El jefe de Gobierno porteño desafió al expresidente y líder del PRO y generó una interna a cielo abierto en el partido. Modelos políticos, charlas a puertas cerradas, arengas a los incondicionales de un lado y del otro y repercusiones en la Provincia.

Por Pablo Lapuente*

 

Es la novedad de la semana: el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, desafió al líder del PRO, Mauricio Macri, y generó una interna a cielo abierto en el partido. Lo que pareció ser una simple modificación de la metodología electoral en la Ciudad de Buenos Aires, que tendrá este año el sistema de votación concurrente, fue en realidad un desafío de Rodríguez Larreta contra Macri por el control político del territorio predilecto del PRO y por el futuro de la estrategia electoral. “No le quedaba otra”, confió a Cordón un hombre de extrema confianza del alcalde porteño, en alusión a que necesitaba endurecer su postura, marcar diferencia con sus socios y mostrarse dispuesto a conducir un espacio que hoy es relativamente horizontal. Todo eso, al menos, si es que desea llegar a la Casa Rosada con cierto volumen, y que las decisiones se tomen en el sillón de Rivadavia y no en algún cuarto cerrado del Cumelén Country Club.

Por su lugar de expresidente, fundador del PRO y artífice de Cambiemos – primus inter pares, suele definirlo el intendente de Lanús, Néstor Grindetti – el egresado del Cardenal Newman continúa liderando el espacio amarillo, aunque su renunciamiento a una nueva candidatura presidencial y el techo que le imponen las encuestas no lo deja a salvo de las disputas que le plantea su ¿socio? ¿hijo político? ¿sucesor natural? Larreta. Por eso, el lugar que ocupa uno y otro hace que el enfrentamiento sea inevitable: por una cuestión etaria – de trasvasamiento generacional, si lo hablamos en términos justicialistas -, pero sobre todo también por formas distintas de hacer política, donde chocan dos modelos de conducción y construcción partidaria. Tampoco hay que olvidar la diferencia entre los caminos originales que los llevaron a la gestión pública: uno proveniente del mundo empresarial que heredó de su padre, y otro criado en un seno peronista con amistades personales que llegan hasta Sergio Massa.

Ese choque también alineó a los demás dirigentes que los rodean, desde otros presidenciales, hasta candidatos a gobernador e intendentes. Esto quedó explícito el mismo lunes por la mañana en el que Larreta anunció que implementaría una nueva metodología electoral ajustada a sus intereses presidencialistas. Los porteños y porteñas deberán votar el mismo día de la elección general, pero en urnas separadas: los cargos nacionales serán con la tradicional boleta sábana, mientras que los cargos locales serán a través de la boleta única electrónica. En concreto, el desdoblamiento era una exigencia del radicalismo, en especial de su socio de Evolución, Martín Lousteau, que se mostraba preocupado por no tener un candidato a presidente potente en su partido. Ahora, al no estar atado a la suerte en baja del radicalismo, que no logra proyectar al gobernador Gerardo Morales ni al diputado nacional Facundo Manes, tendrá un poco más de chances de enfrentar “en igualdad de condiciones” a Jorge Macri, el dirigente del PRO y ministro de Gobierno porteño que tiene el aval su primo y el resto de la cúpula del ala dura para ir por la jefatura de Gobierno porteña.

Contra este movimiento se plantó Macri, y detrás suyo Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal, las otras dos candidatas a la presidencia, pero también Cristian Ritondo, el postulante a la gobernación bonaerense que intenta, con muchas dificultades, dejarse conducir por Macri, Bullrich y Vidal. Enfrente de los tres dirigentes nacionales, y el bonaerense, quedó Larreta, que busca ampliar sus márgenes de influencia más allá del PRO y alcanzar nuevos electorados a través del radicalismo, el peronismo no kirchnerista y otros sectores moderados que no comulgan con el ultraliberalismo de Javier Milei. Su principal apuesta para enfrentar a Ritondo en la provincia del 38% del padrón electoral es Diego Santilli, diputado nacional y exministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires.

El cimbronazo y después

Según pudo reconstruir este medio de charlas privadas de Macri con sus hombres más cercanos, su decisión de no ir por un segundo tiempo en el sillón del poder, primero, e inclinar sus preferencias por el sector que conduce Bullrich, después, se debió que el expresidente siempre creyó que la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica no iban a acompañar las políticas de shock que tiene en mente, y que quien mejor interpreta hoy esas propuestas de ajuste y reformas son Bullrich y Vidal. “A Horacio no le creo nada”, le dijo Macri a un dirigente unas semanas antes de tomar la decisión de bajarse de la contienda electoral, según pudo reconstruir este cronista.

El entorno del alcalde no desconoce la tensión; es más, la admiten como una condición necesaria en medio de la disputa interna por el control del tablero electoral del PRO. Será por eso que, envalentonado por el desafío propuesto, Larreta arengó este jueves a su tropa de incondicionales a que salgan a caminar en los barrios, “casa por casa”, para llegar en mejores condiciones a las primarias. “¿Les queda alguna duda que voy a ir a fondo?”, fue la frase que les dijo en La Calesita, un asador criollo ubicado en Villa Martelli, Vicente López, un distrito que, oh casualidad, dirige de manera política el primo Macri. ¿La locación habrá sido también un mensaje político?

Como sea, muchos de los que lo escucharon se mostraron exultantes con este nuevo perfil confrontativo. Estuvieron en esa amplia mesa de almuerzo Diego Santilli, su candidato a la gobernación de Buenos Aires; Florencia Arietto, la abogada penalista que rompió hace poco con Bullrich para sumarse a su armado; los exintendentes Martiniano Molina (Quilmes), Ramiro Tagliaferro (Morón) y Darío Kubar (General Rodríguez), además de los referentes Lucas Aparicio (Malvinas Argentinas), Lucas Delfino (Hurlingham), Pablo Alaniz (Florencio Varela), Héctor Griffini (Luján), Julián Amendolagine (Berazategui), Ezequiel Pazos (José C. Paz), la dirigente Agustina Ciarletta (San Fernando), y “Toty” Flores, de La Matanza, entre otros.

Con el anuncio que hizo Bullrich este viernes, que decidió tomarse licencia en la presidencia del PRO para tener las manos libres a la hora de construir su campaña nacional, y con un Larreta evaluando tomar un camino similar en la jefatura de Gobierno porteña para dedicarse exclusivamente a sus ambiciones proselitistas, está claro que el choque entre duros y moderados del PRO será full time durante la campaña.

Eso sí, aún no están claras las dimensiones de la pelea, los desgastes que puedan sufrir cada uno de ellos y el rol explícito que podría tomar Macri que, hay que decirlo, podría inclinar la pelea hacia un lado u otro con sólo mencionarlo de manera pública. De lo que no hay dudas, es que unos u otros, más rápido o más lento, continuarán con el modelo macrista de reformas estructurales que iniciaron el 10 de diciembre de 2015, si es que logran llegar al gobierno otra vez.

 


 

Pablo Lapuente es redactor acreditado en la Legislatura de la provincia Buenos Aires. Licenciado en Periodismo (UNLZ), productor en radio y televisión. Trabajó en medios de comunicación bonaerenses y nacionales.