La historia de la casa de los hijos de “Chicha” Mariani, fundadora de Abuelas, revisitada a partir del estreno de la película de Valeria Selinger. Una mirada sobre la infancia durante los años del terrorismo de Estado.

Por Luciana Bertoia

Clara Anahí Mariani Teruggi tiene 45 años. Sin embargo, aún no se sabe qué cara tendrá ni qué color de pelo usará. Su imagen quedó para siempre detenida en esa sillita blanca en la que una beba rolliza extendía su mano derecha para jugar con quiénes la estaban retratando. Es la imagen con la que su abuela, María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani, la buscó más allá de sus propias fuerzas hasta su muerte en 2018. Hace exactamente 45 años, Clara Anahí fue secuestrada de la casa en la que vivía con su mamá, Diana Teruggi, y con su papá, Daniel Mariani, en La Plata. Fue un operativo que desplegó una represión desconocida sobre la morada de la calle 30, hoy convertida en sitio de memoria. La casa de la calle 30 volvió este año con la película La casa de los conejos, obra de Valeria Selinger inspirada en el libro de Laura Alcoba, la otra nena que habitó esa vivienda antes de Clara Anahí y cuando ya se presagiaba la tragedia.

Clara Anahí. Fuente: Asociación Anahí

Clara Anahí. Crédito: Asociación Anahí

La casa de la calle 30 al 1134 tenía una placa en la entrada. Decía “Daniel E. Mariani. Licenciado en Economía”. Era una anomalía en la clandestinidad en la que vivían los militantes de Montoneros como el propio Daniel o su compañera, Diana. A esa casa llegó Laura Alcoba, con ocho años, con su mamá, buscando un refugio cuando la represión ya hacía estragos. En la calle 30 funcionaba una imprenta de la Evita Montonera, que estaba escondida bajo la fachada –o el embute– de unas jaulas de conejos. Para pasar desapercibidos, en la casa de Diana y Daniel se criaban conejos raza y después se empezó a preparar conserva en escabeche. La receta era de “Chicha».

La película de Selinger –estrenada en octubre pasado en Argentina– pone el foco en esa niña, la primera moradora infantil de la casa de los conejos. Laura es encarnada por Mora Iramain García, nieta de víctimas del terrorismo de Estado Y fue Mora, la que a sus doce años, dio una definición central de lo que el filme busca retratar en una entrevista con Radio Caput: la infancia durante los meses previos al golpe y durante la dictadura. “Me sentí afortunada por tener la infancia que tuve”, dijo Mora.

Laura, en cambio, para sobrevivir no iba a la escuela. No salía. No jugaba con otros niños u otras niñas. Sus juegos eran en la casa, con los militantes que llegaban tabicados para no saber la ubicación real y evitar así la caída. Laura podía elegir un nuevo nombre para no ser quién era. Pero, cuando una vecina le preguntó su apellido, el horror se apoderó de la casa. Incluso no saber qué decir era un peligro adicional. Frente a esos riesgos, aparecía Diana con su contención y su dulzura.

Laura y su mamá dejaron la casa de los conejos antes de que naciera Clara Anahí. Partieron al exilio. La historia estuvo guardada, punzante, en la memoria de Alcoba hasta 2003, cuando viajó desde Francia  a la Argentina. Allí, conoció a “Chicha” y volvió a entrar a la vivienda que las había refugiado y en la que encontró los rastros de la destrucción de la dictadura en los rincones que conoció a la perfección.  “Clara Anahí vive en alguna parte. Ella lleva sin duda otro nombre. Ignora probablemente quiénes fueron sus padres y cómo es que murieron. Pero estoy segura, Diana, que tiene tu sonrisa luminosa, tu fuerza y tu belleza”, escribió Alcoba como cierre de su novela en marzo de 2006, cuando Argentina conmemoraba los 30 años del golpe genocida y los juicios por crímenes de lesa humanidad se empezaban a reactivar.

La Casa de los Conejos - Poster Película

La Casa de los Conejos – Poster Película

Selinger conoció el libro a través de su madre. “Esto es para vos”, le dijo en España y le entregó el libro que leyó en cuestión de horas, según relató en una entrevista con Radio Nacional. “Es una historia de infancia en la época que yo era niña”. Selinger descubrió que vivía a unas pocas cuadras de Alcoba en Francia, que habían partido en los años más oscuros de la historia argentina y entendió que la historia merecía ser llevada al cine: con la mirada de la niña que tomaba fotos con una cámara sin rollo, que jugaba con los conejos o que armaba los paquetes para guardar las Evita Montonera como si fueran regalos empresariales para desafiar los controles militares o policiales.

Desde el Facebook de la película, se pueden seguir los lugares en los que se exhibe.

 

La última niña de la casa de los conejos

El estreno coincide con el 45° aniversario de la represión de la casa de la calle 30. Ese 24 de noviembre de 1976, Daniel Mariani se había ido al centro después del mediodía. Diana preparaba milanesas para que comieran ella y los cuatro compañeros que estaban en la vivienda: Daniel Mendiburu Elicabe, Juan Carlos Peiris, Alberto Oscar Bossio y Roberto César Porfidio. Cerca de las 13.15, militares y policías cercaron el lugar y abrieron fuego.

Clara Anahí fue la única sobreviviente de la masacre de la calle 30. La bebita había nacido el 12 de agosto de 1976. Era la única hija del matrimonio de Daniel y Diana. Ese miércoles, Diana tenía que agarrar su camioneta y manejar hasta la casa de su suegra, “Chicha”, para llevarle a la beba como hacía todos los miércoles. “Chicha” se había apurado para salir del Liceo Víctor Mercante, donde daba clases, para esperarlas en su casa. Para amenizar la espera, tejía una batita para Clara Anahí, pero las bombas y los disparos la aterraron. Después sabría cuán cerca de ella impactaron.

La casa de los conejos. Crédito: Asociación Anahí

La casa de los conejos. Crédito: Asociación Anahí

A Daniel lo asesinaron el 1 de agosto de 1977. “Chicha” nunca dejó de buscar a su nietita. Fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo y, después con su compañera Elsa Pavón, crearon en 1996 la Asociación Clara Anahí para continuar con la búsqueda de la beba que los represores robaron el 24 de noviembre de 1976. En 2006, “Chicha” le reclamó al exdirector de Investigaciones de la policía bonaerense Miguel Osvaldo Etchecolatz que, si quería aliviar su conciencia, dijera dónde estaba Clara Anahí. El genocida se aferró a un rosario y a su silencio en el primer juicio por delitos de lesa humanidad que se llevó adelante en La Plata.

La muerte se llevó a “Chicha” el 20 de agosto de 2018, ocho días después de que Clara Anahí cumpliera 42 años. Este sábado, a las 18, en el sitio de memoria casa Mariani Teruggi recordarán los 45 años del ataque y volverán a pedir justicia y a reforzar la búsqueda de la niña que robaron de la casa de los conejos.

Más info: https://www.instagram.com/p/CWg2lgjDYZA/


Luciana Bertoia estudió periodismo en TEA y Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Tiene una maestría en Derechos Humanos y Democratización en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Trabajó en redacciones como el Buenos Aires Herald y El Cohete a la Luna, donde se ha dedicado a los temas judiciales y derechos humanos, especialmente, a aquellos vinculados a la memoria. Actualmente, trabaja en Página/12, es columnista en Desiguales por la TV Pública, y es docente en la Universidad Nacional de Lanús (UNLa).