Tertulia Conurbana es un club de lecturas feministas que se reúne, de manera autónoma, una vez por semana en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Curiosidad, conocimiento, horizontalidad y feminismo son palabras que atraviesan la experiencia de formar parte de este grupo de lectura.

Desde el surgimiento de las primeras organizaciones feministas en Argentina, en la década del ‘70, existen en nuestro país grupos y reuniones de lectura y discusión de textos de autoras feministas. Al igual que en aquellos tiempos, muchos de estos grupos de lectura y discusión hoy en día se encuentran conformados por mujeres autoconvocadas. Este es el caso de la Tertulia Conurbana, o “La Tertu”, como le dicen con cariño susintegrantes.

“Me regalaron El segundo sexo para mi cumpleaños y era re largo y re caro. Azul y Flor lo querían leer también, entonces dijimos ‘¿Por qué no nos juntamos a leerlo entre todas?’ y nos empezamos a juntar los viernes a la mañana con mate, pantuflas y bizcochitos”, cuenta Manu, una de las fundadoras de este club de lectura.

La Unión Feminista Argentina (UFA) fue la primera organización feminista de la década del ‘70 en Argentina. Una de las actividades que realizaban era justamente la lectura y discusión de textos de autoras feministas. Una de sus integrantes expresó en una entrevista: “En ese local -en Chacarita, perteneciente a una compañera- nos reuníamos para leer materiales de otras feministas que habían elaborado más profundamente sus inquietudes. Resultaron fundamentales las obras de Simone de Beauvoir, Betty Friedan, Shulamith Firestone, Kate Millet, Robin Morgan y Susan Brownmiller. También contábamos con material proveniente de colectivos feministas italianos y franceses.” (AA.VV., 1996)

En las lecturas de “La Tertu” algunos de estos nombres se repiten y también aparecen algunos nuevos: Paul B. Preciado, Judith Butler, Rita Segato, Lohana Berkins, Tamara Tenembaum, entre otros. Sin embargo, la novedad de la Tertulia Conurbana consiste, como bien dice su nombre, en su localización geográfica. Una de las integrantes, Vicky, explica: “era necesario en el conurbano. Capaz empezás a leer cosas sola y no las llegás a entender porque son difíciles o te faltan herramientas. Buscás un espacio y acá en el conurbano no había ninguno. Entonces, si no está hay que hacerlo. Nos pareció importante abrirlo para toda esa gente, pibas, pibes y en inclusivo también, que leen y que capaz no tienen con quién discutirlo o con quién construir conocimiento a partir de eso”. Y agrega: “Si necesitás algo siempre te tenés que ir para capital. Y los posicionamientos son diferentes porque justamente son otras las realidades”.

A medida que avanzaban en las lecturas y la Tertulia crecía, las chicas comenzaron a ver el club como algo más: “Nos dimos cuenta de que había un montón de conceptos y un montón de cosas que no sabíamos sobre los feminismos, entonces los empezamos a poner en debate. Qué pasa hoy con ese concepto, en qué aspectos de mi vida los encuentro, qué significan para mí, para vos, para nosotras, para otros.” Práctica que no resulta tan novedosa como lo fue para las primeras feministas organizadas de los ‘70, que participaban de los grupos de autoconocimiento y concientización, en los que trataban temas “clásicos” como la dependencia económica, inseguridad, maternidad, celos, narcisismo, simulación y sexualidad en todos sus aspectos (AA.VV., 1996). Algo que representa perfectamente una de las premisas fundamentales del feminismo, tanto antes como ahora: lo personal es político.

La idea de horizontalidad atraviesa la dinámica de la Tertulia Conurbana profundamente y sus integrantes la llevan como bandera, en línea de continuidad con lo que, históricamente, los grupos de feministas buscan y buscaron, ya sea porque “las mujeres están demasiado inducidas a adoptar roles secundarios y eso debía modificarse” (AA.VV., 1996), porque “queremos construir entre todes y queremos construir conocimiento horizontal”, o por ambas. Para el caso de la Tertu, fue específicamente desde que leyeron a Rita Segato que les quedó grabado “la acción política horizontal y colectiva y los lazos comunitarios. Y a partir de ahí lo repetimos siempre. Es como un lema.”

En referencia a lo que escribía Virginia Woolf acerca de la necesidad de tener una habitación propia para hacer una labor intelectual, las feministas italianas que formaban parte del Colectivo de la Librería de Mujeres de Milán decían que la habitación propia debía entenderse en otro sentido: “Como localización simbólica, como lugar-tiempo provisto de referencias sexuadas femeninas, donde estar significativamente para un antes y un después de preparación y confirmación” (Colectivo de la Librería de Mujeres de Milán, 237). En este sentido, la Tertulia Conurbana aparece como una habitación propia, un lugar -Quilmes,  el conurbano-, un tiempo -2019- en el que se busca aprender, concientizarse, crear comunidad y conocimiento horizontal y feminista, que se nutre de la diversidad y heterogeneidad de sus participantes. En esta habitación propia, les integrantes de “La Tertu” “nos juntamos a pensar en voz alta. Horizontalmente y en voz alta.