Por Giselle Mira*
Es el domingo 24 de noviembre de 2024 en la ciudad de Montevideo, Uruguay. Pero no es un domingo más: hace casi un mes, el 27 de octubre, se declaró el balotaje presidencial después de que ningún candidato llegara al 50 + 1 de los votos que se necesitaba para ganar en primera vuelta. Entonces, este es el domingo en que se define si Yamandú Orsi, candidato de Frente Amplio, o el oficialista Álvaro Delgado, será el elegido por el pueblo uruguayo para gobernar el país desde el próximo 1 de marzo y hasta 2030.
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Durante las primeras horas de la mañana, la ansiedad y un plus de confianza se hicieron presentes en las filas de las y los militantes frenteamplistas. Se convirtieron en delegados y delegadas, en transportistas, en auxiliares. Todos y todas sellaron el camino al triunfo. Porque finalmente el Frente Amplio fue la fuerza política que obtuvo casi el 50% de los votos, y a la que la población eligió para que vuelva a gobernar.
Así vivieron algunos de ellos la ansiedad de ese domingo que para muchos sellaba el futuro de su país en un contexto regional y global marcado por el ascenso de las derechas radicales.
Juan, 42 años, maestro y militante de izquierda:
«Me levanté temprano, preparé el mate y me puse a organizar todo, estábamos bastante ansiosos. Lo primero fue llevar a los familiares más grandes porque son a los que más les cuesta movilizarse para votar. Después me encontré con los compañeros de militancia en una sede que armamos como pudimos, con algo de sombra para aguantar el calor. El día estuvo tremendo, el sol no dio tregua hasta bien entrada la tarde. Fue intenso, pero uno lo vive con compromiso y esperanza».
Washington, 70 años, jubilado:
«La mañana la empecé mirando los informativos como hago siempre y escuchando la radio, que me gusta mucho. Comentaban que la diferencia en los votos era mínima y que tal vez no íbamos a tener resultados claros hasta el lunes, por los votos observados y todo el escrutinio. Más tarde, con mi señora cumplimos con nuestro ritual de cada elección: fuimos juntos a votar. Yo voto en el barrio porque hace años cambié mi credencial, pero ella sigue votando en San Pancracio. Cada vez que vamos allá aprovechamos para recorrer y recordar. Cuando fuimos no había mucha gente, pero lo que sí se veía eran montones de banderas del Frente Amplio. Siempre es emocionante participar”.
Desde temprano ya se veían los mates en la calle, banderas, carteles, y mucho más tránsito del que estamos acostumbrados. También se veía el humo de los asados en las casas, el encuentro familiar, el volver a tu barrio a votar. En Uruguay no hay distancia que no pueda hacerse en un día, y eso te une a tu lugar de origen y es lo que sostiene tu identidad. Es latente, permanente y ya es ritual: volver a tu casa a votar.
Sobre las 17 horas, ya había votado el 85 % de la población. La democracia en su máximo esplendor.
Elisa, 25 años, estudiante y trabajadora dependiente:
«El domingo lo pasé acompañando a mi familia. Hicimos un asado, y después, en la sobremesa, pusimos Dopamina para ver los avances de información. Estaba en vivo desde las cinco de la tarde. Cuando empezaron a salir los primeros datos y vi los posteos en las redes, no pude contenerme. Sentí mucha alegría, salté del sillón y grité: ¡Vamos arriba el Frente Amplio! Fue un momento increíble, sabía que este iba a ser nuestro día. Nos abrazamos todos emocionados y listos para salir a festejar esto que tanto esperábamos».
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A pesar del triunfo, estas elecciones demostraron que hay un porcentaje importante de habitantes que eligen votar a la derecha, que, a pesar de tener antecedentes de una gestión mala y cerrada, obtuvo casi el 46% de los votos. Esto quiere decir que la inacción no es una opción para los próximos años. Ante esta realidad que se impone, la militancia frenteamplista tendrá que mantenerse despierta y alerta para ir marcando el camino hacia el éxito e impedir el avance de la derecha en estos próximos años.
Hay un análisis explícito que concluye que los votos que perdió la coalición oficialista, provienen de los que en la primera vuelta fueron los votos de Cabildo Abierto y el Partido Colorado, que aún con su historia, tiene cada vez menos relevancia electoral, o al menos esta es la percepción en la consulta de intención de votos y lo que se puede concluir a partir de las estadísticas. No solo perdieron presencia, sino que también se rompieron y se terminaron dividiendo.
Desde una perspectiva general se puede considerar el aumento de votos entre octubre y noviembre a favor del Frente Amplio son adjudicados a varias causas, una de ellas es el voto “fuga”. Esos votos “fuga” del Partido Colorado, que no renunció a sus principios batllistas como sustento ideológico y que no acepta el vacío que deja un candidato carente y que está en contra de eso tan preciado llamado “ideología”. Esos votos “fuga” del Partido Nacional, de quienes se sintieron traicionados y en desacuerdo con la elección de una ex militante sindical como vicepresidenta. Esas fugas suceden porque hoy en día la coalición multicolor formada en 2019 por el actual presidente Luis Lacalle Pou para ganar las elecciones, es dirigida por quienes obtuvieron mayor cantidad de votos, que es el Partido Nacional. Para explicarlo de forma simple: hay muchos colorados, blancos tradicionales y fanáticos que no aceptan votar un candidato carente de solvencia intelectual.
Para los colorados, la ausencia de los principios ideológicos que caracterizan a un partido histórico en la trayectoria democrática de Uruguay, fue algo determinante. Y para los contra Frente Amplio, que votaron al nuevo partido de Identidad Soberana apoyados en una falsa ilusión de cambios radicales, votar al Partido Nacional no era una opción.
Si miramos la distribución de los votos según el lugar de residencia, vemos que la mayor parte del apoyo frenteamplista se concentró en la zona metropolitana, sobre todo en Montevideo y Canelones, departamento de origen del presidente electo. Según Montevideo Portal, la fórmula electa logró un crecimiento de 138.153 votos de apoyo con respecto a un mes atrás: 37.763 fueron de Montevideo, 5.108 de Artigas, 6.871 de Cerro Largo y 6.946 de Rivera. Se logró aumentar la cantidad de votos desde octubre en todos los departamentos del país, incluso en sectores del interior profundo.
Otro aspecto que vale la pena destacar es que los departamentos donde más se evidenció ese crecimiento fue en los fronterizos con Brasil, una de las señales que indican la influencia de la situación regional en la política nacional de cada país.
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Fue el voto a voto, la militancia en la calle, la militancia del corazón, esa que solamente te sale por convicción, otra de las causas que explica el triunfo frenteamplista. Hubo militancia en todos los sectores, hubo acuerdos, hubo resistencia, hubo encuentros. Todo eso marcó la clara diferencia.
A esta batalla se sumaron los recursos digitales y la militancia en la virtualidad. Minuto a minuto se subía un contenido y se compartía para difundir. En este último mes, se desdibujaron los colores de cada sector, todo fue Frente Amplio, se generaron grupos de militancia por sectores de interés y se colaron en la organización de los comités, grandes bastiones de la militancia frentista.
Es inevitable establecer un hito para Uruguay en medio de una imponente presión de la derecha en su formato más internacional, resistiendo de todas formas, las micro lógicas perversas de un sistema único, con intereses globales que solo benefician a unos pocos. Esos pocos que tienen más y dejan de lado a los que tienen menos y necesitan más.
No solo no ganó la derecha en Uruguay. Tampoco ganó el discurso de odio, la falta a la verdad, la corrupción. No ganó el voto contra el Frente, no ganó el modelo de desigualdad. Ganó la esperanza, ganó un modelo de país en clave de derechos, un modelo que acorte la brecha y disminuya la pobreza, un equipo de personas que trabajan con un programa para todas y todos, con un programa hecho entre todas y todos.
Por primera vez en la historia, ganó un docente. Y tenemos a una ingeniera en la vicepresidencia. Ganamos en nivel, en calidad humana y profesional, sin duda. Y hablando en representación de ese 49,85% que votó al Frente Amplio, este domingo ganó Uruguay. Ganamos todas y todos.
*Giselle Mira es docente. Nació en Buenos Aires y se crió en Montevideo, Uruguay. Es hija de obreros comunistas exiliados en la dictadura cívico militar.
Actualmente, está cursando la maestría en Ciencias Cognitivas de la UDELAR y trabaja en un proyecto de la ONG Otras Manos y en un Centro Juvenil en convenio con INAU como maestra y orientadora de adolescentes en contextos de vulnerabilidad.
También es mentora de La Red, comunidad de Innovación Pedagógica de Ceibal, e integra una cooperativa de trabajo. Es militante de izquierda, porque la justicia social la invita al compromiso y al análisis permanente de la realidad en la que vivimos.
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