Por María Rosa Luján Limardo*
Foto de portada: Eliana Obregón
Fotos de nota: María Rosa Luján Limardo

Durante el fin de semana largo del 7 al 10 de octubre, la provincia de San Luis fue sede del Encuentro que reúne hace 35 años a mujeres y diversidades de todo el país para participar de diferentes talleres, debatir y llevar adelante el acto político feminista más grande del año. Fue el primero que se dio bajo el nombre “Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries”, y además se eligió explicitar que fue realizado en territorio Huarpe, Comechingón y Ranquel, como puesta en valor a los pueblos indígenas originarios, en línea con la denominación de plurinacional que fue novedad en esta oportunidad.

Las demandas de los feminismos estuvieron atravesadas este año por  reclamos como la sanción de la Ley de Humedales, la aparición de Guadalupe Lucero, la niña de seis años que es buscada desde el 14 de junio de 2021, y el pedido de justicia por Florencia Magalí Morales, muerta en pandemia en una comisaría, el 5 de abril de 2020, ambos casos ocurridos en esa provincia.

 

El nombre como identidad y dimensión política

El nuevo nombre fue elegido por “aplausómetro”, luego del 34° Encuentro Nacional de Mujeres de La Plata de 2019. Pandemia mediante, tres años más tarde, tras una primera etapa de reuniones organizativas virtuales, zooms y videollamadas, el encuentro se produjo.

El “aplausómetro” es una estrategia democrática que consiste en que el lunes, en la plaza principal de la ciudad que funciona como sede cada año (una vez finalizados los talleres del sábado y la movilización masiva del domingo a la tarde que reúne a todos los colores políticos), se elija a través de gritos, cantos y aplausos cuál será el próximo punto para el encuentro anual que pretende ser federal y reunir a los feminismos de toda la Argentina. Paradoja o no, quienes gritan más fuerte ganan.

La elección del nuevo nombre puso sobre la mesa discusiones políticas e ideológicas profundas que, durante estos largos años sin vernos las caras en las calles, hicieron madurar tensiones en la comisión organizadora que se volvieron irresolubles, hasta que en definitiva, tanto la comisión como el Encuentro “se partieron”.

Mientras algunas participaron del encuentro de octubre, otras serán parte del de noviembre. De modo que, como sucede hace años (aunque no siempre haya sido así), el fin de semana largo por el 12 de octubre, en el que se conmemora el Día del Respeto a la Diversidad Cultural, tuvimos el 35º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries” (EPMLTBNB).

El que persiste con el nombre Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) se realizará los días 19, 20 y 21 de noviembre. El argumento que se sostiene desde su organización para la elección de esta fecha se vincula con un pedido que recibieron de la Confederación Mapuche de Neuquén y el Centro Zomo Newen (Fuerza de Mujer), junto al Movimiento de Naciones y Pueblos Originarios en Lucha y comunidades mapuches de esa provincia, en el marco de la conmemoración de los 530 años de la invasión española al continente, el 12 de octubre de 1492. Estas organizaciones resolvieron realizar el 14º Encuentro de Naciones y Pueblos Originarios en octubre. Para evitar la superposición de eventos, el ENM resolvió atender el pedido de cambio de fecha.

 

Nombrarse para existir

Nuevamente, cabe repetir que las dimensiones políticas e ideológicas fragmentaron un colectivo que fingió ser más o menos homogéneo hasta ahora. El movimiento feminista abarca múltiples dimensiones y debates que incluso son imposibles de armonizar, es por eso que se elige hablar de “feminismos”.

Probablemente, el primer Ni Una Menos de 2015 que se motorizó tras el femicidio de Chiara Páez, la adolescente de 15 años asesinada por su novio en la localidad de Rufino, Santa Fe, haya sido el evento que más convocó al colectivo feminista a miles de mujeres y diversidades a lo largo y ancho del país y el continente, con una consigna clara y precisa: Vivas nos queremos. En el marco en el que, durante el mes de septiembre de este año, una mujer fue asesinada cada 36 horas por el simple hecho de ser mujer, el reclamo del Ni Una Menos en contra de los femicidios y las violencias por motivos de género sigue y seguirá siendo la lucha principal indiscutible.

Cuando hablamos de la importancia de nombrarnos para existir, porque “lo que no se nombra no existe”, hacemos el ejercicio semiológico de poner nombre a las cosas para abordarlas y dimensionarlas, para pasar desde lo abstracto y lejano, a lo concreto y cotidiano. Desde que los nombramos, valga la redundancia, con una nomenclatura específica, los femicidios no son simples asesinatos violentos, sino que poseen la carga simbólica y concreta del asesinato a mujeres, casi siempre en manos de sus exparejas o familiares, en el marco de un vínculo machista y violento. También desde que construimos el concepto de “femicidio” nunca más se podrá apelar a los “crímenes pasionales” para mitigar las penas, nuevamente concretas y simbólicas, a los femicidas.

Actualmente saldadas algunas discusiones que ponen nombre a las cosas, se profundizan y maduran otras nuevas. Del mismo modo que quienes vivimos de este lado de la General Paz y el Río de la Plata existimos desde una identidad que elegimos nombrar como conurbana, con sus contextos y formas de organización específicos, diferentes a lo porteño y lo bonaerense, en la nomenclatura se dan nuevos debates que nos dan la posibilidad de existencia. Un famoso lingüista dijo alguna vez que “el signo es la arena de la lucha de clases». Podemos agregar también que en el signo se habilita la posibilidad de existencia, del nombre que permite problematizar, debatir, avanzar y por sobre todas las cosas, ser y existir.

De modo que el debate por el nombre del Encuentro Plurinacional o no, no solo es de forma, sino también de contenido. El próximo EPMLTBNB, aplausómetro mediante, será en la ciudad rionegrina de Bariloche.

Quedan preguntas por responder más allá de los cantos y la purpurina que nos reunieron y nos reúnen en cada movilización. ¿En el ENM también se elegirá a Bariloche como sede del encuentro del año que viene? ¿Las mujeres y diversidades de a pie, autoconvocadas, que no militan en organizaciones políticas, llegaron a enterarse de los por qué de la división de los encuentros? ¿Podrán unificarse los próximos encuentros una vez saldadas las discusiones? ¿Podrán saldarse alguna vez?

Sin lugar a dudas, las diferencias enriquecen y fortalecen el movimiento en la pluralidad. Ahora, quedan todos los desafíos –los de siempre y los nuevos- por delante.