Por Martina Rico*

 

El Conurbano siempre me pareció un mar de texturas. No importa hacia dónde mire, siempre encuentro un recorte digno de ser coleccionado. Se entrecruzan materiales, dibujos y parches en un intrincado collage visual. Rajaduras que se prolongan en grafitis, mármoles que se entrelazan con enduido y plástico, adoquines que se pierden entre el asfalto. Un «va oca» al que le falta la mitad de la frase, pero todos sabemos lo que dice.

En algunas zonas lo industrial se mezcla con casas bajas, donde la ventana de un vecino da paso al inicio de un galpón. También encontramos esos frentes de casas que nos traen recuerdos de nuestros abuelos, revestimientos que quizás ya no elegiríamos, pero que al verlos no podemos evitar sonreír y evocar algún recuerdo.

Estas texturas se convierten en un testimonio viviente de nuestra identidad. Cada grieta, cada capa de pintura, cada unión de materiales cuenta una historia silenciosa, una narrativa que se entrelaza con la vida cotidiana de los habitantes de la región. Casi como si las paredes y las calles hablaran en un lenguaje propio que transmite la esencia del lugar, y el registro de sus transformaciones y vaivenes a lo largo de su historia. 

En una era obsesionada por lo estético, los moodboards y hasta hace poco los reels de Wes Anderson, el Conurbano nos da material para desbordar nuestros sentidos en los rincones menos pensados. A veces parece que nos envuelve una manta de esas que se hacen con múltiples cuadraditos tejidos, de diferentes colores, tamaños y formas. Una mezcla enquilombada de cosas pero que termina teniendo sentido. Tal vez sea el frío que me trae esta referencia visual, mezclado con la nostalgia de haber tenido una manta así en algún momento. Sin duda, el Conurbano está revestido por texturas únicas, aquellas que nos permiten distinguir una pared o una vereda como propias de «acá». 

 

 


 

 

Martina Rico es fotógrafa y creadora audiovisual, trabaja generando contenidos para diferentes clientes y marcas de forma independiente. Un poco de cada punto cardinal: de San Justo de toda la vida, Licenciada en Relaciones Públicas egresada de la Universidad Nacional de La Matanza, docente de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y recientemente mudada a la capital de la industria, San Martín. Googleadora compulsiva, saca el celular en cualquier circunstancia para buscar lo que sea. Sueña con conocer el mundo, pero también sabe que en cada esquina hay un mundo para conocer.