El 1 de marzo, como todos los años, se inauguraron las sesiones ordinarias del Congreso. En su discurso, Javier Milei no se dirigió al Congreso ni a los bloques parlamentarios, sino a los gobernadores, a los que llamó a formar parte del Pacto de Mayo. Los números de los primeros tres meses de gobierno, la fallida ley Bases y la hora del diálogo político.
Por Gabriela Granata*
El relato sigue cerrando casi sin fisuras desde que comenzó la campaña electoral que llevó a Javier Milei a la Presidencia de la Nación. Se pueden marcar algunos hitos, tal vez el más significativo por lo simbólico sea la presencia del mandatario en el Congreso. Cuando asumió el 10 de diciembre no dio su discurso dentro sino fuera del Palacio. Sin dotarlo de la épica extrema que sobreactúan desde el libertarismo, se puede entender que un Presidente que acaba de asumir por los votos directos de la ciudadanía hable en una “plaza pública”.
El 1 de marzo, en cambio, el discurso fue dentro del Palacio porque también lo requería la institucionalidad: Milei fue a inaugurar el período de las sesiones ordinarias del Congreso luego del fracaso en su proyecto de votar la Ley de Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos, la ley ómnibus.
El Gobierno tiene en forma invariable una justificación a mano. Si Patricia Bullrich era antes “la casta”, cuando se suma a su Gobierno es porque “entendió” y se pasó al bando de las fuerzas del cielo, del libertarismo… se rindió ante Milei. No hay que dar demasiadas vueltas al respecto, ni es demasiado novedoso. Hace 20 años, el lingüista Teun Van Dijk planteó en sus análisis sobre discurso e ideología, la construcción de un “cuadrado ideológico” en el cual se configuraban dos grupos, un “ellos” y un “nosotros”, donde se enfatizaban los aspectos negativos del “ellos” y se ocultaban sus aspectos positivos. Y viceversa con el “nosotros”. No fue el único gobierno que lo hizo y, con diferente sesgo, también Cristina Kirchner construyó el relato del “nosotros y ellos”. El libertarismo está demostrando una empiria admirable.
La casta
“Marzo y abril van a ser los meses más duros. Veremos”. La única duda que anida dentro de la Casa Rosada es si las brazadas políticas que están dando les alcanzan para llegar a la orilla de mayo sin que los alcance un encadenamiento de micro crisis económicas y sociales.
Ante la Asamblea Legislativa, la previa indicaba que Javier Milei haría un racconto más detallado de la herencia que recibió del gobierno de Alberto Fernández pero no fue así. Repitió gran parte de lo que ya se sabía. Y se concentró en nuevas leyes refundacionales: el “paquete anticasta” y luego, el Pacto de Mayo. Nunca se dirigió al Congreso ni a los bloques parlamentarios para pedir la aprobación. Sólo se refirió a los legisladores para mencionar que muchos se habían enriquecido entonces apeló a quienes quiere que sean sus interlocutores: los gobernadores.
El Pacto de Mayo es, en definitiva, otro parte aguas para el gobierno porque busca que la sequía de recursos los lleve a claudicar en sus reclamos y aceite el camino a la sanción de la ley Bases a cambio de consensuar el nuevo pacto fiscal.
Los números
Menos de tres meses de gobierno parecen poco, pero muchos de los indicadores negativos de la economía real están desencadenados por la devaluación que anunció el 12 de diciembre Luis Caputo, y por la apertura importadora sin plan de contención.
Para Marcelo Capello, de Ieral – Fundación Mediterránea, existen dos formas de ver las controversias de las últimas semanas entre Nación y Provincias: como una puja por los recursos fiscales entre dos niveles de gobierno en un contexto de recrudecida escasez, y como la búsqueda de un nuevo equilibrio entre sector público y privado, tras más de dos décadas en que el primero fue arrinconando al segundo. Y enumera que, pesa a que el Estado es más grande, no hubo mejoras económicas ni sociales centrales: entre 2000 y 2023 la inflación anual pasó de 0% a 211%, la tasa de pobreza en el GBA pasó de 32% a casi 40% de la población, no mejoró la educación y el PIB sólo creció un 1,5% promedio anual.
“Se ha producido un cambio en la visión promedio de la sociedad respecto a en qué y cómo debería actuar el Estado en la economía local”. Y agrega otro elemento en el debate Nación – provincias: ¿por qué los gobernadores harían un ajuste si el problema de la inflación es percibido como inherente al gobierno nacional?
La consultora Invecq agrega otro elemento. El Gobierno nacional vendió y sobre vendió el superávit fiscal de enero, pero apunta que se basó en decisiones de política económica que no pueden sostenerse en el tiempo. A saber: casi el 50% de la mejora se explica por la licuación de las prestaciones sociales, con las jubilaciones como las más golpeadas . “La clave en los próximos meses estará en lograr que la corrección fiscal sea sostenible, social y políticamente”.
El consultor financiero, Salvador Vitelli, puso el ojo también en la sostenibilidad social: «Marzo puede ser más complicado en términos de inflación».
Vitelli, sin duda un analista de los mercados en especial del agro, advierte que los salarios en diciembre “cayeron de manera fuertísima, llegando a niveles de salarios de 2006/2005.»
El Pacto
En el Gobierno de Milei parece que llega la hora del diálogo político. ¿Ahora sí? Con la convocatoria condicionada a la firma del Pacto de Mayo dentro de dos meses y medio se abrió la instancia negociadora y salió a la cancha el ministro del Interior, Guillermo Francos. «Esperamos aprobar el acuerdo fiscal para que las provincias tengan los recursos necesarios para administrar” dijo Francos.
El entusiasmo de los gobernadores se va enfriando a medida que pasan las horas y se va calentando el clima social. El Gobierno quiere que se apruebe primero la ley Bases que el oficialismo retiró del recinto por falta de apoyo y un nuevo paquete fiscal. El alineamiento se hará entonces vía los gobernadores y no los bloques parlamentarios.
El arranque de marzo importa paros protestas, aumento de precios, tarifas y un nuevo retroceso en el poder adquisitivo. El entusiasta Martín Llaryora, Gobernador de Córdoba apeló a la lógica . «Si volvés a mandar lo mismo que se votó en contra, ¿por qué los diputados cambiarían su voto?. La ley no se cayó, se retiró». Y agregó: «Hay un límite de tiempo en el cual vos podés usar motosierra y licuadora». Desde el Pro, Rogelio Frigerio, gobernador de Entre Ríos fue más optimista pero reconoció que “la gente está pasando, probablemente, el peor momento de los últimos tiempos».
Entre una postura y otra, el tiempo empieza a correr porque los fondos que recibe la Nación de la actividad que se realiza en cada una de las provincias llegan con lentitud, recortes y a cuentagotas.
Gabriela Granata es Licenciada en Periodismo de la Universidad de Lomas de Zamora y cursa una Maestría en Comunicación Digital e Interactiva en la Universidad de Rosario. Es docente de las materias de Taller de Redacción Periodística (UNLZ) y de Periodismo Político, Introducción al Periodismo y Prácticas profesionales en las Universidades Católica Argentina (UCA) y de Belgrano (UB). Realizó cursos de posgrado en Comunicación Política en Flacso.
Se desempeñó como redactora y editora en agencias de noticias NA y Télam, en el diario Crítica, dirigió la revista de actualidad Veintitrés, y actualmente es la directora Periodística del diario especializado en economía BAE Negocios baenegocios.com
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