En estas semanas tras las generales y de cara al balotaje, se habla mucho de encuestas, territorios y públicos objetivo, pero bastante poco de discursos. Con la victoria de Milei en las PASO, se generó un clima de incertidumbre que seguramente haya contribuido al triunfo de Massa en la elección general, pero esa incertidumbre hoy está más contenida y obliga al candidato oficialista a buscar otros modos de capitalizar el miedo al libertario. Qué muestran estos saltos discursivos y qué desafíos se abren en los días que quedan hasta el 19.

Por Julieta Waisgold*

 

Sergio Massa subió, Javier Milei bajó, y al revés también. Las encuestas de cara al balotaje del 19 de noviembre que definirá quién será el nuevo Presidente no paran de circular, llamando a apostar al posible vencedor o a huir de él. Pero ¿qué hay detrás de las encuestas cuando pensamos en posicionamientos de campaña? 

Inmediatamente después de las elecciones generales en las que triunfó Massa, Milei estuvo errático: salió a pedir el voto de la izquierda, habló de estar entre “las sábanas de las señoritas” y, tras su rápido acuerdo con el expresidente Mauricio Macri, fue llamado a silencio. 

Con el sello estratégico de Juntos, las caminatas libertarias que habían sido parte del repertorio de toda la campaña, en esta etapa pasaron a mostrarse menos estridentes. No circulan ya las imágenes del líder con la motosierra en mano. Se lo ve más en fotos y en algunos pocos medios donde se siente cómodo, tratando de hablar con un silencio forzado entre palabras. 

La estrategia desplegada parece buscar que el eje de Milei “loco” pierda peso para acumular votos hacia el centro, con una embestida discursiva frontal contra “los políticos” y “los kirchneristas” encabezados -según su narrativa- por su contrincante, Sergio Massa. 

Se trata del viejo contraste que desplegó y explicó el crecimiento de La Libertad Avanza, pero sin lo que construyó el cauce entre el libertario y sus votantes. Porque fue el tono y la forma de ese espacio, mucho más que el contenido de su discurso, lo que abrió un camino que sedujo a “los embroncados” sociales. Ahora, se ve a Milei corriéndose en fade out de su propio cuadro, pero sin terminar de desaparecer. 

En el tramo hacia la elección general del 22 de octubre, después de las PASO en las que Milei sorprendió con su victoria, el clima en la calle y en los negocios era el de una navidad sin fiesta. Se veía a mucha gente saliendo a comprar cosas para hacer acopio por miedo de lo que pasaría con los precios después de la elección. El miedo no fue una cuestión retórica, sino que fue cercano y experiencial. Mientras que Milei decía que el peso no podía valer “más que excremento”, Massa mantenía un perfil bajo, un tono moderado y hacía anuncios. 

En esta nueva etapa tras las generales, con un dólar más o menos estabilizado, un Massa menos anunciador, un Milei en estado de muteo y el respaldo de una coalición del establishment político, el canal del miedo al descalabro económico parece haber bajado el volumen. 

Pero si hay un aprendizaje que dejó la elección general, fue que eso que se veía como inmóvil en realidad podía moverse un poco. La economía, el tema que parecía el gran monstruo arriba de la alfombra de Unión por la Patria, fue al final uno de sus grandes aliados. El resultado de octubre parece sugerir que en una arena política tan movediza y fragmentada, el cambio aún no tiene bordes.

Mientras Milei seguirá jugando a ocultar lo más posible los agujeros de su propio posicionamiento político para mostrar el respaldo de Macri y Bullrich, del que espera capitalizar una transferencia de los votos que la exministra de Seguridad cosechó en octubre, Massa deberá actualizar la sensibilidad acerca del miedo más allá de la retórica. 

Tanto el candidato libertario como el de UxP saben que en zona de balotaje hay que privilegiar la búsqueda de votantes en el centro por sobre la de sus votantes duros. Por eso, la tarea de Milei parece aritméticamente más llana: en la ola cambista, se trata de sumar la mayor cantidad de votos opositores posibles, y eso explica su estrategia de alianza con el macrismo y el ala más dura del PRO.  

A Massa, entonces, parecería tocarle un esfuerzo adicional. En las elecciones de octubre, consolidó su protagonismo –y su camino a un triunfo sorpresivo- marcando un rumbo y un lenguaje que le dio verosimilitud a la posibilidad de ser algo mejor que lo que tenía enfrente. Algo distinto a lo que generaba incertidumbre después de las PASO. 

Lo que ganó la elección anterior fue el miedo contrarrestado por una impronta de liderazgo. Impronta que el candidato oficialista deberá seguir apuntalando con ahínco en este tramo final de la campaña para cultivar también la potestad de señalar los riesgos de un gobierno de Milei.  

Hoy, el juego está abierto. Del lado de Milei tal vez estén buscando vestirlo, del lado de Unión por la Patria impulsar que se note que, en realidad, el rey está desnudo. 

 


*Es periodista de TEA, abogada de la UBA y diplomada y maestranda en Comunicación Política de la Universidad Austral.

Siempre le gustó la política y hace más de 15 años empezó a trabajar en comunicación buscando conocer y entender el detrás de escena. Sus primeros pasos fueron en el Congreso de la Nación y más tarde se desempeñó como asesora y coordinó equipos en distintas áreas del Estado Nacional. Trabajó en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, en ACUMAR y en el Ministerio de Salud de la Nación.

En 2019, coordinó el equipo de discurso de la campaña presidencial de Alberto Fernández.

Hace ya algunos, junto a dos socios, creó Alaska, una consultora especializada en Comunicación Política, donde trabajan con distintos clientes del ámbito público y tercer sector en el diseño de estrategias de comunicación, comunicación de crisis y riesgo.

De manera autodidacta, en los últimos años se formó en lecturas sobre populismo y nuevas derechas. Y fueron esas lecturas las que la llevaron a hacer un curso de posgrado sobre teorías sociales y políticas posestructuralistas en Flacso. Está en desarrollo de su tesis de maestría.

Además, fue ponente en distintos congresos de Comunicación Política, como el de la Asociación Latinoamericana de Investigación en Campañas Electorales (ALICE) y la Cumbre Mundial de Comunicación Política. Escribe con cierta periodicidad en distintos medios nacionales, como Perfil y Página 12.

Los que no la conocen suelen preguntarle si es politóloga. Ella contesta que es poeta y justiciera.