Se percibe un lanzamiento inminente de Cristina, enmarcado en un clamor que gana nuevos adherentes. El acto en Pilar, el Día de la Militancia y el desplazamiento del Presidente.

Por Pablo Lapuente*

 

Fiel a la estrategia que utilizó en la previa de la campaña electoral de 2019, y rodeada por una multitud de incondicionales que corearon su nombre y pidieron su regreso a la presidencia, Cristina Fernández pareció lanzar el viernes pasado su candidatura de cara a las elecciones de 2023. “Voy a hacer lo que tenga que hacer”, remarcó en el último tramo del discurso que dio en un acto de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) en Pilar. En una semana, en el marco del Día de la Militancia, volverá a ser la oradora central de un acto en el que se espera un respaldo aún mayor y una definición política electoral más clara.

Aquella frase en la UOM animó a los numerosos dirigentes que vienen pidiendo por su lanzamiento desde hace meses, cuando todos percibieron que la figura del Presidente, Alberto Fernández, había tocado un fondo difícil de levantar, y el éxito de su modelo económico y de gestión había quedado sujeto a las herramientas que tendría a su alcance el ministro de Economía, Sergio Massa. Pero también animó a la militancia de base que no había encontrado en los tres años y medio anteriores una bandera propia que levantar de cara las elecciones o, al menos, una agenda futura con la que darle pelea política a una oposición unida por su voluntad de volver al gobierno.

«Voy a hacer lo que tenga que hacer para que nuestro pueblo pueda organizarse en un país con alegría. Volvamos a recuperar esa alegría de que el sueldo alcanzaba, de saber que había futuro, nos la merecemos», insistió Cristina en su discurso, tal vez entre entusiasmada por el triunfo de Lula da Silva en Brasil y la posibilidad de una nueva ola latinoamericanista, e incómoda en lo nacional por su rol de vicepresidenta de un gobierno que desaprovechó tanto los niveles récord de imagen positiva de sus primeros meses, como su enorme caudal electoral para hacer reformas de fondo después de los cuatro años de desventuras que Mauricio Macri protagonizó en el sillón del poder.

Por eso ahora ese sector del oficialismo se aferra a esto y no mucho más: la puesta en marcha de un proyecto de esperanza otra vez centrado en el liderazgo de la expresidenta. Lo dicen dirigentes, funcionarios, diputados y diputadas de primera línea, como el Gobernador bonaerense, Axel Kicillof; su ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque; o el jefe comunal de Pilar, Federico Achával. Se trata de tres dirigentes que estuvieron presentes en el acto que muchos entendieron como un lanzamiento que estuvo reforzado, incluso 24 horas después, por el congreso del PJ bonaerense que conduce el diputado nacional Máximo Kirchner.

Hasta ahí fueron también algunos de los hombres y mujeres de mayor peso electoral del país, como los intendentes Fernando Espinoza, de La Matanza; Mayra Mendoza, de Quilmes; o la tropa de Lomas de Zamora que sigue al ahora jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, como el presidente del bloque de la Cámara de Diputados bonaerense, Federico Otermín, y el senador provincial Andrés Santarelli.

Todo ese aparato de clamor cristinista en marcha escondió otro mensaje mucho más interno, que golpea al propio Presidente y hace tambalear lo que le queda de aspiraciones reeleccionistas. Es que, detrás de la candidatura presidencial de Cristina, está también el pedido para que Alberto baje sus aspiraciones de competir en 2023. La razón es tan sensata como urticante para aquellos que, pese a todo, defienden el modelo albertista: una economía que no da tregua con una inflación descontrolada, un ajuste cada vez mayor y un retraso salarial que no logra hacerle frente a la escalada de precios.

“Me da la sensación de que no hay una preocupación central en ganar las elecciones”, remarcó Larroque en una entrevista tras el acto en Pilar. Esa definición fue el remate de un análisis que hizo después de asegurar que ve al mandatario “más preocupado por la parte que por la armonización del conjunto”.

Respecto a la candidatura de Cristina, el ministro de Kicillof y referente de La Cámpora hizo una comparación histórica, que toma aún mayor volumen a tan sólo una semana del Día de la Militancia, fecha en la que se recuerda el regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina, después de 18 años de proscripción. “Como en el regreso de Perón, que revalidó su gestión como Presidente, tenemos que revalidar la etapa kirchnerista”, planteó. No lo dice, pero por supuesto esa etapa excluye, a los ojos del kirchnerismo, el gobierno que comenzó en 2019. De ahí la búsqueda de que Alberto baje su candidatura.

De una u otra forma, el escenario es complejo para un oficialismo con internas a cielo abierto y deficiencias de gestión. Si bien las encuestas privadas demostraron tener serios errores en los últimos comicios, de alguna forma marcan el termómetro que percibe la propia dirigencia política sobre el devenir electoral. Un estudio de la consultora Giacobbe al que accedió Cordón, realizado entre el 6 y el 10 de octubre en base a 2500 casos, arrojó un panorama preocupante para el peronismo.

Ante la consulta sobre a qué espacio político votarían, sin saber aún el nombre de sus candidatos o candidatas y teniendo en cuenta que la lejanía de los tiempos electorales obligan a matizar las conclusiones tajantes, el 32,8% aseguró que elegiría a Juntos por el Cambio; el 23,6% a Avanza Libertad, de José Luis Espert; y el 15,5% al Frente de Todos. Algo más atrás quedó el peronismo no kirchnerista, con un 4,6%; el Frente de Izquierda, con el 2,1%; y un 21% que aún dice no haber tomado una decisión al respecto. La medición va acompañada de su habitual placa de “emociones”, que intenta reflejar una respuesta ante la situación actual del país. Tristeza, incertidumbre, angustia, bronca y preocupación están entre las palabras más destacadas, y algo más relegado viene el término esperanza, el mismo que utilizó Cristina en la UOM, pero del que por ahora poco se sabe.

Por eso, el regreso de la vicepresidenta a un escenario político este 17 de noviembre en el Estadio Único de La Plata podría marcar con mayor claridad su lanzamiento, o incluso su proyecto de cara a 2023. Una posibilidad que no sólo es seguida con atención por el propio cristinismo, que sueña con tenerla otra vez en el sillón de Rivadavia para regresar algunas de las políticas que se llevaron adelante entre 2003 y 2015, sino también por los líderes de la oposición más intransigente, que anhelan sacar provecho de la grieta, y ver un choque de modelos en las urnas entre Cristina y el expresidente Mauricio Macri.


Pablo Lapuente es redactor acreditado en la Legislatura de la provincia Buenos Aires. Licenciado en Periodismo (UNLZ), productor en radio y televisión. Trabajó en medios de comunicación bonaerenses y nacionales.