El tren cierra las puertas luego de que una marea de gente baja y sube en la estación Lanús. A medida que se aleja sobre las vías del distrito, el paisaje que se ve a través de la ventanilla cambia. Las casas se vuelven bajas, hay más árboles y calles solitarias. De repente, a la izquierda, comienzan a aparecer una gran cantidad de trenes estacionados. La estructura con ladrillo naranja a la vista de los talleres ferroviarios surge imponente con su imagen de principios del siglo XX. Alguien le pregunta al guarda: “¿Este para en Escalada?”. Sí, para.
Al detenerse bajamos del vagón para encontrarnos con una típica estación inglesa que poco ha cambiado desde su creación. A diferencia de Lanús, en Remedios de Escalada desciende muy poca gente. En el andén apenas hay una decena de personas y se camina con tranquilidad. Más allá del ruido del tren, hay una calma que la diferencia de las estaciones más cercanas. Cuando se disipan los pasajeros y pasajeras, el silencio es aún mayor.
El paisaje cambia al salir de la estación. La plaza Mariano Moreno, conocida como “la plaza de Escalada”, explota de gente. Es domingo y las familias salieron a disfrutar de lo que el barrio tiene para ofrecerles: además de sol y pasto, está la feria artesanal en la que se pueden encontrar, como cada fin de semana, ropa, mochilas, zapatos y accesorios, todo confeccionado a mano por los vecinos y vecinas. Es una feria chiquita, con pocos puestos, pero llevada adelante desde hace años por las personas del barrio.
Esta vez también se le suma una feria de las colectividades, que suele recorrer cada semana distintos puntos del Conurbano. Los stands de comida rebosan de clientes y la música llena cada espacio de la plaza. Basta con moverse un par de metros del centro de la feria para encontrarse con más actividades. El parque cuenta con grandes rampas en donde grupos de adolescentes practican con sus skates. Cerca del lugar, un importante número de jóvenes -y no tan jóvenes- se reúne para celebrar una convención de metaleros, con banderas negras con los logos de V8 y Hermética, más los acordes de Almafuerte que resuenan en todo el lugar. Algunos fueron con sus motos y hacen sonar los motores. Mientras, otros posan junto a las banderas para tomarse selfies.
Esto no es todo: existe un espacio más dentro la plaza donde las alegrías, el ritmo y los colores nunca faltan. Cada domingo, y desde hace aproximadamente 20 años, una murga realiza allí sus ensayos, a los que niños, niñas, adultos y mayores pueden sumarse para acompañar a sus integrantes a tocar un bombo o bailar. Cada ensayo es una fiesta, casi como si fuera el carnaval que todos los años organizan a mediados de febrero y que llena de alegría popular la calle Beltrán, en el centro del barrio.
Todos estos eventos y actividades confluyen en un mismo espacio, en el corazón de Remedios de Escalada. La plaza también fue testigo de distintas expresiones populares que dejaron su marca en forma de pintadas. Al cruzar el espacio verde en dirección a la avenida Hipólito Yrigoyen, nos cruzamos con distintos mensajes vinculados a la defensa de los derechos humanos que todos los días interpelan a quienes pasan por allí. En una de las paredes junto a la feria artesanal, pintada en fileteado porteño, está plasmada la frase “Memoria, Verdad y Justicia”, con una bandera argentina debajo y un pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo. Arriba, se lee: “Murgueada por la memoria, carnaval, barrio y memoria”. El recuerdo de las víctimas de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica y el terrorismo de Estado se repite varias veces en distintos puntos de la vereda de cemento, como en los pañuelos blancos pintados con aerosol sobre stencil. Alrededor de ellos hay otras consignas: “aborto legal”, la silueta del albañil doblemente desaparecido Jorge Julio López y la icónica cara del Che Guevara.
En un monumento de cemento, que estaba destinado a exhibir el escudo de la localidad, se agregaron otras placas que recuerdan a los desaparecidos. Una, colocada en 2018 a 42 años del golpe de 1976, con la frase “Son 30 mil, fue genocidio”; junto a ella, otra que recuerda “La noche negra de Escalada” con las caras de ocho militantes Montoneros que fueron secuestrados y de los cuales siete fueron asesinados más tarde en Moreno; otra placa hace referencia a los estudiantes secundarios de La Plata víctimas de “La noche de los lápices”. En un costado del monolito, se destaca una última placa que homenajea a los obreros ferroviarios que fueron asesinados por las Fuerzas Armadas en los talleres durante una huelga en 1917.
En el centro de una porción de pasto resalta una piedra blanca junto a otro monolito, más pequeño, con la palabra “Waka” tallada y una whipala. Para los pueblos originarios, la waka representa el centro energético del lugar y alrededor de ella se conmemora todos los años a la Pachamama. Fue instalada por Tukuy Llajta, una asociación civil conformada por descendientes de los pueblos originarios que se dedica a la defensa y difusión de estas tradiciones ancestrales desde hace varios años en Lanús.
Unos pocos minutos en el lugar bastan para recordar una vieja canción que en el Conurbano sur suele cantarse a modo de broma: “En Escalada no hay nada”, repite una y otra vez. Con sólo visitar la plaza Mariano Moreno un domingo cualquiera es suficiente para darse cuenta de la diversidad, el compromiso y la cultura que atraviesan transversalmente a este barrio. Al recorrer sus calles, explorar sus comercios y su gente queda en evidencia que hay todavía más. En Escalada hay de todo, y aún queda mucho por descubrir.
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