El Archivo de la Memoria Trans (AMT) es un espacio para la protección, la construcción y la reivindicación de la memoria trans. María Belén Correa y Claudia Pía Baudracco, ambas mujeres trans activistas, habían imaginado tener un espacio para reunir a las compañeras sobrevivientes, sus recuerdos y sus imágenes. 

Pía falleció en 2012 -meses antes de lograr la sanción de la Ley de Identidad de Género- y entonces María Belén, desde el exilio, fundó el AMT para encontrarse con sus compañeras sobrevivientes que vivían en diferentes partes del mundo. Durante dos años, el AMT fue un espacio virtual en el que compartieron anécdotas, fotos, testimonios, cartas y crónicas policiales de la comunidad. El equipo está conformado también por Carmen Ibarra, Magalí Muñiz, Carolina Figueredo, Ornela «Teté» Vega, Cecilia Estalles, Cecilia Saurí, Luis Juárez y Luciano Goldin .

En 2014, con la ayuda de la artista visual Cecilia Estalles, se inició un trabajo de recopilación y preservación para su conservación y protección. Hoy, contiene un acervo de más 10.000 documentos que, desde cada historia individual, enlazan una memoria colectiva que habla de la organización como forma para resistir a las múltiples violencias surgidas desde la sociedad civil y el Estado. “Mantenernos unidas es lo que hacemos para reforzar, mediante la construcción de este archivo, la potencia de nuestros vínculos”, es su manifiesto.

En este recorrido seleccionado para Cordón, se hace foco en algunos tramos del archivo que muestran esa historia colectiva en el Conurbano, a partir de los fondos documentales de Luisa Lucía Paz  (Villa Madero, La Matanza); Gina Vivanco (Reconquista y Paso de La Patria, Florencio Varela); Carmen Ibarra (Florencio Varela); y Malva Solís (Quintas del Conurbano). 

Fuente: https://archivotrans.ar/

Fondo documental Luisa Lucía Paz

El fondo cuenta con 124 fotografías. Ingresó al archivo en 2017. Luisa Paz nació el 19 de agosto de 1963 en Santiago del Estero, donde sigue viviendo. Trabaja en la Coordinación de Prevención y Abordaje de Violencia Institucional del Ministerio de la Mujeres, Géneros y Diversidad nacional. 

« A fines de los ‘90, la Policía de La Matanza, sobre todo la de Madero, estaba muy pero muy  ensañada con nosotras, yo diría demasiado. Era tal el grado de violencia y persecución que vivíamos en la villa. Parecía que no tenían reparo, ellos mismos nos decían en la cara, cuando nos llevaban presas: “Los vamos a exterminar”. “Van a  desaparecer del mapa”.

Nosotras no teníamos lugares a donde mudarnos para no vivir ese infierno. No nos quedaba otra que resistir a esa persecución.

Pero a pesar de todo eso, unas pocas encontramos la manera de escapar, por uno o dos días, de ese infierno diario. En la villa había chicas que sólo venían a trabajar, que no vivían ahí. Ellas venían a buscarse el mango a Madero, por unas horas, corriendo el riesgo de ir presas como las que vivíamos ahí.

De las que vivían en otras zonas, unas cuantas venían a mi casa a cambiarse, a dejar sus  bolsos. Cuando digo cambiarse quiero decir que, para trasladarse, debían vestirse de una  manera para pasar desapercibidas (las que podían) hasta llegar a la villa. Ya en casa, se  montaban, se ponían más provocativas y sexis para atraer los clientes.

Como les decía, a mi casa venían varias a cambiarse para trabajar y después volver a sus casas. Entre ellas, estaban la Laiza y la Silvita. En poco tiempo nos hicimos muy amigas, porque casi siempre caíamos juntas con la Laiza. Y Silvita era una chica cero problemas, eso nos hizo compartir mucho tiempo juntas. Un día nos invitaron a pasar un finde en sus casas. No recuerdo cuál era el acontecimiento. Ellas vivían en Rafael Castillo. Alquilaban una pieza  de casilla prefabricada y compartían cocina, baño y demás. Recuerdo que con ellas vivían dos chicas más, no recuerdo quiénes eran, capaz porque estas chicas no trabajaban en Madero, con lo cual no compartíamos nada, sólo las conocí. 

Silvita nos invitó a pasar un fin de semana en su casa. Como les decía, no recuerdo a qué fuimos. No sé si era su aniversario de convivencia o su cumple. Silvita vivía con su marido, Ricardo, que era colectivero. No era que iba a hacer una fiesta ni nada parecido, sólo quería compartir algo con nosotras.

Laiza vivía sola. Nos amontonamos con la Floripón en la piecita de la Laiza para dormir. Ya ni me acuerdo qué hicimos de comer, si asado o qué. Sólo recuerdo que éramos cinco: Silvita y  su marido, Laiza, mi hija la Floripón y yo. 

A nosotras nos quedaba muy trasmano desde Madero hasta Castillo porque había que tomar dos colectivos. Ese sábado nos levantamos temprano con la Flora y nos fuimos a la General Paz a tomar el 21 o el 28 (con un miedo, porque los patrulleros iban y venían). Eran las 9 de la mañana. Nos bajamos en Liniers. Cruzamos a Provincia y tomamos otro colectivo que nos dejaba a dos cuadras de la casa de las chicas. Después de casi dos horas de viaje entre los dos  colectivos, por fin llegamos. Era hermoso, era campo, se respiraba olor a campo. Había pocas casas. La casa (el terreno) era grande, tenían arboles inmensos, ¡tenían carros y caballos!

No recuerdo el nombre de la dueña, ella era muy buena con las chicas. Recuerdo que comimos al mediodía y después salimos a caminar tranquilas, sin muchos ruidos, sólo los pájaros. En un momento se nos apareció la Laiza (es la más rubia de la foto) en un caballo. Se ve que ellas solían hacer eso, salir a andar a caballo. 

La Laiza nos dijo a la  Floripón y a mí si queríamos subir a cabalgar unas cuadras. Nosotras le dijimos: “Nooooo”. Silvita se prendió y subió. Yo había llevado mi cámara de fotos medio vieja, de esas que eran finitas y largas. Justo en ese momento que Silvita iba a subir, les dije: “Paren…paren. La Floripón les va a sacar una foto”. Le di la cámara a la Flori y, justo en el momento en que iba a sacar la foto, la Laiza le pegó fuerte al caballo, en la panza, con los tobillos internos. Y el caballo reaccionó pegando un salto con las dos patas delanteras. La Silvita gritaba: “Puto…puto…esperá, no me acomodé”, y el caballo salió de raje con ellas y nosotras, con la Floripón, nos matamos de risa. Y seguimos caminando en la misma dirección, por esas calles de tierra con mucho verde. Yo sé que sacamos varias fotos de ese fin de semana hermoso que pasamos, pero a mí me quedó sólo esa foto. La del caballo.

Esa fue nuestra gran salida, un respiro de libertad por dos días a tanto hostigamiento,  represión y castigo de los policías. Eso era nuestro cable a tierra. Nuestra recarga de energías. Poder caminar tranquilas, sin miedos, disfrutarnos, soltarnos un poco. Poder reírnos a carcajadas por boludeces como la del caballo sin sentirnos perseguidas».
Luisa Lucía Paz


Fondo documental Gina Vivanco 

El fondo cuenta con 192 fotografías, en proceso de catalogación. Fue ingresado al AMT en 2019. Gina fue asesinada por la Policía en 1991.



Fondo documental Carmen Ibarra

El fondo cuenta con 89 fotografías color de entre 1970 y 1990. Fue ingresado al AMT en 2015.

Car Ibarra nació en 1958 en Pompeya, CABA, y, de muy chiquita, se mudó a Paraná́, Entre Ríos. Trabaja en el equipo del AMT desde 2015, en el área de preservación digital.

Fondo documental Malva Solís

El fondo cuenta con 180 fotografías monocromo. Ingresó al archivo en 2015. Las fotografías datan de los años ‘40. Fueron una donación de la directora de cine mendocina Carina Sama. Malva fue la trans más longeva. Falleció a los 92 años.