en distintas plataformas como Instagram y YouTube, así como también en su página web (www.ecointensa.com). Asimismo, es columnista de la sección EcoPerfil del Diario Perfil y colaboradora en la Agencia Nacional de Noticias Télam en la sección audiovisual “Ecointensa”.