¿Hasta cuándo? es la pregunta que nos hacemos ante cada nuevo femicidio. Una pregunta que ya nos hicimos 52 veces en lo que va del año. Para empezar a desandar algunas posibles respuestas, ante un nuevo 8 de marzo, quienes trabajan en territorio y desde distintas áreas para erradicar las violencias machistas aportan sus reflexiones sobre lo que falta hacer para ponerle un punto al hasta cuándo.
Frente a un nuevo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, las consignas de los feminismos aparecen con más fuerza. En Argentina, el aborto ya es legal y legítimo y hay organismos con cargos ministeriales en Nación y en la provincia de Buenos Aires, pero la lucha no empezó ni termina ahí.
Según el informe de la organización La Casa del Encuentro, se registraron 300 femicidios en 2020. En lo que va de 2021, ya murieron 52 mujeres por violencia machista. Este día, y todos los días, desprenden interrogantes llenos de hartazgo. ¿Hasta cuándo? es la pregunta que nos interpela.
“Y si un día no vuelvo, rompan todo”, fue el último pedido que expresó Úrsula Bahillo en sus redes sociales luego de denunciar 18 veces a su expareja, un oficial de la Policía bonaerense. Porque no hubo nadie que contuviera esa espiral de violencias, el 8 de febrero pasado, ese varón se convirtió en su femicida. ¿Qué hacemos entonces? Sin dudas, dan ganas de romper todo. Pero un repaso por algunas voces consultadas por Cordón pueden ayudar a pensar sobre la violencia machista y aportar reflexiones que pueden servir sobre ese qué hacer para ponerle un punto final al hasta cuándo.
Hacia una Justicia feminista, popular, democrática y humanista
Hace una semana, el Presidente, Alberto Fernández, abrió las sesiones ordinarias y puso otra vez a la Justicia en el centro del Congreso. Habló de “los femicidios que se consuman sin que muchos jueces y fiscales hagan lo necesario para impedirlos”. Habló también sobre los privilegios que tienen los magistrados y de cómo el sistema está impregnado de irregularidades y llamó a construir “un gran consenso contra la violencia de género”.
Luciana Sánchez, una de las abogadas feministas más destacadas del país, lesbiana y militante, considera que “el Presidente planteó una serie de reformas institucionales importantes para responder a la pregunta sobre qué hacer con los violentos desde vías democráticas”. “Creo que uno de los logros del feminismo de derecha es crear una categoría donde todo es lo mismo”, apunta.
El proceso de distinción es utilizado en las construcciones del sentido común que arman los estratos de poder para seguir sosteniendo sus privilegios. “Ello coadyuva a que no podamos distinguir los casos de riesgo letal inminente de los que no lo tienen y que las propuestas sean de una misma medida para todo. Entiendo que eso causa muchas injusticias, soluciones inviables e ineficaces, deja de lado a quienes son consideradas ‘malas víctimas’ y contribuye a la selectividad penal, que es siempre antipopular”, aporta la abogada, quien considera que para que haya una verdadera transformación “la participación popular en la administración de Justicia es clave”.
La violencia actúa siempre desde arriba hacia abajo. “Considerar un sistema punitivo donde los que son criminalizados son siempre lxs mismxs sujetxs contribuye a no lograr la igualdad estructural de mujeres y personas LGBTI en nuestra sociedad”, asegura Sánchez y agrega que “son los mismos sectores populares condenadxs por otras categorías de delitos a los que pertenecen a quienes se condena por violencia machista”. Entonces, propone, una verdadera Justicia feminista debería incluir en sus magistrados a estos sectores para que pueda ser viable una verdadera transformación.
La violencia genera a los violentos
“Más que preguntarnos qué hacer con los violentos, lo que incumbe a los feminismos es qué hacer con la violencia”, asegura la socióloga especialista en género y diversidad María Pía López. La pensadora feminista propone hablar de nuevas prácticas sociales y vínculos que desplacen la posibilidad del ejercicio de la violencia. También, anticipa que todos los tratamientos deben poder ser diferenciados.
“Qué hacer con los violentos nos dirige a la pregunta de qué hacemos con las personas que ejercen determinado tipo de violencia. En cada caso, el tratamiento será por lo singular. Y las respuestas estarán de acuerdo con esto en el ámbito de lo penal, o estarán en instituciones y prácticas pedagógicas”, desarrolla.
Los feminismos deben poder ampliar y no cerrar categorías. El problema no es del varón, sino que se debería de poder desarmar cómo se constituye la violencia en cada una de nuestras prácticas para, desde ahí, erradicarla.
Territorio, la violencia es cada caso
Zulema Palma es una feminista con años y pies en el Conurbano bonaerense. Fue una de las iniciadoras del colectivo “Mujeres Al Oeste” que, en 1995, nació en la localidad de Morón par expandirse en red de contención por los barrios. “Está a la vista que los dispositivos judiciales y punitivos con los que contamos no son suficientes y pueden ser hasta aún más peligrosos”, explica la referente territorial. Para ella, la mujer puede estar dentro de una “situación” de violencia, lo que implica que no es permanente y que, entonces, la violencia debe ser una categoría de la que puedan salir tanto hombres como mujeres.
Desjudicializar y correr a las fuerzas policiales armadas como los principales actores que intervienen en el ejercicio de la violencia de varones hacia las mujeres puede ser un buen inicio. Para Palma, los mejores dispositivos que se pueden implementar son los grupales, de control, rehabilitación social, psicológica y educativa. “Se deberían hacer campañas y disponer recursos para el tratamiento de la violencia. Comprometer a las obras sociales y prepagas en incluir estos dispositivos”, señala.
Poder diferenciar los tipos de violencia y no generalizar es otro punto de partida. “En Mujeres al Oeste, tenemos muchísimas mujeres que no necesitaron hacer ese tipo de denuncias judiciales y, en muchos casos, algunas lograron una especie de convivencia con esa persona luego de separarse”, señala y agrega que la solución no está en la denuncia. “Hay que revisar las campañas de denuncias porque el principal maltratado, revictimizador y violento es el propio sistema judicial”, dice.
Sensibilizar los medios y organizar las mediaciones
Los medios de comunicación son espacios donde se pude ver la fuerza de la transformación feminista. El mal uso de los medios justificó desde siempre los casos de violencia hacia las mujeres como crímenes policiales. A pesar de que hoy el periodismo feminista existe, todavía se sigue denunciando la falta de compañeras que tomen la palabra. En los medios, los varones aún siguen hablando desde su condición de privilegio. Frente a la pregunta de qué hacemos con los violentos, la periodista feminista Laura Salomé cree que también los varones deben de poder responder de misma forma que desde el movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y personas trans y no binaries: desde una organización. Es con ellos, no sin.
“Deben salir del rol de pasividad ante las múltiples violencias patriarcales. Romper los pactos de complicidad que perpetúan los privilegios de los varones cis y contribuir a la democratización en la toma de las decisiones podrían ser pasos cotidianos, pero también urgentes, dentro de cada ámbito donde las violencias se dan lugar”, expone. “Dar lugar para sensibilizar y sumar a repudiar la violencia simbólica, mediática y política también es algo que debería ser tomado por los varones para aislar a los violentos”, opina la periodista.
Los medios deben dar lugar a las voces feministas y ponderarlas, pero no como excepciones o modas a seguir. La voz de las mujeres y disidencias deben de poder ser regla.
Por haber construido un movimiento feminista, ahora, las mujeres también debemos asumir la tarea de sensibilizar y organizar las transformaciones en todos los espacios. Así como el reparto de las tareas de cuidado en los hogares, sensibilizar y organizar también debe poder ser una tarea compartida.
¿Dónde están los varones?
La marea verde y violeta, los gritos, las brujas que nunca pudieron quemar, las hijas, las plazas llenas, el glitter han puesto en jaque a los varones. Aún no encontrando su lugar en el espacio feminista, algunos se autoexcluyen, otros se reprimen, otros se organizan. Quizás, se pueda empezar por ser antipatriarcal.
Lucho Fabbri es doctor en Ciencias Sociales y forma parte del Instituto de Masculinidades y Cambio Social. Se considera un varón puto y cis y, desde ese lugar, se desempeña actualmente en el área de Género de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Él también ve como un error atar la violencia al varón, “como si no se pudiera ser otra cosa”, y menciona al Estado como actor central. “Se debe trabajar desde las políticas públicas, fundamentalmente, desde la Educación Sexual Integral y con campañas de sensibilización. También, establecer medidas en relación a las masculinidades patriarcales en todas las instituciones, medios, ámbitos de la salud, eclesiásticos y todos aquellos donde se pueda prevenir que se desarrollen esas violencias”, apunta.
“Si la violencia ocurre, también el Estado debe ser responsable de la reeducación de esos varones, como está establecido en la Ley de Protección Integral a las Mujeres 26.485”, desarrolla Fabri y considera que la mayor problemática actual del sistema de prevención es que está desfinanciado y desarticulado de los organismos creados para contener esas situaciones. “Hoy, la mayoría los dispositivos están con lista de espera y colapsados”, grafica.
Como varón, Fabbri también dice: “Entre nosotros, tenemos que organizarnos e intercambiar colectivamente de manera crítica y autocrítica estas prácticas para poder salvarlas y, sobre todo, no repetirlas”. A partir de las definiciones anteriores, se desprende que el camino de buscar “soluciones” contra los violentos no generaría más que pasos en falso. El encasillamiento y la denuncia en sí misma sólo seguirán reproduciendo el mismo sistema patriarcal, basado en privilegiados y víctimas. Estamos dentro de un sistema donde la Justicia y la Policía son los protagonistas de gestionar la violencia con más violencia. Los feminismos deben poder pensar en la eliminación de la violencia dentro de una sociedad como un todo, pero no sin que antes los varones se hagan conscientes de sus violencias para sumarse a la lucha.
Daniela Morán es periodista, radialista y comunicadora social. Colabora en revistas, medios y portales digitales nacionales y es maestranda en Periodismo Narrativo. También escribe poesía.
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