Este 8 de Marzo también es con ellas, quienes el único derecho que perdieron es el de la libertad. Ana Sicilia cuenta la experiencia de una biblioteca feminista en un penal del Conurbano.
En febrero pasado armé la sexta biblioteca -la primera con perspectiva de género-, en un pabellón de mujeres en la unidad 40, el número 4, de Lomas de Zamora. Fue genial y hermoso, porque estuve cinco meses tratando de ingresar a ese pabellón y no podía por cuestiones burocráticas y de “comportamiento”.
Decían que era un pabellón complicado. Entonces me dieron más ganas de llegar con libros. Lo logré gracias a todas las autoras feministas que me donaron las obras que produjeron durante los últimos seis años. Ingresé con ochenta libros seleccionados. Las chicas los estaban esperando. Fue un hermoso desenlace. Cuando vieron “Voces del feminismo rebelde”, de Agustina Lanza, dijeron: «ay, este ya lo leímos». Me sorprendí y me alegré.
Entre los libros que elegí estaba “Un comunista en calzoncillos”, de Claudia Piñeiro, una de las donantes. A una chica de Burzaco le dije que era un lindo libro para leer y se lo recomendé porque sucede en esa localidad: “Va a estar bueno que lo leas, porque te vas a reconectar”. Lo agarró como diciendo: “Bueno, este se va conmigo”. Fue muy significativo porque hasta una hora antes de que yo llegara había estado castigada en la celda por 48 horas.
Sólo ocho de las treinta chicas del pabellón pudieron “bajar” a la biblioteca. Es una forma de actuar del Servicio Penitenciario. Por eso, a las que asistieron les dije que cuando regresaran al pabellón eligieran a dos compañeras que no fueron y les transmitieran lo que hablamos en la charla. Tenemos que incentivar la lectura, que se acerquen a los libros como herramienta de transformación, por lo menos para sobrevivir ahí adentro. Y después cuando salgan, que la lectura sea una herramienta para cada una. El lema es “empezar por la últimas para llegar a todas”.
Sólo ocho de las treinta chicas del pabellón pudieron “bajar” a la biblioteca. Es una forma de actuar del Servicio Penitenciario. Por eso, a las que asistieron les dije que cuando regresaran al pabellón eligieran a dos compañeras que no fueron y les transmitieran lo que hablamos en la charla.
Ese espíritu está presente en esta primera biblioteca con perspectiva de género. El lunes 9 de marzo estaré en el penal de mujeres de Los Hornos. Voy a hacer una lectura para las chicas y a llevar cien libros para darle a cada una un ejemplar y que vuelvan a sus celdas con historias, con vidas, con nuevos mundos. Tengo la esperanza de que dejen “bajar” a todas.
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