Milei se instaló en el Conurbano con fuerza popular. Agenda de desguace de derechos y el desafío del peronismo. La charla de un barbero y los distritos en la mira.

Por Pablo Lapuente*

 

 

Con los votos en las urnas, se desmoronaron las mediciones de consultoras y las advertencias de la dirigencia política de primera línea. Javier Milei pasó de ser la marioneta que el poder necesitaba para instalar temas de agenda que no se podían mencionar – como la quita de derechos y el desguace del Estado – al líder de una tendencia desdemocratizadora, que es sostenida, paradójicamente, por aquellos a los que el Estado no les dio respuestas de ningún tipo, pero que se esperanzan con que alguien pueda mostrar un horizonte más claro, aunque sea en el largo plazo. Es decir, por personas que en su mayoría quieren una democracia más sólida, de derechos que los contemplen. En resumen, nadie vota en contra de sus intereses.

De ahí que, a priori, parece que sería un error de este gobierno, y de la militancia justicialista que históricamente representó al votante que hoy elige a Milei, culpar al mandato de las urnas o, incluso, desempolvar una campaña del miedo. Una estrategia electoral que no funcionó en 2015 para enfrentar a Mauricio Macri y que, probablemente, tampoco funcione ahora en un contexto mucho más complejo, signado por una inflación descontrolada, una incertidumbre cambiaria alarmante y una deuda astronómica con el Fondo Monetario Internacional heredada desde 2018. Por supuesto, el otro camino es más complejo, y es el dar soluciones a problemas estructurales de acá al 22 de octubre.

Con el correr de estos primeros días postelectorales, y el análisis segmentado del resultado, se advirtió con mayor precisión que esa tendencia ultraliberal se instaló con fuerza en todo el Conurbano bonaerense, e incluso en algunos distritos desplazó como segunda fuerza a Juntos por el Cambio. Inesperada, subterránea, muchas veces oculta, emergió el último domingo en forma de porcentaje: Milei sacó 30,04% a nivel nacional, y 24,5% a nivel bonaerense. En ese contexto, la provincia de Buenos Aires se mantuvo como uno de los pocos bastiones que le dio una victoria a Unión por la Patria: la candidatura del Gobernador, Axel Kicillof, logró esquivar la pérdida de votos que tiñó a buena parte del país de violeta y quedó en primer lugar, con 36,4%, al igual que Massa, que cosechó 32,12% en su tierra de origen.

Aún así, en el número que obtuvo Milei se pueden advertir algunas similitudes con lo que alguna vez las familias acomodadas de la Ciudad de Buenos Aires llamaron el “aluvión zoológico”, en referencia a la movilización popular de 1945 que atravesó el Riachuelo que divide La Boca de Avellaneda en búsqueda de un nuevo sentido, que otorgara dignidad justo ahí donde antes no había nada. Casi nadie lo vio, pero ahí estaba.

Sobre todo porque La Libertad Avanza se instaló en esta elección primaria en el segundo y tercer cordón del Conurbano. Fueron segunda fuerza política en Escobar, José C. Paz, Malvinas Argentinas, Merlo y Moreno, todos ellos distritos peronistas de la Primera sección electoral, y en Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, La Matanza y Presidente Perón, también todos ellos municipios gobernados por el justicialismo de la Tercera sección electoral, por lo que se podría observar que los suyos no sólo son votos que migraron del PRO hacia el liberalismo, sino, sobre todo, del extinto Frente de Todos, que vio reducido su caudal electoral en 10, 15, y hasta 20 puntos con respecto a 2019 en muchos de estos territorios.

Hace un tiempo, algunos analistas lo llamaron, también, el “voto Rappi”, en referencia a sectores precarizados que aún no llegan a las universidades, principales garantes de la ascendencia social, o que no advierten como necesidad imperiosa invertir en ciencia y tecnología, porque básicamente sus necesidades son más cotidianas: la comida de esta noche, el alquiler que vence a de fin de mes, o la boleta de luz con un nuevo aumento.

 

 

Señales

El contexto estaba a la vista. Tajante. Pero fue difícil de advertir hasta que se conocieron esos resultados oficiales de las PASO. “Va a ganar Milei, amigo, acordate lo que te digo”. La frase es de Fernando, un barbero de un barrio de Quilmes, casi en el límite con Berazategui, que atiende al menos a diez clientes por día en un pequeño cuarto construido en la parte de adelante de la casa de su mamá. 26 años, hijo de familias trabajadoras, con oficio desde hace al menos una década, escuchó en las últimas semanas que ocho o nueve de cada diez personas que se sentaban en su local pedían por el economista de pelos revueltos. La enorme mayoría de ellos eran pibes y pibas de cuadras cercanas. Otro tanto eran sub 40. La encuesta, improvisada, cien por ciento cualitativa, de escucha días tras día, fue infalible pese a haber tenido una escasísima muestra. La escena, seguramente, se repitió en otras peluquerías, escuelas o clubes.

 

Además de dar soluciones a problemas estructurales, la clave para que Unión por la Patria pueda revertir el resultado también podría estar en el modelo de política local. Por un lado, evitar el corte de boleta que hizo la diferencia en numerosos distritos y, por el otro, caminar la calle con propuestas concretas. En línea con el análisis de Cordón sobre un nuevo armado político para consolidar a Lomas de Zamora como el nuevo eje de poder del peronismo bonaerense, quedó demostrado que la estrategia en ese lugar funcionó: bajo el lema “el futuro de Lomas”, el por entonces precandidato insurraldista Federico Otermín se reunió con distintos colectivos locales para mostrarles los proyectos que pretende implementar desde el 10 de diciembre.

Como sea, más allá de Fernando, u otros comerciantes del Conurbano, la advertencia también llegó a través de Cristina Fernández, que sostuvo con claridad en el Teatro Argentino de La Plata que la contienda electoral era de tercios y que el desafío del oficialismo era meterse en el balotaje. A su manera, Mauricio Macri observó lo mismo: no por nada intentó – sin éxitos – una alianza con Milei, y lo envolvió en elogios cada vez que pudo, no se sabe si para evitar que sus votos se fuguen hacia ese sector o si, en verdad, los proyectos de Milei son los que a él le hubiera gustado implementar cuando tuvo el poder.

Ahora, la marioneta tiene vida propia y, gane o no las elecciones generales o el balotaje, probablemente se quedará con un margen de movimiento que este sector no tenía desde 1983: si repite el resultado, podría pasar de un bloque de tres bancas a uno de 35 en la Cámara de Diputados, y ganar cerca de ocho escaños en el Senado, sumado a la posibilidad de copar lugares en la Legislatura bonaerense y en muchos de los distritos mencionados del Conurbano donde fueron segunda fuerza. A 40 años del regreso de la democracia, en octubre se decidirá, como pocas veces, un nuevo paradigma.


Pablo Lapuente es redactor acreditado en la Legislatura de la provincia Buenos Aires. Licenciado en Periodismo (UNLZ), productor en radio y televisión. Trabajó en medios de comunicación bonaerenses y nacionales.