Las especialistas Carolina Tosi y Valeria Sardi investigaron qué ocurre en los ámbitos educativos con el lenguaje inclusivo, que fue ganando espacios al calor de la lucha de los feminismos. Con el desafío que representan estos debates en las aulas, escribieron un libro que pretende ser una guía práctica para las nuevas reflexiones que demanda la hora.
Por Camila Jáuregui
A partir del surgimiento del movimiento #NiUnaMenos, en 2015, que implicó una masificación de las demandas de los feminismos por la ampliación de los derechos y el fin de las violencias contra las mujeres y las disidencias, también se abrieron debates en otros campos. A partir de entonces, el lenguaje inclusivo y no sexista tomó gran protagonismo en las acciones sociales, en los discursos y, sobre todo, en las nuevas generaciones. ¿Cómo se trasladan y se abordan esos cambios en las aulas?
Con esa pregunta compleja como disparadora, Carolina Tosi y Valeria Sardi decidieron abrir la discusión y, en marzo, lanzaron “Lenguaje inclusivo y ESI en las aulas”, un libro destinado a la comunidad en general, pero en especial a docentes, que aborda el lenguaje inclusivo en vinculación con la Educación Sexual Integral para generar “un aporte teórico-práctico para la reflexión lingüística en los ámbitos educativos y en aquellos espacios ligados a la escritura, la corrección de textos y la edición, en los que las formas no sexistas e inclusivas emergen y tensionan los discursos y las prácticas”.
En diálogo con Cordón, las autoras se sumergieron en algunos detalles del libro y de la temática, que genera amplios debates en la sociedad, y aseguraron que las motivó “la necesidad de docentes de diferentes ámbitos y niveles educativos de contar con material sistematizado para abordar el lenguaje inclusivo”. “Quienes nos desempeñamos como docentes, nos enfrentamos día a día con un acontecimiento discursivo inédito, que indujo a que revisemos nuestras prácticas y cuestionemos qué tipo de lengua enseñamos y cómo abordamos los textos en relación con la perspectiva de género”, explicó Tosi, docente conurbana, además de correctora, editora y profesora y licenciada en Letras, magíster en Análisis del Discurso y doctora en Letras por la Universidad de Buenos Aires.
Al mismo tiempo, las especialistas plantearon que tomaron “la decisión de indagar el lenguaje inclusivo en vinculación con la Educación Sexual Integral” para “profundizar, problematizar y reflexionar acerca de cómo viene a poner en discusión la construcción sociocultural del binarismo y obtura la tradicional mirada biologicista de la enseñanza de la sexualidad”.
Las autoras pensaron entonces que era necesario plantear un libro destinado a docentes, que les brindara “herramientas para que puedan profundizar la reflexión sobre la lengua, los discursos y las diferentes concepciones sobre el lenguaje no excluyente: lenguaje no sexista, el lenguaje inclusivo y el lenguaje inclusivo de género”.
Para establecer una cronología completa, además del factor #NiUnaMenos, también hay que recordar que, en 2006, se promulgó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, que establece que todos los estudiantes de los distintos niveles del sistema educativo tienen derecho a recibirla en los establecimientos públicos y de gestión estatal y privada de jurisdicción nacional, provincial y local. En estos 15 años, indicó Sardi, también profesora, licenciada y doctora en Letras por la Universidad Nacional de La Plata, poeta y ensayista, “la ESI se enriqueció con la ampliación de derechos a partir de leyes como el matrimonio igualitario, la identidad de género y el cupo laboral trans”.
“Tomar el lenguaje inclusivo como eje en las aulas nos permite profundizar la reflexión y la problematización de las construcciones identitarias sexo genéricas y corporizadas, poner la lupa en la dimensión de géneros y sexualidades y mirar cómo se construyen las identidades sexo genéricas vinculadas con el lenguaje, que es un acto corporal”, amplió sobre el vínculo de la ESI con el lenguaje inclusivo.
En cuanto al estudio en las aulas, Sardi manifestó que “hay distintas posturas”. “Por un lado, aquelles docentes que lo trabajan porque es un emergente lingüístico en las clases y está presente en las aulas a partir del uso de la lengua que hacen les estudiantes; y por el otro, están quienes se oponen a su uso, aunque son cada vez menos”. “Traer el debate a las aulas, en el caso de la ESI, forma parte de un marco legal vigente y es urgente y necesario para abordar la integralidad que plantea y para pensarla junto a las dimensiones éticas, políticas, sexoafectivas y vinculares”, sumó.
En este sentido, Tosi agregó que existe una concepción purista del lenguaje y que “gran parte de las personas que están en contra del lenguaje inclusivo apelan a esta concepción y evocan la representación de la lengua como un tesoro”. “Pero como bien sabemos -continuó- la lengua pura y aséptica no existe, sino que en ella existen variaciones y, tal como señala María López García, ‘todas las lenguas cambian en el tiempo y en el espacio: el cambio es su característica definitoria’”. Desde esta perspectiva, las autoras coincidieron en que dichos discursos suelen ser agresivos, con burlas y desacreditaciones, y no dudaron: “Lo que más les molesta es la visibilización de las identidades disidentes”.
El libro pretende abordar el tema con seriedad y rigor teórico. Para eso, las autoras buscaron “ofrecer un análisis de instancias prácticas de uso, brindar diferentes tipos de argumentaciones y plantear propuestas didácticas que propicien la reflexión y el debate respetuoso”.
Sobre el futuro de este debate, Tosi indicó a Cordón: “Confío en que habrá un cambio en cuanto a la actitud de las nuevas generaciones, que hoy en día ya están abiertas a objetar los presupuestos y romper estereotipos”. “Ojalá que eso nos lleve a una sociedad más solidaria y respetuosa de las diferencias”, apostó.
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