El expresidente anunció que no será candidato y despejó el escenario electoral para la oposición. Equilibrio sobre Larreta, Bullrich y Vidal y su rol de garante de una alianza que se bate a duelo en terreno abierto. El termómetro de la calle y los soldados del ajuste.

Por Pablo Lapuente*

 

 

Tan sólo seis días después de la presentación de Para Qué en Rosario, una suerte de manual político para la joven dirigencia PRO que desea volver al poder y título de su segundo libro, y apenas 17 días antes de su participación en el almuerzo que organiza el círculo rojo económico en La Rural el próximo 12 de abril, Mauricio Macri era visto por muchos integrantes de la cúpula partidaria como uno de los candidatos naturales del espacio. Alentaban estas lecturas los incondicionales que lo siguen incluso desde la catastrófica derrota del 2019, que esperaban también un lanzamiento oficial en los próximos días, pero también algunos detractores internos que leían que estas actividades eran propias de un candidato en campaña: se reunía con vecinos, vecinas y comerciantes, marcaba la agenda amarilla, participaba de recorridas por distritos del conurbano junto a sus intendentes y bajaba línea cada vez que podía a los dirigentes opositores de todos los sectores de Juntos por el Cambio. Pero este domingo por la mañana, el exmandatario apeló a una estrategia electoral similar a la que usó Cristina Fernández en 2019: en un video anunció que no se presentará en estas elecciones.

 

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«Quiero ratificar la decisión de que no seré candidato en la próxima elección y lo hago convencido de que hay que agrandar el espacio político del cambio que iniciamos, que tenemos que inspirar a los demás con nuestras acciones”, anunció en un material audiovisual de poco más de seis minutos, que compartió él mismo en sus redes sociales. Si bien en buena parte del tiempo no ahorró críticas al modelo de gestión del Frente de Todos, a tono con sus últimos discursos públicos, alentó también la competencia interna dentro del partido que fundó hace ya una década y media, y en el que se baten a duelo en terreno abierto el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, y la diputada nacional María Eugenia Vidal.

Con esta decisión, Macri despejó parte del escenario electoral interno, aunque también metió presión en el externo. Dentro del PRO porque legitimó a las dos mujer y un hombre lanzados en campaña, que ahora deberán analizar si van divididos a las primarias, o si unifican fuerzas para enfrentar a otros posibles competidores internos como el radicalismo y otras expresiones liberales. De todos modos, según pudo saber Cordón, el egresado del Cardenal Newman da indicios de favoritismo por Bullrich o Vidal, convencido de que representan mejor sus ideas de un programa de shock y ajuste a partir del 10 de diciembre del 2023, algo que le genera ciertas dudas en el caso de Larreta. Dentro del Frente de Todos, porque, de alguna forma, obliga a los líderes del oficialismo a apurar definiciones, toda vez que el presidente Alberto Fernández tiene intenciones de ir por un segundo mandato, pero aún hay sectores amplios del oficialismo que buscan sucederlo en el poder, y que podrían sintetizarse en el Partido Justicialista bonaerense, La Cámpora, los intendentes e intendentas de la provincia de Buenos Aires, y los espacios más progresistas.

En el plano amarillo, referentes nacionales, provinciales y locales no ahorraron elogios públicos por su renunciamiento. Repitieron en distintos tonos que de esta forma dejó de lado egos personales para priorizar al espacio que salió catapultado del poder en 2019, y que priorizó la campaña de quienes ya están en carrera. Aunque en privado muchos analizaron que  elección se debió a los pésimos números de las encuestas, que lo miden como uno de los dirigentes políticos con peor imagen, y con escasas chances de ganar una elección. Eso sí, por su volumen político – el jefe comunal de Lanús, Néstor Grindetti, suele repetir que es el fundador del PRO, uno de los fundadores de Cambiemos y el único expresidente del espacio –  se especulaba que podría ganar la interna de manera muy cómoda, incluso sobre el jefe de Gobierno porteño, pero que, en las generales, volvería a repetir resultados similares como los del 2019. Un poco de esta lectura toman también sus detractores, que ante este medio repitieron que su decisión se debió justamente a esto, a que los números no le daban. Por supuesto, lo dicen sólo en privado.

Si bien esto ingresa en el terreno de las especulaciones, es posible que el expresidente esté al tanto de esta realidad, no por nada perdió en primera vuelta y se convirtió en el único presidente en ejercicio que no logró su reelección habiéndola buscado. Aun así, desde hace al menos un año, salió con sus hombres más cercanos a recorrer los distritos del conurbano bonaerense. Tuvo una primera fotografía en La Plata, junto a Vidal y el intendente anfitrión Julio Garro, después pasó por Lanús junto a Grindetti, y con Diego Valenzuela en Tres de Febrero, todos ellos distritos administrados por su partido político, pero también se animó a recorrer Ituzaingó, un histórico territorio justicialista con el concejal Gastón Di Castelnuevo, lo que le dio una suerte de termómetro de la calle, en la que recibió ni insultos ni grandes contratiempos como quizá se hubiera esperado en el último tramo de su gobierno, signado por una crisis fenomenal de deuda, tarifas, inflación y cierre de fábricas. En una de esas paradas también pasó por el interior, puntualmente en Mar del Plata, donde presentó su libro junto al intendente de Pinamar Martín Yeza, en una actividad organizada por el exsecretario de Medios Hernán Lombardi, dos de sus incondicionales históricos.

Con esta última promesa de Macri de «seguir defendiendo la libertad, la democracia y los valores que hemos compartido siempre y al lado de ustedes”, se reforzó también una idea que suele repetir a su entorno más cercano, y es que si Larreta, Bullrich o Vidal llegan a sentarse en el sillón de Rivadavia este año deberán aplicar un programa político y económico “profundo, veloz y duradero”, del que aún no hay muchas precisiones, pero del que se desprende la idea de ser una continuidad de los cuatro años que fueron entre 2015 y 2019.

En otro tramo de su mensajes llamó a los argentinos a “estar muy atentos” frente a la situación económica y social actual del país, y no dejarse engañar por “personalidades mesiánicas” que le dicen al pueblo lo que quieren escuchar pero sin cumplir sus promesas. Si bien no lo mencionó, la crítica pareció estar dirigida al líder ultraliberal Javier Milei, que crece en las encuestas por el descontento social con un sector de la política, tanto como crecen sus desquiciadas e inaplicables ideas, pero que aun así significa un riesgo concreto para Juntos por el Cambio, a quien le roba votos y, muchas veces, protagonismo mediático.

 


 

Pablo Lapuente es redactor acreditado en la Legislatura de la provincia Buenos Aires. Licenciado en Periodismo (UNLZ), productor en radio y televisión. Trabajó en medios de comunicación bonaerenses y nacionales.