La mesa está pegada a la ventana que da a la avenida. Ni tan cerca de la puerta, ni tan cerca del baño, como le gusta a Él. El restaurante está en la zona de Caseros, alejado del centro, como le gusta a Ella. Él le corre la silla, Ella cuelga su cartera, pero antes saca un espejito para retocarse los labios.

Él empieza a mirar la carta, y le dice que tiene ganas de pastas. Ella levanta los hombros como diciendo que le da lo mismo, pero en realidad preferiría algo que no tenga carbohidratos.

Se acerca el mozo, les pregunta si ya decidieron. Él pide ravioles de jamón y queso a la bolognesa; Ella, una pechuga a la plancha con ensalada. Él pide un vino caro, y cuando Ella levanta las cejas, sorprendida, Él le dice que por una vez se pueden dar un gusto, una fecha como hoy, y le explica al mozo que hoy, es su aniversario.

-Te podrías haber pedido unas supremas a la Maryland, o papas fritas, que tanto te gustan, es sólo un permitido, una vez- le dice Él, con evidente fastidio.

Él mira de reojo el salón, para ver al mozo, y se queda detenido en la minifalda de una mujer que pasa para el baño.

Ella lo nota, y le dice ‘mirá que me di cuenta’, con los ojos.

Él, notoriamente incómodo, se hace el distraído, y para evadirse grita:

-Mozo!

El mozo lo mira, adivina la jugada, y les trae enseguida el servicio de mesa.

-Si hay algo que te costaría si estuvieras sin mí, es esperar. Sos nervioso e impaciente. Toda la vida busqué como entretenerte en la espera porque no sabés esperar, y mucho menos aburrirte.

-Y  sí, tenés razón. Pero si hay algo que te costaría a vos, sin mí, es decidirte. Siempre le das mil vueltas a todo, y al final terminas eligiendo la primera opción, como pasó con el Duna rojo. Dios está de testigo que me hiciste ver veinte coches, recorrer todo Buenos Aires…

-Claro, pero reconocé que si no fuera por mí nunca hubieras salido de tu barrio. Siempre lo mismo, la misma salida, el mismo restaurante, las mismas vacaciones. Decí que yo siempre insistí para conocer lugares nuevos.

– Sí, pero si yo no manejara, ¿cómo habrías conocido esos lugares, eh? ¿A pie? En micro? Vamos…

-Bueno, pero a manejar se aprende. Además si no fuera por mí, nunca hubieras tenido auto porque sos un tiro al aire con la plata, te quema en las manos. Decí que estoy yo para administrarlo.

-Mirá, querida, si no fuera por mi laburo, ni siquiera llegarías a fin de mes, porque la verdad de la milanesa es que acá, yo soy el que siempre ha tenido buenos sueldos.

-Claro pero si no fuera por mí, que siempre te escuché, te ayudé, te apoyé, me levanté con vos todos los días cinco (cuando podría haber seguido durmiendo), y te esperé cada tarde con la merienda, cuando no la cena. Bah no sé digo, no sé si hubieses podido…

-Ay bueno, ya empezó la novela. Ella, la pobrecita. Mirá, todo eso lo hiciste porque quisiste, así que esa factura pagala vos solita.

-Y bueno, y si soy tan dramática como decís, ¿por qué nunca dijiste nada?

– Qué sé yo. Tampoco es para tanto. Supongo que uno se termina acostumbrando a todo. Pero decí la verdad, si te quedaras sola, te costaría mucho estar con otro hombre porque sos muy detallista y rebuscada. Eso, al común de los hombres no le gusta.

– ¿Ah, sí? Mirá. A vos también se te complicaría, porque venís de una familia jodida, tu hermano adicto, tu mamá muerta, tu papá ausente, tenés un prontuario familiar complicado. Tu pasado no es, lo que digamos, un lecho de rosas.

-Sí, puede ser, pero ya que estamos digamos todo. A vos te costaría lo sexual porque a decir verdad yo ya te conozco y te sé el punto. Te conozco el ritmo. Por ahí otro tiene que estar tres años para lograrlo.

-Ay bueno, ya empezó la hora de la pavada. Mirá las cosas que hay que oír. ¿Ahora resulta que sos un semental? Mirá que novedad. Recién me entero.

– No es lo que dijiste anoche.

-Mirá, si de algo estoy segura, es que sin mí te volverías alcohólico. Porque ya es demasiado lo que tomás conmigo poniéndote el freno permanentemente. Sin ese borde, uf, ni me lo quiero imaginar, Dios me libre.

-Tampoco tomo tanto, ¿Qué estupideces decís? Lo que pasa es que a mí me gusta divertirme, gozar, sentir la sal de la vida. Vos siempre fuiste muy correcta, muy aplicada, muy aburrida.

– Claro porque alguien responsable tiene que haber, que haga las cosas como es debido. Qué fácil, claro, es ser un inmaduro. Así cualquiera.

-Seré inmaduro, pero el día que estire la pata, mi ataúd no va a ser un sarcófago. Vos si no empezás a sacudirte, a divertirte, a transgredir, vas a ser una momia. De corazón te lo digo.

-¿Y ahora me lo venís a decir? Así que soy fría. Míralo vos al señorito, encima tiene el tupé de decirme que soy fría. ¿Sabés qué? Tenés razón. Desde hoy voy a calentarme el pico y sacar todos los trapitos al sol. ¿Te parece?

– Deja de decir pavadas, era una discusión, normal, de gente casada. Levantando la voz así pareces una loca. Se te desfigura lo poco que te queda de femenina.

– ¿Con qué podría empezar? Ah ya sé, puedo mandarle un mensaje a tu hermano y decirle que hace años venís dilatando lo de la sucesión para quedarte con toda la casa. O no, ya sé, mejor le cuento a tus amigos que hace diez años tomás Viagra. 

– Dejá de decir pavadas, y bajá la voz, que no tengo edad para hacer papelones. ¿Ya la tenías que arruinar? Ni salir a comer afuera se puede. Ni hacer un chiste. Nada. Nada se puede. Todo rompen. Callate que ahí viene el mozo.

-Acá les traigo sus ravioles y su pechuga, cualquier cosa me llaman.

-La verdad bastante pasados estos ravioles. Este lugar tenía estilo, pero se está poniendo muy berreta.  ¿No viste esos de allá? Gente así no venía. Además ¿podrían haber prendido un poco el aire, no? Ay esta estética tan antigua, tan pobretona… me deprime. Pucha, al final no brindamos Por muchos más, Bichi, ¡Salud!  ¿Pedimos la cuenta, te parece?

Ella lo observa con furia agazapada en silencio. Disimula. Le sonríe.

– Dale.

Entonces, mientras  Él levanta la mano para llamar al mozo, Ella saca el teléfono, abre el chat, escribe nos vemos esta noche Amor. Envía el mensaje.


Nina Ferrari nació en Capital Federal en 1983. Desde los dos años, y hasta la actualidad, ha vivido en Moreno, conurbano bonaerense.Autora de varios libros publicados bajo el sello de Editorial Sudestada (poesía y narrativa), es además madre, docente, directora teatral. Es una artista popular militante, que impulsa la democratización del acceso a los bienes culturales y la socialización del arte como derecho humano. Es  columnista y colaboradora de varios medios gráficos.