En el día de la Bandera, la vicepresidenta Cristina Fernández participó del cierre del plenario de la Central de Trabajadores de la Argentina. Allí habló de una “estafa en la Argentina”, y apuntó contra Alberto Fernández y Mauricio Macri. En esta nota, Pablo Lapuente analiza el discurso de la ex presidenta de la Nación y los intentos por acomodar una gestión signada por una crisis que parece no tener fecha de caducidad.

Por Pablo Lapuente*

 

La vicepresidenta Cristina Fernández habló este lunes de una “estafa en la Argentina”, y apuntó tanto contra su sucesor, Mauricio Macri, por el endeudamiento más grande en la historia del Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus políticas de ajuste, como contra su compañero de fórmula, Alberto Fernández, a quien pidió mayor “control” del Estado para revertir la grave crisis económica y social. “No hay que agacharles la cabeza, hay que discutir”, sostuvo en un multitudinario plenario que la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) organizó en Avellaneda.

En sintonía con sus discursos anteriores, el que dio en Chaco junto a Jorge Capitanich, y el que expuso en el Centro Cultural Kirchner escoltada de mandatarios de otros países, revalorizó ahora las políticas públicas que se aplicaron en Argentina y el mundo ante cada crisis capitalista, y se mostró preocupada por algunas problemáticas que explican la inflación y la aparición de los emergentes trabajadores pobres como la fuga de dólares, el endeudamiento que tomó Cambiemos, y la pasividad de la administración de gobierno del que es parte. En este sentido, se refirió a la falta de coordinación entre el Banco Central, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), la Aduana e incluso el Ministerio de Producción, que hace tan sólo unos días dejó Matías Kulfas por un escándalo en la comunicación interna, que amalgamó perfecto con las críticas que el cristinismo le hacía por el control de las importaciones y exportaciones.

«Una vez más la inflación parece haberse disparado. Los mismos que van a los canales de televisión a decir que el Estado es lo único malo y el sector privado es todo benevolencia, dicen que a la inflación la genera el déficit fiscal. De la emisión no voy a hablar», remarcó Cristina y enumeró lo que, para ella, son falsas causas de los aumentos de precios como el déficit fiscal, la emisión monetaria, el desequilibrio entre oferta y demanda, y la presión tributaria. Es así que, mostró un cuadro con los países del G-20 y su déficit fiscal primario, en el que la Argentina aparece en el número 13 y a Estados Unidos en el uno.

En su discurso, que dio por más de una hora ante una multitud de militantes del Frente de Todos, volvió a pedirle Alberto que use la «lapicera» y cuestionó el trato que se les da desde el gobierno a los empresarios, a quienes en oportunidades anteriores llamó “amigos” de algunos funcionarios de la administración actual. «Que se sienten a discutir, no hay que agacharles la cabeza, hay que discutir», subrayó y consideró que esas cosas «son usar la lapicera», una definición que utilizó recientemente en un acto de YPF junto al presidente.

«Hay festival de importaciones hace tiempo y creo que el Gobierno debe pensar cómo articular más adecuadamente: Banco Central, Ministerio de la Producción, AFIP y Aduanas. Esto tiene que ser articulado, lo cual no estaría sucediendo. ¿Por qué? Porque hay un festival de importaciones desde hace tiempo. En la Argentina, 600 empresas explican el 75% de las importaciones. Y el otro 25% de las importaciones lo explican 24.000 empresas», resaltó en otro tramo.

Sobre el final de su intervención, expresó: «Pienso en la relación de fuerzas. Debemos apelar a nuestras mejores acciones y convicciones, como aquella, hace cinco años, cuando fundamos Unidad Ciudadana. Por eso hoy, somos gobierno. No nos olvidemos de dónde venimos. Ganar la elección para no cambiar nada, mejor quedarse en la casa». Lo dijo junto al secretario general de la CTA y diputado nacional Hugo Yasky, y al ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, y ante una tropa de incondicionales como el presidente de la Cámara de Diputados bonaerense, Federico Otermín, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, y el ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, entre otros.

Pese a las reiteradas críticas de la vicepresidenta hacia el presidente, y la falta de diálogo entre ellos, los Fernández intentan acomodar una gestión signada por una crisis que, hasta ahora, parece no tener fecha de caducidad. Inclusive, sus propios militantes y algunos de sus funcionarios marcan esta deficiencia. «Todavía no cumplimos con nuestro contrato electoral», dijo la diputada provincial Lucía Klug en una entrevista reciente con Revista Cordón. De todos modos, a su manera, los mandatarios parecen buscar una nueva forma de relacionarse sin que eso derive en una ruptura del frente electoral que los regresó al poder en 2019. «La unidad del Frente de Todos nunca estuvo ni estará en discusión”, afirmó Cristina en Avellaneda, acaso consciente de que enfrente se encuentran los líderes de la oposición, que inflan el pecho desde hace meses al ver la caída en la intención de voto del gobierno peronista, mientras blanden su propia bandera de la unidad y las múltiples candidaturas con las que pretenden volver tanto a la presidencia como a la gobernación de la provincia de Buenos Aires.

Por supuesto que, por ahora, dar detalles de la interna a cielo abierto en el gobierno no alcanza para sostener los porcentajes que le dieron el triunfo en primera vuelva hace tan sólo dos años y medio, ni para apaciguar el entusiasmo de los principales líderes de Propuesta Republicana, que aun así se baten a duelo entre duros como Mauricio Macri y moderados como Horacio Rodríguez Larreta, por lo que no son pocos en el gobierno popular los que esperan ahora un movimiento del presidente.


*Pablo Lapuente es redactor acreditado en la Legislatura de la provincia Buenos Aires. Licenciado en Periodismo (UNLZ), productor en radio y televisión. Trabajó en medios de comunicación bonaerenses y nacionales.