Docentes, profesionales de la salud y académicas decidieron encarar en los últimos años, y en distintos ámbitos, una lucha por visibilizar y reducir los efectos de la contaminación del Riachuelo, el curso de agua que a lo largo de ochenta kilómetros recibe deshechos industriales, alberga basurales a cielo abierto y es hogar de unos seis millones de bonaerenses y porteños.

Solo dos cuadras hay que caminar por la calle Juan Vucetich desde la Escuela n° 72 de Villa Lamadrid hasta el Riachuelo. Otras cuatro para ingresar a La Salada, el predio ferial textil más grande del país que funciona desde principios de los 90. Unas 20 hectáreas que supieron ser – hace años – el oasis de porteños y bonaerenses: un complejo de piletas de natación y hasta una laguna de agua salitrosa parecida a la del mar. Aquel lugar fue durante décadas el atajo que tenían las clases bajas y medias para disfrutar del verano a más de 300 kilómetros de la playa. La feria y la escuela están cerradas desde mediados de marzo, cuando el gobierno nacional dio inicio al período de cuarentena para contener el avance del coronavirus.

La mayoría de las madres y padres de los chicos que van a la escuela están sin trabajo y “no pasa un día” sin que le envíen un mensaje de WhatsApp a Graciela Itatí Aguirre, la directora de la Escuela Secundaria n° 72. “Me preguntan si vamos a repartir comida, porque en la zona nuestra escuela es una de las tres en la que funciona un comedor. Pero desde que comenzó la cuarentena tuvimos que cerrar la escuela y también el comedor”, comenta a Cordón. Ciento cincuenta estudiantes van a la secundaria de Villa Lamadrid, en la localidad de Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora. Viven en una de las barriadas más golpeada por la crisis económica de los últimos años. El corazón económico del lugar, y de otros barrios vecinos, es La Salada, que por el momento dejó de latir.

No solo el desempleo y el hambre golpean a los pobladores de Villa Lamadrid. En 2011, un censo sanitario a los habitantes arrojó como resultado una tasa superior a otros sitios de casos de cáncer, enfermedades respiratorias y dermatológicas y plomo en sangre, especialmente en niños. La cercanía al Riachuelo -entre los ríos más contaminados del mundo-, la quema de residuos sobre la ribera, los problemas de agua potable, las deficiencias cloacales y los desagües colapsados por la actividad de La Salada son algunos de los motivos de este panorama sanitario.

El Foro Hídrico de Lomas de Zamora, una red de organizaciones que articula demandas por la gestión del agua potable, encabezó varios reclamos a las autoridades nacionales, provinciales y municipales para dar una solución ambiental a la población de la zona. Aguirre, como directora de escuela, decidió llevar adelante distintas actividades con los estudiantes y la comunidad educativa para tomar conciencia de la situación y generar un cambio. “Había que generar una alternativa a la realidad que vivíamos. El censo había mostrado que cada vez más vecinos se morían de cáncer o problemas respiratorios. Se quemaba basura todos los días, había siempre como una neblina en el ambiente y el olor a humo… hoy eso no se da tanto”, asegura Aguirre.


Foto: Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN)

Graciela destaca como algo positivo el aumento en la frecuencia de recolección de residuos. “Igualmente seguimos trabajando en la escuela con los chicos de la secundaria, y también de la primaria, con la que compartimos el edificio. Buscamos visibilizar el problema ambiental y tratamos de involucrar a las familias en la necesidad, por ejemplo, de separar la basura. También nos vinculamos a una cooperativa de recicladores que viene a retirar los residuos que separamos en origen”, indica.

Por su trabajo comunitario y educativo, Aguirre formó parte de “Mujeres del Río”, un documental dirigido por Soledad Fernández Bouzo, Doctora en Sociología, investigadora del CONICET. El audiovisual, que puede verse en YouTube y dura poco más de 10 minutos, es producto de una investigación llevada a cabo en el Área de Estudios Urbanos del Instituto Gino Germani (IIGG) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y aborda una “problemática ambiental tan grande como la contaminación del Riachuelo”, afirma Fernández Bouzo a Cordón. Las otras protagonistas de “Mujeres del Río” son Claudia Leguizamón, maestra de la Escuela 72 de Villa Jardín, en Lanús y fundadora de la ONG “Guardianes del Riachuelo”, y Beatriz Mendoza, psicóloga social e impulsora de la causa judicial que lleva su apellido y marcó la historia reciente de la lucha ambiental en la cuenca Matanza-Riachuelo.

La “Causa Mendoza”, repasa Liria Alonso, Magíster en Sociología Económica por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) en su trabajo “La intervención de la ACUMAR y su impacto económico en las curtiembres de la Cuenca (2009-2018) “se originó en 2004 a partir de reclamo presentado en la Justicia por 17 habitantes y trabajadores de Villa Inflamable, en Dock Sud, un sitio en el que 1.800 familias conviven con los residuos arrojados por más de 40 compañías petroquímicas a solo cinco minutos de auto de la Casa Rosada”.

Mendoza lideró una demanda legal colectiva que solicitó a los estados nacional, bonaerense y porteño, y también a las 44 empresas, la recomposición del ambiente y la creación de un fondo para financiar el saneamiento del Riachuelo, alegando daños y perjuicios sufridos por la contaminación. Cuatro años después, la Corte Suprema de Justicia condenó a la Nación, la Provincia y la Ciudad a “mejorar la calidad de vida de la población, de recomponer el ambiente y de prevenir nuevos daños”. En esa dirección -indica Alonso- “ordenó un programa de acciones, con responsables y plazos de ejecución, ubicando a este territorio en un lugar destacado de la agenda pública. La acción judicial puso en marcha políticas, planes y programas tendientes a revertir el escenario de conflictividad, de vulneración de derechos y de población en riesgo que caracterizan esta región”.

En febrero pasado Mendoza navegó un tramo de la cuenca junto a Martín Sabbatella, presidente de la ACUMAR. “Lo que pudimos ver es lo que vemos hace muchísimos años: desastre, abandono, falta de interés y responsabilidad”, expresó luego, según un comunicado del organismo.

Filmación de «Mujeres del río»

El cortometraje dirigido por Fernández Bouzo resalta que, según la ACUMAR, diez años después del fallo de la Corte Suprema existen unas 500 industrias que contaminan el Río de la Plata y al menos 300 basurales a cielo abierto a lo largo de la Cuenca Matanza-Riachuelo, una extensión de 81 kilómetros que, a su vez, recoge las aguas de decenas ríos y arroyos, y en la que habitan aproximadamente seis millones de habitantes distribuidos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los partidos bonaerenses de Almirante Brown, Avellaneda, Lomas de Zamora, La Matanza, Lanús, Cañuelas, Ezeiza, Las Heras, Marcos Paz, Merlo, Esteban Echeverría, Presidente Perón y San Vicente. Su población representa el 14% del total del país, y en ese sinuoso territorio se concentran miles de establecimientos productivos. En 2017 la ACUMAR dio a conocer el Plan Director de Urbanizaciones Emergentes de la Cuenca, en el que identificó 632 urbanizaciones emergentes en esa zona, es decir unos 1.716.029 habitantes residiendo en villas, asentamientos y conjuntos habitacionales, destacó Alonso.

Foto: CELS

Cristina Lafflitto, Ingeniera Industrial, graduada y profesora de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) encaró tiempo atrás una investigación centrada en la búsqueda de soluciones territoriales en la Cuenca con el objetivo de que la población tenga herramientas “para ir a los ámbitos que corresponden” para pedir mejoras en su calidad de vida.

“Detectamos que había un uso muy importante del espacio periurbano, que es la zona de transición de la Cuenca, donde conviven características de los polos urbanos y rural, mezclados, y eso hace que sea un lugar donde se pueden aplicar herramientas para frenar la degradación ambiental producto de la urbanización no planificada. En la Cuenca no había estudios sobre eso”, explicó Laffitto. Para su trabajo, la ingeniera observó “problemáticas como usos de suelos, personas en vulnerabilidad ambiental, áreas inundables, llanuras de inundación. Analizamos que cuando llueve un poco más de lo habitual, la gente se inunda, y eso es porque hay gente en zonas donde naturalmente no tendría que haber urbanización”.

“Logramos llegar a una zonificación ambiental, que sería una primera propuesta, y un plan de gestión ambiental con objetivos y metas. Nuestra intención es seguir avanzando con escenarios probables de usos de suelos, y analizar la dinámica de modificación de usos para ver cómo estaríamos de hoy a 2050 si seguimos como estamos, o si hay cambios u otros escenarios probables”, evaluó Laffitto.

La problemática ambiental del Riachuelo es internacionalmente conocida: en 2013 fue incluida en el ranking de los sitios más contaminados del mundo por el Blacksmith Institute junto, por ejemplo, a la ciudad ucraniana de Chernobyl, escenario de la catástrofe nuclear de 1986.

“Desde 2005 venimos analizando los procesos de organización social y de conflictividad con relación a la contaminación del Riachuelo, y también de las distintas cuencas del AMBA como el Reconquista y el Río de la Plata”, indica Fernández Bouzo. En esa investigación, ella y los otros integrantes del Grupo de Estudios Ambientales notaron que “si bien era un tema que había llegado a la Corte Suprema, lo cierto es que a diez años del fallo Mendoza era poco y nada lo que se había avanzado”.

Al momento de filmar, Fernández Bouzo consideró que un producto audiovisual como “Mujeres del Río” tendría “más repercusión” que los “formatos de tesis y artículos académicos, que trascienden pero muchas veces solo quedan dentro de ese espacio”.

“Por otro lado -explica-, lo que me interesaba era reflejar que las mujeres tienen un rol protagónico en los procesos de organización social ante las problemáticas ambientales y que están más vinculados a la tarea de cuidado en un sentido amplio. Tanto Beatriz como Claudia y Graciela son trabajadoras de salud y educación. Queríamos mostrar no solamente que las mujeres se movilizan porque sus familias tienen un problema ambiental sino, también porque son trabajadoras y en sus propios trabajos identifican problemas de salud producto de problemáticas ambientales”, sostiene Fernández Bouzo.

Pese a estar sobrecargadas con las tareas cotidianas, las laborales y las domésticas, las mujeres reclaman, a lo largo de la cuenca, la atención a la salud como una cuestión prioritaria en medio de una grave problemática ambiental.

“La mayoría de las personas que trabajan en las cooperativas de separación de residuos en origen, por ejemplo, son mujeres. Nosotras -afirma Gutiérrez- estamos en la lucha”.