Rodríguez Larreta aseguró que quiere una reforma laboral y jubilatoria, pero no da precisiones al respecto. El juego de duros y moderados tensiona a la oposición, y expone una crisis en la que también hay renuncias. Por su parte, en el oficialismo todavía están encerrados en la crisis económica.

Por Pablo Lapuente*
Foto: AG La Plata

 

La coraza de moderación con la que se cubrió Horacio Rodríguez Larreta a lo largo de buena parte de su carrera política comenzó a mostrar en las últimas semanas algunas fisuras. Como parte de una estrategia mayor, quizá motivado por el avance de la agenda pública de posturas más inflexibles como las de Mauricio Macri o Patricia Bullrich, viene endureciendo su discurso con un rosario de críticas a la gestión de Alberto Fernández, y exponiendo, de a poco, algunas de las herramientas que pretende utilizar en caso de llegar a la Casa Rosada: reforma laboral y jubilatoria, y la posibilidad de avanzar con privatizaciones de empresas públicas como YPF. Todo eso, aún dentro del mismo traje de hombre de mesura que supo construir a su medida y que parece impedirle expresar con claridad su plataforma electoral de cara a las elecciones del 2023.

En un raid mediático la última semana, que incluyó radios con distintas posturas editoriales que fueron desde Radio Mitre hasta Futurock, el jefe de Gobierno de la Ciudad habló de la necesidad de enviar al Congreso de la Nación distintos proyectos legislativos, además de impulsar una baja del déficit fiscal, que algunos leen como un ajuste en momentos de crisis, discutir una nueva ley de coparticipación, y modificar tanto las normativas del mundo del trabajo, como del jubilatorio. “Hay que replantear todo”, remarcó en una de esas charlas sin dar mayores precisiones. Eso sí, aprovechó la oportunidad para describir el crítico contexto económico y social de la actualidad, con el que le apuntó de manera directa a su examigo Fernández, sobre todo con lo que tiene que ver con inflación, la inseguridad, la amplia brecha cambiaria y las desigualdades sociales.

“Hay que replantear el sistema laboral. El mundo se ha modernizado, cambiaron las costumbres, hay gente que tiene horarios más flexibles, eso requiere cambiar la legislación. Hoy, así como estamos, no se genera trabajo, no hay laburo estable, privado, de buena calidad, en la Argentina. También hay que reformar el sistema jubilatorio para que el equilibrio fiscal sea sostenible en el tiempo. Hoy es inequitativo, tenés centenares de regímenes especiales”, le dijo a Feinmann el malo, algo que ya había adelantado de alguna forma en el Congreso de La Generación del que dio cuenta Revista Cordón en su edición del 11 de abril pasado.

En aquella oportunidad tampoco dio demasiados detalles, pese a haber tenido un auditorio repleto montado a su disposición, y estar rodeado de otros dirigentes de la oposición como María Eugenia Vidal, Martín Tetaz y Maximiliano Ferraro. De todos modos lo que sí hubo más tarde fue la puesta en marcha de un plan de campaña y comunicación para intentar generar las condiciones necesarias para hablar de estos temas con más celeridad. De hecho, según pudo saber este cronista, Rodríguez Larreta se reunió días después con Manuel Vidal, el principal referente de esta agrupación sub40, para pedirle que contribuya a generar una épica que hable de reformas de shock “necesarias” en el país.

Planteado así, incluso como parte de un programa orgánico de la militancia PRO, la idea contrasta con la que llevó adelante el egresado del Cardenal Newman en sus años en el sillón del poder influenciado por Durán Barba, que se recubrió de palabras banales y edulcoradas hasta el hartazgo. Todo indica que el nuevo camino que comenzó a tomar el sucesor de Macri en la jefatura de Gobierno de la Ciudad fue empujado por la irrupción de Javier Milei en la política. Es que, el diputado nacional de Libertad Avanza logró en tiempo récord hacerse de buena parte de la agenda pública al hablar de proyectos e ideas que parecen haber salido de la derecha paleolítica, pero que prende bastante bien en los medios de comunicación mediatizados y en las redes sociales, dos áreas que el partido amarillo hegemonizó en los últimos años.

Pero las diferencias entre sectores de la oposición no son sólo semánticas, sino también de hecho. Es más, en las últimas tres semanas se dieron tres acontecimientos relevantes que pusieron en crisis a Juntos por el Cambio, sobre todo al PRO. Primero la intromisión de Macri en los asuntos políticos del territorio bonaerense, a propósito de las negociaciones con el gobierno de Axel Kicillof por los cargos vacantes en el directorio del Banco Provincia, la Defensoría del Pueblo y el Tribunal de Cuentas; segundo, la salida de Néstor Grindetti de la mesa de conducción de Juntos por esta misma razón, que es básicamente haberse cansado de las indefiniciones de sus propios socios a la hora de sintetizar una postura; y, por último, la renuncia de Joaquín De la Torre a la vicepresidencia segunda del Senado bonaerense, por desacuerdos tanto con la designación de Federico Thea en el Tribunal de Cuentas, un hombre de extrema confianza del gobernador, como por divergencias con la conducción del bloque de Juntos de Christian Gribaudo.

Aun así, la Legislatura de la provincia de Buenos Aires aprobó este martes el nombramiento de cuatro personas en el Banco Provincia, y otras cuatro en la Defensoría del Pueblo. Seis de ellas pertenecen a la oposición, y las dos restantes al oficialismo, una disparidad que fue parte de una moneda de cambio para que ingrese Thea como máxima autoridad del Tribunal de Cuentas. En este cálculo, una de las principales ganadoras por parte del oficialismo fue Mayra Mendoza, que logró posicionar a Laura Fernández en el organismo de crédito estatal y a Ángel García en la entidad que comanda Guido Lorenzino, pero también Martín Insaurralde, que otra vez demostró su capacidad política para sintetizar las distintas voluntades de un acuerdo que llevaba meses de demora. En tanto, por la oposición ganó volumen Jorge Macri, que pausó su rol de ministro de Gobierno Rodríguez Larreta, para volver a inmiscuirse en los asuntos de la provincia, atento a que la mesa bonaerense de Juntos no lograba amalgamar una postura al respecto.

Si bien para los comicios del año que viene falta una eternidad, y los posibles candidatos se encargan de decirlo cada vez que tienen oportunidad, se perfilan de a poco los liderazgos que se pondrán al frente de ese proceso. En el medio, todavía subyace un enigma entremezclado: la del opositor que quiere llegar al poder pero no dice con claridad a qué debemos atenernos en el caso de lograrlo, y la del albertismo que no encuentra ni la épica del peronismo histórico, ni las transformaciones de los 12 años de kirchnerismo, para dar respuestas a los 17 millones de argentinos y argentinas pobres.


*Pablo Lapuente es redactor acreditado en la Legislatura de la provincia Buenos Aires. Licenciado en Periodismo (UNLZ), productor en radio y televisión. Trabajó en medios de comunicación bonaerenses y nacionales.