Por Gabriela Granata*

 

Nadie dice nada. No hay anticipos apocalípticos, oposiciones cerradas ni augurios de navidades negras, fines de años caóticos o veranos calientes. Nadie en la oposición plantea escenarios demoledores para el inicio del gobierno de Javier Milei como sí lo hace el propio Javier Milei.

El nuevo presidente metió un cambio notable para marcar el piso de su gestión con un racconto económico sobre el “estado del Estado”.  Cuando Mauricio Macri asumió el 10 de diciembre de 2015 no hubo cifras. Bueno, sí, hubo una sola, cuando planteó que uno de los tres objetivos de su gestión era la “pobreza cero” junto con “derrotar al narcotráfico y unir a los argentinos”.

Cuatro años más tarde, Alberto Fernández tomó posesión del cargo marcando el piso y la caída de los cuatro años macristas. “La inflación es la más alta de los últimos 28 años. La tasa de desocupación es la más alta desde 2006. El valor del dólar pasó de 9,70 pesos a 63 pesos en solo cuatro años. Argentina no para de achicar su economía y la pobreza está en los valores más altos desde 2008”.

Milei dio más detalles y prendió alarmas. “Esta es la herencia que nos dejan: una inflación plantada del 15.000% anual, contra la cual vamos a luchar con uñas y dientes para erradicarla. Esto es, el gobierno saliente nos ha dejado plantada una hiperinflación, y es nuestra máxima prioridad hacer todos los esfuerzos posibles para evitar semejante catástrofe que llevaría a la pobreza por encima del 90% y la indigencia por encima del 50. En consecuencia, no hay solución alternativa al ajuste”.

Lo hizo en el Congreso luego de jurar. Mientras los dirigentes políticos que subestimaron su discurso repetidos desde hace dos años se quedaban en sus bancas frente a un estrado vacío, fuera del recinto contó los datos que consideró relevantes (hay otros, claro) ante quienes fueron con banderas argentinas a saludarlo. Fuera del Palacio, lejos de la casta.

 

Primero fue la casta

“Uno está acostumbrado a escuchar a los que se quejan de la creciente apatía de los votantes o de la cada vez más baja participación popular en política. Sin embargo, cuando la gente se despierta de su modorra apolítica, lo hace invariablemente bajo la forma de una revuelta populista de derecha. Para un populista la causa de los problemas nunca es el sistema como tal, sino el intruso que lo corrompe; no se trata, en definitiva, de un vicio fatalmente inscripto en la estructura, sino de un elemento que no desempeña correctamente su rol dentro de ella”. Slavoj Zizek desarrolla este concepto en el libro “contra la tentación populista”.

La primera medida que tomó Milei fue dictar un Decreto de Necesidad y Urgencia para reducir la cantidad de ministerios, a tono con aquel video que se convirtió en meme en el cual iba quitando post it de un pizarrón con el grito de “afuera”.

El lunes por la mañana, la foto del Gabinete en pleno no aportó mucho más y dejó para el martes todas las definiciones económicas en manos de su ministro de Economía, Luis Caputo, quien sería protagonista de la segunda jornada hábil de gestión. Empieza allí la letra chica del ajuste “que pagarán  los políticos, la casta…”

La extensa campaña electoral de Milei tuvo como eje central la confrontación con “la casta”. En sus actos, en las calles, cuando subía a los escenarios, se cantaba “la casta tiene miedo…”. Todos “los otros” eran la casta. Las definiciones académicas indican que se trata de una “generación, estirpe, linaje o ascendencia” o “parte de los habitantes de una sociedad que forma una clase especial, sin mezclarse”.

Pero la alianza con Mauricio Macri y Patricia Bullrich provocó que La Libertad Avanza debiera retirar el concepto de “la casta” que quedó girando en falso en el imaginario de los militantes, simpatizantes y alrededores. Si la “casta” no son los ex presidentes, ni los ex ministros, ni los ex economistas en puestos clave –Luis Caputo, Santiago Bausili en el BCRA-, si no son  los partidos políticos tradicional como la UCR que colocó a Luis Petri en Defensa; si no son las fuerzas políticas que gobernaron la ciudad, la Nación y varias provincias como el PRO y Juntos por el Cambio… la casta ¿qué es?

 

Después el Estado

“Hoy comienza una nueva era en Argentina. Hoy damos por terminada una larga y triste historia de decadencia y declive, y comenzamos el camino de la reconstrucción de nuestro país. El ajuste fiscal, a diferencia del pasado, caerá casi totalmente sobre el Estado y no sobre el sector privado”.

Este punto aparece como novedoso en las últimas participaciones de Javier Milei que consolida en el discurso de asunción del 10 de diciembre.  La profundidad de la diferenciación implica que el Estado es un obstáculo para “los privados”, pero no está claro si es para los individuos, las empresas o todo junto.  La complejidad para justificar esa frase es inversamente proporcional a la simplificación que engloba: Estado contra privados. Pero, ¿cuál Estado?

El de la obra pública… ¿el que hace caminos rurales para que se transporte la producción?

El que es injusto con los impuestos ¿Como el que exime a los sectores financieros, a los funcionarios judiciales  y reduce cargas patronales?

El de los subsidios, ¿el que subsidia peajes, combustibles y energía para que los sectores productivos sigan de pie?

No es la casta, tal vez no es el Estado…

 

… Pero es el kirchnerismo

“El kirchnerismo nos deja déficit gemelos por 17% del PBI. A su vez, de esos 17 puntos del PBI, 15 corresponden al déficit consolidado entre el Tesoro y el Banco Central. Por lo tanto, no existe solución viable en la que se evite atacar al déficit fiscal”.

Llegamos acá tal vez, al punto central de la nueva/vieja dicotomía. No son los “argentinos” de bien  -esa palabra que es una de las principales en la nube de palabras de su asunción.

Después de haber reído con la vicepresidenta Cristina Kirchner, mostrándole el mango del bastón presidencial con el grabado de sus cinco perros, Milei tomó el discurso que arrobó del Pro: el kirchnerismo.  Puede ser premonitorio el lugar político desde el cual volverá a agruparse un sector de la oposición para pulsear contra las políticas que apunten no ya a normalizar la economía, sino a restringir derechos.


 

 

 

 

Gabriela Granata es Licenciada en Periodismo de la Universidad de Lomas de Zamora y cursa una Maestría en Comunicación Digital e Interactiva en la Universidad de Rosario. Es docente de las materias de Taller de Redacción Periodística (UNLZ) y de Periodismo Político, Introducción al Periodismo y Prácticas profesionales en las Universidades Católica Argentina (UCA) y de Belgrano (UB). Realizó cursos de posgrado en Comunicación Política en Flacso.

Se desempeñó como redactora y editora en agencias de noticias NA y Télam, en el diario Crítica, dirigió la revista de actualidad Veintitrés, y actualmente es la directora Periodística del diario especializado en economía BAE Negocios baenegocios.com