Rastreando el origen

El territorio de la “conurbación” en el Gran Buenos Aires ha sido y será hartamente discutido. En medio de la disputa sobre sus límites y su origen, el Conurbano es una realidad que nos obliga a cuestionar la naturaleza de nuestro entorno pero, ¿hasta qué punto se discute el Conurbano como tal?

En el año 1915 la prestigiosa editorial Oxford University Press publicó el libro «Cities in Evolution». El él se detallaban algunas ideas que escribiera Patrick Geddes (zoólogo y botánico por formación) acerca de la urbanización en las ciudades cerca de una década antes de la publicación del libro. En dicho libro Geddes inventa el neologismo «conurbation» para definir el proceso de urbanización irregular que hasta ese momento estaban adoptando las urbes europeas.

“La palabra es muy fea y es de esperar que sea sustituida por otra más de acuerdo con el genio del idioma” expresaba el arquitecto Henry Hobson en 1948. Hoy en día, 70 años después, parece ser que desde Buenos Aires no estamos muy de acuerdo con su visión.

La idea de Geddes fue acuñar un término nuevo al considerar el, también nuevo, interesante desarrollo urbanístico que podía notarse en la región urbana conocida como La Gran Londres. En este sentido, detalla él, la “conurbación” es el proceso mediante el cual la ciudad empieza a ramificarse sobre el campo. “¿Por qué no ‘conurbaciones’? Quizá esta pueda servir como la palabra necesaria, como una expresión de esta nueva forma de agrupamiento de la población que está desarrollando, por así decirlo, subconscientemente, nuevas formas de agrupación social y también de gobierno y administración’’.

El Gran Buenos Aires

Efectivamente, los territorios de la conurbación han tenido una suerte de nacimiento en algún momento del siglo XX. Y es que entre los años 1946 y 1949 las categorías censales y los decretos correspondientes a la provincia de Buenos Aires y a la Nación empezaron a comprender y medir lo que pasaba más allá de los límites capitalinos.

Al principio solían haber confusiones. Los decretos provinciales y nacionales, acompañados de planificadores urbanos y dirigentes políticos, empezaron a contradecirse entre sí. Las leyes promulgadas en aquellos años y las intenciones de urbanizar los partidos “circunvecinos” de la Capital Federal “pasaban por alto” algunos partidos e incluían otros de forma arbitraria. Municipios como General Sarmiento, Merlo, Almirante Brown, Florencio Varela y Esteban Echeverría, entre otros, solían ser terrenos de discusión entre los planificadores.

La inclusión o no de estos partidos podría suponer un mero capricho. Sin embargo, en un momento en donde empezaban a gestarse las prioridades urbanas en la provincia, el territorio estaba en disputa. El Gran Buenos Aires, de esta manera, tuvo 12 municipios, luego 14 y, finalmente en ese entonces, 17.

El nacimiento como tal, luego de varios años de entredichos gubernamentales, fue en el IV Censo General de la Nación de 1947. En él, se crearon cuatro tomos basados en distintos tópicos que ordenasen las estadísticas recogidas y que, poco a poco, se revelase el Gran Buenos Aires en toda su dimensión.

El primero de los tomos fue el del “Censo Nacional de Población”. En él se dejará entrever lo que viene: “La Capital Federal y los partidos de la provincia de Buenos Aires que la circundan formando su zona suburbana, también formaron una unidad censal separada, a la que se denominó ‘Gran Buenos Aires”’. Por su parte, el tercero de los tomos, dedicado a la Industria y otras actividades también mencionó, de forma escueta, al territorio: “cada una de las provincias y gobernaciones que constituyen la organización política de la República, más la Capital Federal y sus zonas circunvecinas fue, a los efectos del Censo, organizada como una delegación dependiente de la Dirección General de Censos”.

En ese momento no fue, ni será decisivamente, un lugar delimitado del todo. El censo estableció una categoría operacional para poder “gestionar” mejor las poco más de 4 millones de personas que vivían en el territorio en ese entonces. Sin embargo, dejando de lado el cuarto tomo, referido a la Vivienda (en donde no hay precisiones sobre la zona), el segundo tomo, abocado a la cuestión Agropecuaria, será contundente. En este apartado se detalla que “la Capital Federal y los partidos de Almirante Brown, Avellaneda, Cuatro de Junio [Lanús], Esteban Echeverría, Florencio Varela, General San Martín, General Sarmiento, La Matanza, Las Conchas [Tigre], Lomas de Zamora, Merlo, Moreno, Morón, Quilmes, San Fernando, San Isidro y Vicente López, de la Provincia de Buenos Aires, constituyen una delegación independiente del resto de los partidos de la misma provincia. Esta delegación tuvo dependencia directa de la Dirección General de Censos”.

La simultánea conurbación y el entendimiento que esta tuviera en la planificación urbana fue una cuestión decisiva para entender el enorme contraste que nos delimita hoy en día con la Capital Federal. La oficialización del Conurbano fue mediante un decreto provincial del año 1948. En este decreto se adopta la concepción del Gran Buenos Aires y, además, se detallan algunos puntos a destacar para entender lo que vino después: “los límites Municipales de la Capital Federal dividen a ese vasto conglomerado urbano en dos jurisdicciones: federal y provincial (…)”;  “Buenos Aires y sus alrededores constituyen una de las pocas grandes metrópolis mundiales que no poseen un plan regulador (…)’’; “si bien en la zona federal del Gran Buenos Aires, el plan debe ser sustancialmente de remodelación urbana, en la zona provincial el plan debe ser sustancialmente preventivo, salvo casos en que el planeamiento debe ser curativo (…)”.

La Cabeza de Goliat

Hoy en día, los “tentáculos de la conurbación”, término atribuido a la autora argentina Elena Chiozza en 1983, son más extensos que nunca. Los paralelismos con animales y/o en el urbanismo abundan y, en el caso de la conurbación, muchísimo. Tal es el caso de mismísimo Patrick Geddes al comparar a la conurbación de Londres con un pulpo y sus tentáculos.

Un ejemplo local sumamente elocuente fue el del autor Ezequiel Martínez Estrada, quien en su ensayo de 1940 “La Cabeza de Goliat”, aprovecharía la analogía para agregarle ocho tentáculos en alusión a las vías férreas de la zona en ese entonces. Su abominable criatura tenía bocas en la punta de los tentáculos que tragaban y escupían personas. Un escenario que cualquier persona con imaginación vería en las estaciones de tren de la Línea Roca a las 07:30 de un día hábil.

El camino hasta ahora

Mucho tiempo ha transcurrido ya desde aquellas aproximaciones por parte de contradictorias legislaciones que buscaban poner nombre a algo que todavía no se comprendía (y aun hoy cuesta comprender). Las dificultades para definir un territorio en continua expansión y cambio agregaban más preguntas que respuestas a las interrogantes de la administración conurbana.

Uno de los factores fundamentales que aportó mayor complejidad al asunto fue el nacimiento de nuevos partidos y localidades. Prácticamente en todos los casos, la creación de estos municipios ha sido por división de otros precedentes y que, por supuesto, han ido significando auténticos “dolores de cabeza” desde la administración institucional. Fue el caso, en 1959, de la creación del Partido de Tres de Febrero con tierras que habían pertenecido a San Martín. Un año más tarde fue el turno de Berazategui, legado de una porción de Quilmes.

Sobre el final del siglo XX, más precisamente en 1994, “llegó más gente a la fiesta”. En ese año, el conurbano le dio la bienvenida al Partido de Presidente Perón, derivación de tierras de San Vicente y una pequeña porción de Florencio Varela y Esteban Echeverría. Además, Esteban Echeverría también “dio a luz” al Partido de Ezeiza.

También en 1994 Morón se fragmentó y se sumaron Hurlingam e Ituzaingó. Un año después finalizó la administración municipal del ya extinto (mediante ley provincial en 1994) Partido de General Sarmiento: fue disuelto en San Miguel, José C. Paz y Malvinas Argentinas. Sin embargo, la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS), fundada en 1992 y radicada actualmente en Malvinas Argentinas, mantiene su denominación original.

Acompañando a estas fragmentaciones y reconfiguraciones del territorio, la denominación antes, durante y después de dichos sucesos también se ha visto modificada. En el Censo Nacional de 1960 hubo un “Aglomerado Bonaerense”, “Región Metropolitana” en el Censo Nacional Económico de 1963. Por su parte, el Sistema Nacional de Planeamiento y Acción para el Desarrollo de 1966 volvió a agregar confusión al delimitar “otra” Región Metropolitana que comprendía a CABA, los 19 partidos existentes del Gran Buenos Aires y, esta vez, también a San Vicente, Cañuelas, Escobar, Marcos Paz y General Las Heras. Además, las Islas del Delta (parte en Buenos Aires y parte en Entre Ríos) también fueron sumadas.

Las ideas en la década de 1970 buscaron imponer el “Eje Metropolitano”. En el Censo Nacional de 1980 consideró “Gran Buenos Aires” a los entonces 19 partidos. Por su parte, los resultados preliminares del censo de 1991 incluyeron, en esta oportunidad, a Escobar, Pilar, General Rodríguez, Marcos Paz, San Vicente y Cañuelas; conformando el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Sin embargo, los resultados finales retrotrajeron el conteo a los 19 partidos originales (en vigencia desde 1979).

Por supuesto el área que ocupase el Gran Buenos Aires seguiría en expansión. Sendos decretos y leyes se han propuesto extender los límites administrativos del territorio a lo largo de las décadas. En 1992 fue creado el ‘’Fondo del Conurbano Bonaerense, llevando los 19 municipios mencionados a 23. Esto fue mediante la inclusión de los siempre discutidos La Plata, Ensenada, Berisso y San Vicente.

En 1994 las subdivisiones mencionadas anteriormente confluyen en 29 municipios. Más tarde en 2006, la ley 13473/06 eleva el número a 33.

Hoy en día

Actualmente los límites de la Capital Federal albergan más de 10 millones de personas. El proceso de la conurbación en el Gran Buenos Aires ha dejado sus rastros allí donde uno quiera indagar. Los fuertes contrastes en el Conurbano son propios del proceso de la conurbación, es decir, no necesariamente la urbanización de los territorios periféricos va a ser más pobre y relegada sino que, a fin de cuentas, más desigual.

Los límites de lo que conocemos como Conurbano son un terreno en eterna disputa. A las contradicciones que hubieron y hay desde lo administrativo se suman las discusiones de los “conurbanenses” sobre “qué es” conurbano y qué no. El Gran La Plata es resistido. El imaginario alberga términos como “conurbano profundo”. La zona norte muchas veces no es tenida en cuenta.

El meollo del asunto es reflexionar acerca de cómo es planteado y discutido el Conurbano cuando en definitiva se discute el proceso de la conurbación en el territorio del Gran Buenos Aires. Y, por consiguiente, las consecuencias que dicha conurbación (sumamente errática, como vemos) ha tenido a lo largo de la historia.

Por ahora, parece ser que “los tentáculos de la conurbación” han encontrado un límite. La densificación y hacinamiento de la población en esta “mancha urbana” es cada vez más profunda y concentrada. En este panorama, no solo es importante preguntarnos hasta dónde llegaremos sino, más problemático aun, preguntarnos hasta dónde hemos llegado.

Quizás vale la pena preguntarse cómo vería Patrick Geddes al Gran Buenos Aires. Un lugar que no solo ha tenido un proceso de conurbación radicalmente distinto al de la Gran Londres que él observaba sino que, además de eso, ha tomado su concepto para transformarlo en signo o, mejor aún (parafraseando a Roland Barthes), en mito.

Esta impredecible conformación y entendimiento de sus habitantes es quizás un pilar fundamental para definir el Conurbano. Probablemente el mayor conflicto que yace en la definición de “un Conurbano” es que el Conurbano en sí mismo es indefinible puesto que sus mismos habitantes aún no se ponen de acuerdo siquiera en sus límites y, más preocupante aun, qué significa “ser” del aquí.

Es por todo esto y más que hoy en día el Conurbano es, a fin de cuentas, más interrogantes que certezas.