El “Pozo de Banfield” se encuentra en la intersección de Siciliano y Vernet en Lomas de Zamora. Durante la última dictadura, entre 1976 y 1983, funcionó como Centro Clandestino de detención, tortura y exterminio de la  Brigada de Investigaciones  del  Área Metropolitana. Además, fue utilizado para la reclusión ilegal de personas por la organización paramilitar “Triple A” (Alianza Anticomunista Argentina) desde 1974. Según el Archivo Nacional de la Memoria de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en este lugar permanecieron secuestradas 350 personas que fueron perseguidas por su militancia política, social y sindical. Muchos de ellos continúan desaparecidos.

Se trata de un edificio de dos pisos con paredes grises y despintadas sobre las cuales pueden verse recientes murales de tonos vibrantes. Hay pañuelos de color blanco que decoran el piso, las paredes y la calle. También hay lápices dibujados en los postes de luz cercanos y carteles, hechos con témperas y acrílicos que dicen “Son 30 mil”, “Nunca más”, “Los lápices siguen escribiendo”.

En 2006 el espacio del Pozo fue cedido a la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires para que se convirtiera en un Espacio para la Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos. Actualmente, entre otras actividades, la Mesa de Trabajo por la memoria realiza visitas guiadas para escuelas y organizaciones. El edificio puede ser parcialmente recorrido, sólo en la planta baja, debido a una medida judicial que investiga los delitos de lesa humanidad cometidos allí. El sector del primer piso tiene impedido el paso en tanto el juicio continúe, con el fin de preservarse la escena.

Terrorismo de Estado

La última dictadura cívica, eclesiástica, militar argentina llevó adelante un plan sistemático de terror y exterminio que persiguió opositores políticos y buscaba imponer un modelo económico, social y cultural que respondiera a intereses corporativos de derecha, en consonancia con la realidad política latinoamericana. Las fuerzas militares se apropiaron ilegalmente del gobierno y entre otros atropellos a la democracia, se suspendieron las garantías constitucionales, se disolvió el Congreso y se prohibieron las actividades de los partidos  políticos y de los sindicatos. Este plan sistemático promovió la detención ilegal, la tortura y la desaparición forzada de miles de personas, la apropiación de sus hijos y el robo de sus bienes. Con estos objetivos, se constituyeron más de 700 centros clandestinos de detención a lo largo todo el país que funcionaron en diferentes dependencias militares, de las fuerzas de seguridad y en propiedades particulares.

Desde el 2014 y mediante el decreto provincial N°2204/06, El Pozo de Banfield funciona como Espacio para la Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos gracias a la lucha histórica conjunta de los organismos de Derechos Humanos, los estados Nacional, Provincial y Municipal y la Mesa para la Memoria de Lomas de Zamora.

El “Pozo” funcionó durante la última dictadura bajo la órbita del “Circuito Camps” e integró el Área Militar 112, que dependía del Regimiento de Infantería Mecanizada N°3 del Ejército Argentino, con asiento en La Tablada. Se denominó como “Circuito Camps” a la red de al menos 29 centros clandestinos de detención que funcionaron en dependencias policiales del conurbano bonaerense y La Plata. Este circuito represivo funcionó bajo el mando de los ex generales Ramón Camps y, desde diciembre de 1977, de Ovidio Pablo Ricchieri.

En el “Pozo” también funcionó una maternidad clandestina, destinada al secuestro y la apropiación de los hijos de los detenidos-desaparecidos. Más de 20 mujeres embarazadas permanecieron en cautiverio en este lugar y hasta la fecha se conoce el nacimiento de alrededor de diez niños. Cuatro de ellos pudieron ser restituidos gracias al trabajo de Abuelas, mientras tanto, el resto continúa privado de su identidad.

Gracias los procesos de juicios a las juntas militares, en diciembre de 2012, fueron condenados a prisión perpetua el ex ministro de Gobierno, Jaime Lamont Smart, el ex comisario Miguel Etchecolatz, el ex policía Norberto Cozzani y el ex coronel Rodolfo Aníbal Campos, por algunos de los crímenes cometidos en el “Circuito Camps”, pero no llegaron a incluirse casos del “Pozo de Banfield”.

La región Latinoamericana no permaneció ajena a estos procesos dictatoriales, muy por el contrario, en los países limítrofes se vivieron tiempos históricos similares. Al respecto, también se conoce que en este centro fueron recluidos al menos 24 uruguayos.

Los lápices siguen escribiendo

La memoria viva
Cuando está de veras viva, la memoria no contempla la historia,
sino que invita a hacerla, más que en los museos,
donde la pobre se aburre, la memoria está en el aire que respiramos.
Ella desde el aire nos respira.

Eduardo Galeano

La noche del 16 de septiembre de 1976 estudiantes secundarios de la Ciudad de la Plata fueron secuestrados por las fuerzas militares. Ellos son Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Cicchioni, Pablo Diaz y Emilce Moler.

La mayoría de los y las jóvenes detenidos-desaparecidos pertenecían a la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), otros habían integrado los Centros de Estudiantes de sus colegios o formaban parte de unidades básicas. Algunos también eran alfabetizadores en sus barrios o colaboraban en merenderos populares. Todos estaban fuertemente comprometidos con la transformación de la sociedad, a favor de la justicia y en contra de la pobreza. Seis de estos jóvenes fueron trasladados desde La Plata y permanecieron detenidos en El Pozo de Banfield, la mayoría aún permanecen desaparecidos.

Para no olvidar a su lucha, cada 16 de septiembre el Pozo abre sus puertas en conmemoración a la “Noche de los lápices”. A 3 cuadras ya se puede oír la música de la radio abierta. Al doblar sobre Vernet puede verse una fila de guardapolvos blancos colgados. Al avanzar hacia la esquina de Siciliano se los divisa mejor: fueron intervenidos artísticamente y están llenos de colores, mensajes.

Nosotros vivimos a unas cuadras.
Mi mamá me dijo que no tenía idea de que acá
pasaban estas cosas, se enteró hace poco
y yo le digo “¡¿Pero cómo puede ser mamá?!”

En medio de representaciones teatrales, dibujos con tiza en el piso y canciones, un grupo de estudiantes secundarios presenta «Susurros»: deambulan entre los presentes y preguntan si pueden leerles una poesía al oído. Luego de la respuesta afirmativa, una de las alumnas armada con un «susurrador» (un cilindro de cartón decorado con papelitos que hace que la voz se oiga lejana y suave) empieza:

Y debo proseguir 
mi amigo: caminando
con tizas de colores
escribiré tu nombre 
en cada plaza
los niños y los viejos
y las palomas grises
buscarán tu presencia
entre los árboles 
y mis manos se hacen
alas
para ir a buscarte.

Alcira Fidalgo, poeta desaparecida

Un grupo de estudiantes secundarios presenta «Susurros»

Comienza a caer la tarde y un grupo de estudiantes secundarios que viajó desde la Ciudad de Quilmes para formar parte de la jornada, empieza a juntar sus mochilas y las tizas con las que dibujaron en el piso de la calle cortada. Se habían acercado al canto de “Tomala vos, dámela a mí, por el boleto estudiantil”.

Nuestro conurbano está plagado de relatos, de histsorias por contar y ser descubiertas. Resulta esencial formar parte de la construcción de la memoria colectiva porque sin lugar a dudas desde nuestras latitudes no puede haber mayor acto de justicia que adueñarnos del espacio público para conocer la historia de nuestras propias calles y lo que ellas tienen para decir. De otro modo un barrio sin memoria se vuelve un barrio sin identidad, es por eso que cada 16 de septiembre des-cubrir el Pozo de Banfield es fundamental.