A pocos kilómetros de… todas las referencias para llegar a un lugar comienzan así. A pocos kilómetros de una referencia inequívoca que es la Capital. Pero esta vez vamos a dar una referencia más que puntual, porque nada mejor que las indicaciones precisas. La dirección nos lleva hacia un bosque que tenemos a mano, lleno de vida, lleno de naturaleza, ubicado en Ezeiza. Un verdadero Bosque Conurbano.

Para ir hay que hacer el mismo camino que nos lleva al Aeropuerto de Ezeiza, por la Autopista Riccheri, pero bajando en la salida KM 25 “Balnearios/Centro Atómico”. Sí, ahí justo donde está el “predio que tiene la AFA en Ezeiza” que por fin ahora lleva el nombre de Lionel Messi.

Una vez que se toma la bajada y se esquiva el cuello de botella que se suele formar para ir hacia el lado de Cañuelas los fines de semana, uno empieza a adentrarse en los famosos, aunque aún desconocidos para muchos, Bosques de Ezeiza.

Las imágenes mentales que se nos vienen dependen de la época en que lo hayamos transitado o escuchado hablar de él. Cientos de hectáreas verdes pensadas para el disfrute de los trabajadores. Piletas de agua salada con propiedades terapéuticas. Parrilladas familiares, encuentros con amigos. Abandono e inseguridad. Picadas ilegales. La boca del lobo. Ir a aprender a manejar y estacionar. El regreso de los asados y la recreación. Y una palabra por sobre todas y la que más podría llamar la atención para aquel que nunca fue. “Bosque”. Ese verde tan deseado en la jungla de cemento.

En los últimos años se han llevado a cabo esfuerzos significativos para su conservación y recuperación, y se ha convertido otra vez en un espacio para el disfrute de las familias, deportistas que lo recorren a pie o en bicicleta, y también, avistadores de naturaleza. Porque por estos lugares, que en algún momento fueron denominados “tierra de nadie”, la vida siguió, desapercibida, creciendo, floreciendo. En este recorrido fotográfico, algunas escenas de esa naturaleza silenciosa y escurridiza de este bosque conurbano que está en plena primavera otra vez.

 

Desde el aire se puede ver la extensión del bosque, verde hasta donde alcanza la vista y más allá el Conurbano y CABA.

Todos los caminos están bordeados de diferentes especies de árboles, entre los que se destacan eucaliptus de gran altura y álamos que van al compás del viento.

 

Cuando todo está en silencio durante los días de semana se puede escuchar algún leve movimiento que delata la presencia de la fauna del lugar: una garza amarilla cazando en un canal, un Coquito, Ibis de cara roja o “Cuervo de pantano” según Google Lens que lo reconoce al buscar la foto, y una liebre escurridiza que pasa velozmente para perderse en los pastos cercanos.

 

Bajo nuestros pies hay un mundo casi microscópico que cruje con nuestros pasos. Texturas por doquier para quien le dé la cintura para agacharse.

 

El bosque en todo su esplendor, caminos que se pierden entre los árboles y la ilusión de encontrarse por un rato en un cuento, pero en el medio de la ciudad.

 


Martina Rico es fotógrafa y creadora audiovisual, trabaja generando contenidos para diferentes clientes y marcas de forma independiente. Un poco de cada punto cardinal: de San Justo de toda la vida, Licenciada en Relaciones Públicas egresada de la Universidad Nacional de La Matanza, docente de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y recientemente mudada a la capital de la industria, San Martín. Googleadora compulsiva, saca el celular en cualquier circunstancia para buscar lo que sea. Sueña con conocer el mundo, pero también sabe que en cada esquina hay un mundo para conocer.