De Niceto al mundo

El evento que nació hace seis años entre amigos de CABA llegó a Nueva York, Madrid, Japón… y hasta Quilmes y Temperley. Juanita Groisman charló con las y los protagonistas para saber cómo fue el arribo de la fiesta “más linda del mundo” al sur del Riachuelo.

Por Juana Grosiman*

 

Érase una vez, un grupo de amigos que soñaba con llevar al mundo alegría, canciones de Britney Spears y helados de agua a las 4 de la mañana. Esta es la historia de la fiesta Bresh y su reciente llegada a Quilmes.

La Fiesta Bresh nació el 24 de junio de 2016. “Esa fecha fue la primera edición. Éramos un grupo de cuatro amigues de distintos secundarios que solíamos hacer fiestas en casas. Un día pensamos en hacer una en otro lugar, para dejar de romper nuestros hogares, y así llegamos a la primera edición de la Bresh en un boliche”, contó Antonella Fiorucci, productora general del evento, en diálogo con Cordón. A la primera edición fueron 300 personas. Actualmente, sus eventos reúnen a decenas de miles de asistentes.

¿Qué diferencia a la Bresh de otros eventos? Para Antonella, es el interés de la organización por cuidar a cada una y cada uno de los presentes. “Siempre queremos darle lo mejor al público, y fue así desde el día uno. Somos amigos del secundario y siempre estuvimos recibiendo a la gente en la puerta. Les damos los caramelos que solían estar en nuestro living, heladitos a las cuatro de la mañana…, es toda una experiencia ir a la Bresh, no es solo una fiesta. Tenemos stands para sacarse fotos, ponerse glitter, tattoos. Van sucediendo cosas durante la noche, creo que eso nos diferencia”, explicó, y resaltó un punto clave: la música.

“La elección de la música tiene toda una curaduría y es muy amplia, pasamos de todo porque queremos romper con la idea de que si vas a bailar vas a escuchar solo reggaeton y cumbia, porque toda la música es bailable. Para nosotros todo es válido desde ese punto”, planteó Antonella. Pablo Monti, director artístico y DJ de la Bresh, coincide: “Es una fiesta que no pasa un solo género, pasa todo. No hay orgullo de DJ, se trata de pasar la música que toque alguna fibra de todas las personas, de todas las edades, de todos los gustos. Hay momentos melancólicos, pasamos temas que no suelen tocarse en boliches como Nirvana, The Beatles, Spinetta, temas de High School Musical, de Hannah Montana…, es música que no se solía escuchar. Y no tenemos problema en pasar de un género a otro de forma violenta, si bien respetamos una cierta forma y narrativa no nos da miedo sorprender. Eso le da un dinamismo a la fiesta, que remite a algo de una fiesta en una casa donde la gente pone música desde Spotify sin tener en cuenta los tecnicismos. Vamos a la base elemental de que te sorprenda la música, de no cansarse de los géneros, la gente canta mucho”.

“Tengas la edad que tengas, te guste la música que te guste, vas a encontrar en algún momento una canción que te guste. La elección de la música se basa específicamente en eso, si bien la troncal en Argentina es cumbia y reggaeton intentamos tener un porcentaje casi igualitario de pop y de momentos cortantes como pasar Smells like teen spirit de Nirvana, One more time de Daft Punk…, se basa en tocar una fibra nostálgica sea yendo al pasado o a algo emocionante. A veces cerramos con Bohemian Rhapsody… son canciones que generan algo y que la gente canta como si estuviera en un recital”, agregó.

Los asistentes coinciden plenamente con la organización. Meme, que pudo asistir a la edición de la fiesta que se hizo en Quilmes, contó: “Pasan todo tipo de música desde muy viejas piolas hasta nuevas. En boliches normales es solo música de ahora, quizás un poco de reggaeton viejo pero eso es todo. Cuando ponían música pop de antes el lugar la rompía toda”.

La presencia de música pop en locales bailables no es un invento de la Bresh. Cualquiera que haya asistido a boliches de la comunidad LGBT, como la fiesta Plop o la Puerca, puede afirmar que allí se escucha Britney desde hace años. El desafío de la Bresh, en ese sentido, era trasladar ese fenómeno al público paki. Y fue un éxito rotundo.

“Lo lindo de la Bresh es que llevamos una cuestión de seguridad, amistad y tranquilidad que uno tenía en la casa de sus amigues a un boliche. Creo que ese fue un comienzo que marcó la diferencia: empezó siendo un lugar muy seguro para la gente, muy ameno, te sentís en el living de la casa de un amigo. Hoy en día se expandió a todo el país, pero eso sigue intacto”, afirmó Pablo. La expansión de la Bresh es un tema aparte.

La fiesta comenzó en boliches de CABA, siendo quizás su hogar más destacado el famoso local Niceto, donde actualmente se sigue realizando. Los organizadores podrían haber apostado a lo seguro: ellos eran porteños, conocían la movida nocturna de la Ciudad y sabían qué tenían para ofrecerle de diferencial a los boliches de Palermo que no te dejan entrar con zapatillas blancas. Pero decidieron ir por más.

“Queríamos probar, fue todo muy genuino y casual como el origen de la fiesta. Si la fiesta estaba buena en Buenos Aires podría estar buena en otros lados”, explicó Antonella, y agregó: “Por primera vez nos fuimos, a fines de 2018, a Córdoba. Y el siguiente destino fue Santa Fe capital. Fuimos, probamos suerte y aprendimos que teníamos que crecer en un montón de cosas porque tuvimos que salir de nuestra zona de confort. Nos dimos cuenta de que teníamos un producto que, si le metíamos pilas, podíamos hacer cosas tremendas. Desde ese lugar decidimos salir para afuera. Para nosotros no hay diferencias, buscamos que sea la misma Bresh en todos lados. Desde ese lugar el público es uno solo, creemos que es una comunidad. Obviamente cada público escucha música distinta”.

¿Qué tan distinto es el público? Pablo destacó algunas pequeñas diferencias: “En Córdoba les gusta más el cuarteto y la cumbia y en Mar del Plata los temas de electrónica y el pop. En España pasamos menos cumbia, en Estados Unidos pasamos más hip hop…, pero lo lindo de la Bresh es que se nota que la gente tiene algo igual en todo el mundo, en todas partes. La fiesta en Madrid, en Nueva York o en Córdoba o en cualquier parte de Argentina es la misma, la energía es parecida. Eso es lo más lindo. Si vas a un pueblo más chico hay una emoción impresionante porque quizás no están tan acostumbrados a que vayan eventos masivos a su ciudad, pero eso termina estando en todos lados por suerte porque es una fiesta hecha para emocionarse”.

“Los destinos se basan en los pedidos de las personas, siempre tuvimos sueños también como recorrer todo el país. Queríamos llegar a todas las provincias, eso implica un trabajo muy grande de ver cómo llegar a cada rincón del país. Lo mismo con cada parte del mundo, fue un sueño hacerla en España, en Nueva York, en Miami, en Japón…, eso fue un sueño, queríamos llegar a las antípodas de nuestro país. Es como un álbum de figuritas que querés ir llenando, fantaseamos en hacer la Bresh en distintos lugares. Ahora vamos a hacer una en Ibiza, yo soy fanático de la electrónica y es un sueño para mí porque es un lugar que vimos siempre por YouTube”, contó emocionado el DJ.

Ibiza, Japón, Nueva York, Palermo, Córdoba Capital. ¿Cómo llegaron a Quilmes? El sur del conurbano bonaerense tiene una movida nocturna muy famosa. ¿En qué momento se les ocurrió salir a las canchas y hacer que el glitter y High School Musical le compitieran a El Bosque?

“En Quilmes tuvimos dos ediciones, una a mediados de abril y otra a mitad de mayo. De ambos fechas todo el equipo habló muy bien, hablaron muy bien de la gente particularmente…, había un nivel de gozadera importante y hubo mucho baile. Las dos fechas se agotaron y era un lugar muy grande”, dijo Antonella. Y, una vez más, el público coincidió.

Los más prejuiciosos tenían pocas expectativas con respecto a la edición de la Bresh en el sur del conurbano bonaerense. Muchos consideraban que la fiesta era un evento inherentemente de CABA, porque más allá de que se realizase en otras ciudades del mundo era una fiesta porteña “de alma, no de código postal”. Pero estaban equivocados. El objetivo de la organización, como mostramos anteriormente, es que la fiesta sea igual en todos lados. Y lo lograron.

“Nunca había ido a una Bresh, pero creo que la música y la onda que le ponen es lo mismo. Yo suelo salir por Quilmes y me encontré obviamente con música diferente. También cambió la edad de las personas que estaban: generalmente a los lugares que voy suele ser entre 19 y 25, y en este caso casi todos eran mayores de 27”, contó Agustina, una asistente al evento.

Meme, por su lado, planteó: “Se vivieron altas buenas vibras, había gente en el escenario que son propios de la Bresh que se ponen a bailar y te la agitan, así que le ponen toda la onda a la fiesta. Era la primera vez, estaba re emocionada de ir porque amo la música que pasan. Yo vivo en Quilmes y salgo por el centro, pero la Bresh es algo distinto: primero que nada porque la propia gente de la Bresh se pone a bailar en el escenario y te la agita, cosa que en otro boliche no encontré. En otros boliches es solo el DJ tocando y eso es todo”.

La Bresh cambió para siempre la nocturnidad en Argentina. Aunque todavía no llegó a todo el país y les falta Santa Cruz para completar las 24 jurisdicciones, la mayoría de las y los jóvenes argentinos escucharon hablar de la fiesta. ¿Llegó para reemplazar definitivamente a los clásicos boliches con patovicas en la puerta, vips exclusivos y un DJ que solamente pasa el Top 50 Argentina de Spotify? Quizás no. Pero ahora el público sabe que hay otras opciones.


Juana Groisman es periodista, estudia Psicología y pasa varias horas al día exponiendo sus pensamientos en Twitter. Escribió para sitios como La Agenda y DiarioAr, arma biografías de famosos locales para La Nación y es columnista de espectáculos en Nuestro Día. Además, junto a Julieta Argenta conduce La Apocalipsis, un podcast sobre farándula. Vivió toda su vida en la Ciudad de Buenos Aires, le gusta cocinar aunque no siempre tiene éxito.