Por Gabriela Granata*
Fotos portada: Télam, Infobae y Reuters

 

El día después de las primarias abiertas simultáneas y obligatorias comenzó la cuenta regresiva de cara a los comicios generales de octubre que serán los que finalmente den su sentencia sobre la oferta electoral que acomodaron la PASO.  El ruidoso triunfo de Javier Milei y La Libertad Avanza, se cimentó en una división de Juntos por el Cambio que le hizo perder varios puntos electorales y una crisis interna en el Frente de Todos que su mutación hacia Unión por la Patria no alcanzó a disimular. Además de las tres fuerzas mayoritarias que capturaron casi el 90% de los votos válidos, el cuarto puesto fue para el voto en blanco, disimulado bajo los reflectores que mostraron la euforia de Milei, el entusiasmo de Patricia Bullrich, la resignación de Horacio Rodríguez Larreta y la preocupación de Sergio Massa.

El escenario de tercios es una realidad hoy. ¿Puede cambiar esa fotografía? Si se tiene en cuenta que entre el voto a  Milei y el voto a Sergio Massa, esto es del primero al tercero, hay solo 2,5 puntos porcentuales, la paridad es ajustadísima.  Este reparto inhabitual de las preferencias electorales hace prever un gran esfuerzo para definir los contornos de las propuestas hacia un electorado que se habrá vuelto más selectivo y. también hay que decirlo, susceptible a las propuestas radicales de derecha.

 

 

Bipartidismo, bicoalicionismo y el nuevo orden que dictan las urnas

En los últimos 40 años de democracia, Argentina pasó de bipartidismo al bicoalicionismo. De las disputas electorales entre la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Justicialista (PJ) que alumbraron los gobiernos de Raúl Alfonsín en 1983 y Carlos Menem en 1990 se pasó a un bicoalicionismo con las primeras fracturas del peronismo: en 1999 el presidente fue radical, Fernando De la Rúa, pero en nombre de una Alianza con alto contenido peronista no menemista. Esa expresión que terminó con la renuncia del vicepresidente al año de gestión y que sobrevivió solo un año más sumiendo a la Argentina en la crisis social y económicas más traumática de este tiempo de democracia, abrió paso a otra manifestación, que fue la atomización de representaciones.

Fue en 2003 cuando se presentaron cuatro candidatos peronistas, cada uno por su lado, los “neolemas”, un invento de Eduardo Duhalde –entonces presidente interino-  para no ir a una interna que podría haber ganado su archirrival Carlos Menem. El final es conocido: Menem salió primero con 24% de los votos, Néstor Kirchner segundo con 22% de los votos y la negativa del riojano a ir al ballotage llevó a Kirchner a la presidencia de la Nación. Las alianzas que construyó con sectores sociales y progresistas y la suma de una franja del radicalismo más alineado con la socialdemocracia conformó el Frente para la Victoria. La crisis del radicalismo dejó sin representación a un electorado de centro no peronista, la alfombra sobre la que caminó Mauricio Macri para construir primero la expresión porteña PRO que se convirtió en Cambiemos y en Juntos por el Cambio, liderando un espacio más de centro/centroderecha con el radicalismo y la Coalición Cívica de Elisa Carrió.

 

 

Qué cambió con las PASO 2023

El resultado de las primarias en la categoría  presidencial posicionó a dos dirigentes que no gobiernan y relegó a los dos candidatos con gestión y con estructura partidaria  más amplia de soporte que, se esperaba, fuera una garantía para un resultado mejor.

En el caso de La Libertad Avanza no solo no tiene dirigentes en gestión sino que su candidato presidencial consiguió su primer cargo público hace dos años en el Parlamento. Patricia Bullrich, vencedora por poco en la interna de Juntos por el Cambio frente a Horacio Rodríguez Larreta, tuvo puestos ejecutivos no electivos: fue ministra de Trabajo en el gobierno de De la Rúa y ministra de Seguridad con Mauricio Macri.

Los dos postulantes con responsabilidad de gestión fueron los más golpeados. Rodríguez Larreta perdió por estrecho margen contra Bullrich y seguirá en la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hasta diciembre. Las diferencias que tiene con la ahora candidata quedaron apenas disimuladas en la noche de las primarias. Larreta volvió a hablar de ampliar el espacio, algo que tanto el líder del Pro, Mauricio Macri, y la propia Bullrich habían cruzado en público en dos instancias. Una, cuando Larreta quiso sumar al cordobés Juan Schiaretti, y otra, cuando mostró más guiños hacia el candidato radical  Martin Lousteau que al propio, Jorge Macri, en la interna porteña.

Patricia Bullrich reunió a amigos y adversarios en  el festejo. Foto: Nicolás Stulberg

 

 

El ministro candidato, y las segundas mejores opciones

Para Sergio  Massa el golpe fue mucho más fuerte y dual. Tiene la ventaja de que es el candidato consagrado de Unión por la Patria pero la desventaja de ser ministro de Economía en tiempos inestables y de arcas flacas. Tiene la ventaja de ser el líder del Frente Renovador, pata constitutiva de UP, pero la desventaja de no ser “el líder” de UP. Quedó claro también en la noche de las conferencias de las PASO que la figura de Cristina Kirchner sobrevolaba los discursos. La vicepresidenta se quedó en Río Gallegos, donde tiene fijada su residencia.

La consagración de la candidatura de Massa tiene varias versiones, que incluyen un grado distinto de intervención de Cristina pero siempre terminan en ella. Pero el juego no es lineal. Cristina y su sector lo entronizaron pero lo elogiaron módicamente –con aquella frase de que agarró la “papa cliente” y con la confesión pública de que prefería a Wado de Pedro, y que Massa fue la opción de consenso-.

Massa jugó una apuesta difícil al tener que conformar al kirchnerismo que era su carta de apoyo y en simultáneo, a “los mercados” y al Fondo Monetario Internacional que ese espacio cuestionaba pública y rudamente. De proponer un futuro más amable cuando lidera el equipo de una economía ríspida con una inflación por arriba del 100%, devaluación y empleo con pobreza.

 

Dónde hay un voto

El  escenario de votación va a decantar en las próximas horas. Primero, la reacción económica con la respuesta de los actores financieros y la decisión del Banco Central tomada el mismo lunes post PASO de devaluar un 20 por ciento la moneda y subir las tasas de interés para tratar de retener los pesos en el sistema para que no corran hacia el temido dólar blue, que es poco significativo en volumen, pero mucho en el imaginario y las perspectivas de corto plazo.

Las dos decisiones del BCRA son además una señal hacia el Fondo Monetario Internacional  que tiene pendiente un desembolso de USD 7.500 millones que trabó sin ninguna justificación más que esperar que se ordenen las elecciones para volver a otear el panorama política, ya que el económico lo conoce muy bien y sabe que es negativo.

Mientras tanto, en estos dos meses habrá más acción política. Es de esperar que Milei no se conforme con su 30 por ciento y salga a reivindicarse como la opción liberal para atraer a los votantes de Bullrich.  O que Juntos por el Cambio vaya por el electorado que quiso aplicar un castigo a las dos coaliciones que gobernaron los últimos ocho años y la hizo retroceder votando a Milei. O busque también el casi 4% de Schiaretti, un peronista no kirchnerista, si es que Unión por la Patria gira hacia una propuesta más cercana al primer kirchnerismo.

También puede ser que los tres principales candidatos decidan poner sobre la mesa acuerdos básicos para que la ciudadanía deje la incertidumbre, tenga un horizonte social y económico más previsible y se establezcan acuerdos mínimos sobre empleo, salarios, precios y seguridad. Y que la competencia electoral sea una competencia de propuestas y no de chicanas y descalificaciones. Pero esto es mucho más improbable.


 

 

 

Gabriela Granata es Licenciada en Periodismo de la Universidad de Lomas de Zamora y cursa una Maestría en Comunicación Digital e Interactiva en la Universidad de Rosario. Es docente de las materias de Taller de Redacción Periodística (UNLZ) y de Periodismo Político, Introducción al Periodismo y Prácticas profesionales en las Universidades Católica Argentina (UCA) y de Belgrano (UB). Realizó cursos de posgrado en Comunicación Política en Flacso.

Se desempeñó como redactora y editora en agencias de noticias NA y Télam, en el diario Crítica, dirigió la revista de actualidad Veintitrés, y actualmente es la directora Periodística del diario especializado en economía  BAE Negocios baenegocios.com