El debut directorial de Dolores Fonzi dio como resultado a Blondi, una emocionante comedia dramática sobre amor y sacrificio.

Por Belén Borelli*

 

 

Lo primero que pienso cuando termino de ver Blondi, la ópera prima de Dolores Fonzi, es lo difícil que es ser madre. Tengo 26 años y estoy lejos de querer serlo, pero por primera vez tengo la certeza de que es así. Pienso en todas esas veces que discutí con mi mamá y cómo hubiera convencido a cualquier persona que no me entendía. También en todas aquellas veces que me enorgullecí de sentirla una amiga más. Pero, lo más importante, es que cualquier escena de mi vida que se me venga a la cabeza siempre termina desembocando en ese momento que entendí que mi madre fue una veinteañera como yo que también sufrió las mismas frustraciones y anheló los mismos sueños.

Sobre eso se trata el debut cinematográfico de la actriz, que en este caso, también protagoniza, y ya se encuentra disponible para ver en el catálogo de Prime Video. Pero también sobre mucho más. Con su estreno mundial en la última edición del BAFICI, en donde ganó dos premios, Blondi viene a proponer una historia sobre maternidades, el vínculo inquebrantable entre hermanas, y cómo cada familia es un mundo con sus dificultades, por más que todo siempre parezca más fácil desde lejos.

Blondi es una madre soltera que vive con Mirko (Toto Rovito), su hijo de veinte años que fue producto de un embarazo adolescente que nunca pudo abortar porque la estafaron. Entre humo de cigarros de marihuana, estafas piramidales, noches de fiesta y recitales de música indie en Niceto, ambos conforman una dupla muy particular, pero que posiblemente todos conocemos un caso así: si bien son madre e hijo, Mirko y Blondi parecen ser amigos de toda la vida, unos verdaderos partners in crime que van espalda con espalda por la vida atravesando obstáculos y guardando recuerdos al ritmo de The Velvet Underground & Nico.

La maternidad es una temática que se ha tocado incontables veces a lo largo de la historia del cine. Pienso en Terms of Endearment, dirigida por James L. Brooks, que ganó el Oscar a Mejor Película en 1983. En esta historia, Shirley MacLaine y Debra Winger interpretan a una madre e hija y su relación a lo largo de 30 años. Ellas se aman y se odian. Tienen una relación tóxica pero también se rescatan cuando lo necesitan. Crecen y envejecen. Se asientan en la vida de una madre ama de casa a principios de los ochenta, y también le dan una segunda oportunidad al amor.

Terms of Endearment

Inevitablemente, la historia se termina topando con la muerte, pero no de la manera que las protagonistas se lo hubieran imaginado: el personaje de la hija, interpretado por Winger, enferma de cáncer y todo cambia en la vida de las dos. La madre, confiada de que iba a ser la primera en morirse, tiene que afrontar la peor pesadilla que podría tener un padre. No hay más inocencia.

Si bien en Blondi no hay ninguna muerte en concreto, la relación entre madre e hijo sí sufre un quiebre: Mirko aplica a una beca en Europa y se la otorgan, pero el miedo por decirle a su mamá sobre el paso importante que está por dar es más grande que el orgullo que siente por su futuro. Así que decide ocultárselo el mayor tiempo posible. Pero cuanto más pospone ese secreto, más grande se vuelve.

Mientras tanto, la casa de Blondi y Mirko funciona como un refugio del mundo real. Un lugar en medio del conurbano norte en donde todos pueden ser de la forma que son, alejados de cualquier prejuicio y norma; en contraposición del caso de Martina (Carla Peterson), la hermana de la protagonista, que vive en una casa lujosa digna de un estilo de vida aspiracional junto a su pareja (Leonardo Sbaraglia). Dos polos opuestos que se presentan en el Gran Buenos Aires. A solo cuadras de distancia, las realidades pueden ser muy diferentes, pero a veces las personas estamos atravesadas por los mismos problemas existenciales.

Cansada de tanta asfixia, Martina deja su vida, a sus hijos y a su marido y decide darse a la fuga. Entre lágrimas y risas, la película se transforma en una road movie a lo largo de distintas provincias argentinas. Sin lugar a duda, Blondi y Mirko salen a buscarla en su auto, pero lo que no saben es que vivirán un viaje en donde no les quedará otra opción que salir a buscarse a ellos mismos.

En Blondi, todos están intentando encontrarse a ellos mismos. Pero llegar a la meta a veces puede significar mucho dolor y perder muchas cosas. Por fuera, la protagonista es una madre copada, moderna y despreocupada. “¿Vos te pensas que yo no puedo entender? ¿Que soy una madre como las demás?”, suelta en un momento el personaje interpretado por Fonzi, que ya se robó el cariño de miles de espectadores y se perfila como uno de los estrenos nacionales de este año.

 

Pero, por otro lado, por dentro también entiende todas las cosas que tuvo que sacrificar para poder estar en el lugar que ocupa en ese momento. Un aborto que no pudo ser, una adolescencia interrumpida por un embarazo que no deseaba y mil mandatos impuestos a la fuerza. “No me quedó otra”, le confiesa Blondi a Mirko en un momento. Y él la mira con una cara que sabes que la entiende. Siempre lo hizo, pero esta vez aún mucho más. Blondi es su mamá, pero también alguien que fue como él. Alguien con sueños que quizás nunca pudo cumplir, pero que ahora él sí puede hacerlo desde su lugar.

Y yo otra vez no puedo evitar volver a mi madre. Mi mamá, así como también la tuya, es solo una mujer joven que renunció a todos sus sueños para poder tenerme a mí. Mi mamá, no como una figura en la que quizás me convierta dentro de algunos años, sino en alguien con quien crecí y que fue una jovencita igual a mí. Iguales. Mi mamá, una mujer que en un momento fue niña y se cayó de un triciclo jugando en la vereda. La que conoció el primer amor. La que le rompieron el corazón en la secundaria y juntó las piezas para volver a intentarlo.

Una persona que se ha ido a dormir a lo largo de su vida pensando que tuvo el mejor día en mucho tiempo, y también la misma que no podía conciliar el sueño pensando en miedos e incertidumbres. Una mujer que renunció a su libertad para poder regalármela a mí, con sus aciertos y sus errores. Con sus mejores y sus peores días, pero siempre con mucho amor. Como Shirley MacLaine y Debra Winger en Terms of Endearment. Como Martina y Blondi en esta película. Como en la vida.

Porque lo mejor que nos puede dar el cine no son películas que nos invitan a escapar, si no las que señalamos a la pantalla y decimos “esa soy yo”. Las que nos reconforta pensar que no estamos solos y que las vivencias, al fin y al cabo, son colectivas. Y qué difícil es ser madre, pero qué hermosa que es Blondi.

Ver Blondi por Prime Video


Belén Borelli es periodista de día y twittera de noche. Es porteña de nacimiento pero adoptada por Lomas de Zamora desde el 2002. Estudia la carrera de Periodismo en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ y es optimista en que este año se recibe. Le gusta mucho la ropa e intenta ver una película por día. Escribe para BAE Negocios y colabora en Infobae Cultura y en Pop Con. También crea contenido de cine en Beludrome, su podcast disponible en Spotify, y en sus redes sociales.