A un día de que Javier Milei se convierta en el próximo presidente, un recorrido por otras experiencias políticas que, a lo largo de estos 40 años de democracia, encarnaron la voluntad de cambio expresada en las urnas como clave para desandar los desafíos que se abren, tanto para la Libertad Avanza como para la oposición que deberá representar al 44% que no optó por la ultraderecha y que buscará nuevos liderazgos en esta nueva etapa.

Por Julieta Waisgold*

 

En respuesta a las altas expectativas de cambio de sus votantes, el presidente electo Javier Milei intenta posicionarse como lo nuevo no solo respecto al kirchnerismo, sino también respecto al dinamitado partido de Mauricio Macri. Tal vez por eso no haya sellado ningún acuerdo político definitivo y el próximo domingo asuma su mandato en las escalinatas del Congreso de espaldas a los legisladores y hablando en dirección a la gente.

Desde la vuelta de la democracia, 40 años atrás, hubo otros partidos electorales en los que se jugó una fuerte voluntad de cambio y no todos tuvieron el mismo rendimiento durante el ejercicio de la presidencia. Tanto Carlos Menem como Fernando de la Rúa ganaron por poco más de un 10% en primera vuelta.

En 1989 Menem, que contaba en su haber el hecho de haber sido dos veces gobernador de su provincia, le ganó a un Alfonsín arrasado por la hiperinflación y gobernó durante dos mandatos. En 1999, la Alianza conquistaba el poder con altas expectativas sociales y un De la Rúa que le contrapuso a la corrupción noventista la promesa de un anticaudillo “aburrido” y honesto. Al cumplir los 100 días de haber asumido, el expresidente radical seguía teniendo una aprobación alta, pero en los estudios de opinión ya empezaban a escucharse quejas, hasta que finalmente el desgaste derivó en su salida anticipada del gobierno en medio de una profunda crisis económica y social.

Al revés, en 2003, Néstor Kirchner ganó la elección con un 22% de los votos, pocas expectativas en torno a su figura y creció a partir de ahí. A los 100 días, según una encuesta de Ipsos-Mora y Araujo, tenía un 74% de aprobación.

«A diferencia de lo que pasaba con De la Rúa, que más allá de la aprobación nunca logró despertar pasiones, Milei tiene un núcleo duro que es interpelado fuertemente por su discurso. A la par de ese núcleo duro, aparece también una incipiente nueva forma de polarización».

En cuanto a su liderazgo, Milei es un hecho nuevo para la política argentina que se inscribe en un contexto global de fortalecimiento de las derechas radicales y recibe el apoyo inicial de otros referentes mundiales, como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Viktor Orbán y Santiago Abascal, entre otros.

A diferencia de lo que pasaba con De la Rúa, que más allá de la aprobación nunca logró despertar pasiones, Milei tiene un núcleo duro que es interpelado fuertemente por su discurso. A la par de ese núcleo duro, aparece también una incipiente nueva forma de polarización. Así como hasta hace un año en las encuestas el clivaje de la grieta era dominado por el kirchnerismo y el antikirchnerismo, en este momento transicional, el “antikirchnerismo” agrupa menos que el “mileísmo”, y el “mileísmo” agrupa casi lo mismo que el “kirchnerismo”. Dicho de otro modo, parece haber surgido un espacio nuevo de representación que habrá que ver cómo avanza después del desafío electoral.

Este nuevo elemento polarizador, sumado al estado apremiante de las demandas sociales, la escena política e institucional altamente fragmentada, y la personalidad inestable del nuevo presidente presentan un signo de pregunta para lo que vendrá. Pregunta que desde el lado de la representación política también le cabe al peronismo y al resto de la oposición.

A pesar de haber perdido la elección presidencial, Unión por la Patria logró alcanzar un balotaje y el 44% de los votos con un gobierno que hace más de un año se ve aplanado hacia abajo en las mediciones de opinión pública. En el mismo sentido, la imagen pública de los tres principales dirigentes nacionales del hasta hoy oficialismo (Cristina Kirchner, Sergio Massa y Alberto Fernández) mejoró después de la elección general. Otro dato que parece refrendar que así como para Javier Milei su resultado está lejos de ser un cheque en blanco, hay una parte de la sociedad que no lo votó y que espera que alguien la represente. Ese también es parte del desafío de la nueva etapa política que Argentina inicia este domingo.


*Es periodista de TEA, abogada de la UBA y diplomada y maestranda en Comunicación Política de la Universidad Austral.

Siempre le gustó la política y hace más de 15 años empezó a trabajar en comunicación buscando conocer y entender el detrás de escena. Sus primeros pasos fueron en el Congreso de la Nación y más tarde se desempeñó como asesora y coordinó equipos en distintas áreas del Estado Nacional. Trabajó en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, en ACUMAR y en el Ministerio de Salud de la Nación.

En 2019, coordinó el equipo de discurso de la campaña presidencial de Alberto Fernández.

Hace ya algunos, junto a dos socios, creó Alaska, una consultora especializada en Comunicación Política, donde trabajan con distintos clientes del ámbito público y tercer sector en el diseño de estrategias de comunicación, comunicación de crisis y riesgo.

De manera autodidacta, en los últimos años se formó en lecturas sobre populismo y nuevas derechas. Y fueron esas lecturas las que la llevaron a hacer un curso de posgrado sobre teorías sociales y políticas posestructuralistas en Flacso. Está en desarrollo de su tesis de maestría.

Además, fue ponente en distintos congresos de Comunicación Política, como el de la Asociación Latinoamericana de Investigación en Campañas Electorales (ALICE) y la Cumbre Mundial de Comunicación Política. Escribe con cierta periodicidad en distintos medios nacionales, como Perfil y Página 12.

Los que no la conocen suelen preguntarle si es politóloga. Ella contesta que es poeta y justiciera.