Los tres principales líderes del PRO coincidieron en que es necesario reforzar sus campañas electorales en los distritos del conurbano. Por separado, y ante un oficialismo que aún no logró encumbrar a un sucesor de Fernández, coincidieron también en plantear reformas de shock en el caso de llegar a la Casa Rosada en 2023. Estrategias en una región “a punto de estallar”.
Por Pablo Lapuente*
Si bien todas las partes pregonan una unidad indiscutida, necesaria para enfrentar a un peronismo que se vio en numerosas oportunidades al borde de la quiebra, eso no le es suficiente para tapar sus peleas internas, incluso cuando la mayor parte está de acuerdo en que es necesario aplicar en el mediano plazo políticas de ajuste severas y reformas trascendentes de la arquitectura económica del país. De hecho, con matices y distintos tonos discursivos, los dos principales exponentes del ala dura del partido amarillo, el expresidente Mauricio Macri y la exministra de Seguridad Patricia Bullrich, y el mejor representante de los moderados, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, creen que hay que implementar estas herramientas antipopulares en los primeros días de gestión.
Según pudo saber Cordón, la presidenta del PRO trabaja en un proyecto de reforma laboral, sindical, y de la Ley de Contrato de Trabajo, además de una fuerte reducción del gasto público, que rediscutirá -incluso- el rol de las principales empresas públicas del país como lo puede ser Aerolíneas Argentinas. La propuesta va en sintonía con lo que tiene en mente el expresidente, que comentó en su círculo de trabajo que es necesario hacer un ajuste de ocho puntos del Producto Bruto Interno (PBI). Algo de eso, aunque por supuesto en un modo más amable, dejó entrever en varias oportunidades el alcalde porteño, como aquella vez que en un plenario de la agrupación La Generación se soltó un poco más y habló de múltiples cambios en el mundo del trabajo y sector tributario.
En este sentido, una fuente relevante del espacio que fundó Macri le dijo a este medio que la gran mayoría de los líderes en la oposición saben que tendrán que aplicar esas medidas poco traducibles en una campaña, y que “el primer año será realmente duro” para la inmensa mayoría de la población. La excusa, que intentan rodear de una épica que los ayude impulsar estas políticas con la menor resistencia posible, es que el gobierno de Alberto Fernández dejará el 10 de diciembre del 2023 los indicadores económicos y sociales peores de los que recibió de su antecesor.
Para los duros de Juntos por el Cambio esa realidad de duros cambios se podría llevar adelante sólo con el respaldo de los propios. Para eso apuestan a volver a sus raíces, las mismas que les permitieron ganar en 2015, y filtrar cualquier nuevo ingreso a la alianza opositora. Ponen en esta lista a exfuncionarios del kirchnerismo que buscan acercarse al proyecto nacional de Larreta, como Florencia Casamiquela de Florencio Varela y Pablo Paladino de Lomas de Zamora, como incluso a dirigentes locales que promueven mayor apertura como el exintendente de Quilmes, a quien el propio Macri cuestionó en una reunión privada al decir que “hay que dejar de traer inventos” como el de Martiniano Molina. Aún así, el quilmeño sigue siendo la figura más taquillera de la oposición en ese distrito del sur del conurbano, pese al intento del diputado Cristian Ritondo de convencer a Sergio “Maravilla” Martínez de adentrarse al barro de la política.
Distinto es el razonamiento al otro lado de la interna amarilla, que cree fundamental crear una gobernabilidad apoyada en una nueva reconfiguración del poder, en el que se amalgamen los intereses de todo Juntos por el Cambio con otros espacios como el progresismo y el peronismo no kirchnerista. En palabras de Rodríguez Larreta, hace falta una coalición de gobierno del 70%. ¿Qué pasa con el 30% restante? Todavía nadie se lo preguntó, pero en principio el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dijo en la decimonovena edición del Consejo de las Américas: «Seguramente ya me escucharon decir esto muchas veces, pero el próximo gobierno de la Argentina tiene que ser un verdadero gobierno de coalición; un gobierno que marque un punto de inflexión en la historia de decadencia de la Argentina y que, por primera vez en décadas, trace un rumbo que se sostenga en el tiempo por muchos años”.
Por fuera de las propuestas que aún no hacen explícitas, estos dirigentes ya iniciaron la campaña electoral y marcaron en los distritos del conurbano los principales puntos a recorrer, no sólo porque es la zona más densamente poblada del país, sino también porque es la principal fortaleza política del cristinismo. Rodríguez Larreta visitó este jueves zonas comerciales en el centro de Lomas, Banfield y Temperley para escuchar las principales preocupaciones de los comerciantes. También mantuvo una reunión con 18 dirigentes de Juntos por el Cambio, y dos encuentros puntuales, uno con vecinos y otro con jóvenes. Casi a la misma hora, en el distrito de al lado, Bullrich organizó un plenario de la Tercera sección electoral, acompañada de sus principales referentes como Gerardo Milman, Javier Iguacel, Juan Pablo Allan y Gustavo Ferragut.
Macri también se animó a sumar una visita más en esta región. Después de su paso por Lanús, La Plata, Vicente López e Ituzaingó – única ciudad gobernada por el peronismo que caminó desde su regreso a la centralidad política-, sumó este jueves una amplia recorrida en Tres de Febrero, junto al jefe comunal anfitrión Diego Valenzuela. Unos minutos después, ya en su oficina de la calle Libertador, en Olivos, recibió a Néstor Grindetti, el intendente de Lanús que busca instalarse como candidato a gobernador con el respaldo del egresado del Cardenal Newman.
Otro que no es macrista, pero también se muestra dispuesto a competir por el liderazgo opositor y, eventualmente, competir en la próxima elección presidencial es el gobernador radical de Jujuy, Gerardo Morales, que este mismo jueves también se anotó una visita a Lanús en modo proselitista, después de haber pasado en semanas anteriores por Vicente López y Lomas de Zamora. Aunque no lo dice en público, su viaje habitual de más de 1.500 kilómetros se debe a la desventaja que padece frente a sus socios de Juntos por el Cambio, instalados en la vidriera nacional que es la Ciudad de Buenos Aires.
Entre entusiasmados por la posibilidad concreta de regreso al poder, e hiperactivos por no lograr encumbrar a un candidato único de la oposición, los principales postulantes nacionales de Juntos por el Cambio toman ventaja ante un oficialismo que aún está en crisis y, para colmo, no ve qué hay más allá de Fernández. La interna todista, que no se profundizó después de la última renuncia relevante, la de la ministra Silvina Batakis, pero tampoco terminó, como da cuenta las reiteradas amenazas de surgen desde Patria Grande, es otra de las cosas por las que saca provecho Macri, Larreta y Bullrich. Detrás de cada uno de ellos, avisaron, hay un programa mucho más radical que el que implementaron hasta 2019.
Pablo Lapuente es redactor acreditado en la Legislatura de la provincia Buenos Aires. Licenciado en Periodismo (UNLZ), productor en radio y televisión. Trabajó en medios de comunicación bonaerenses y nacionales.
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